Escritor y periodista Julio Dornel
En aquel aluvión de
notas y comentarios que generó la actuación uruguaya en el
mundial pasado, nos resultó imposible detenernos en alguna que
pudiera sobresalir para señalarnos que estábamos en los primeros
planos del fútbol mundial. Entre tanta publicación llegada a
nuestra casilla en aquellos momentos, seleccionamos una que sintetiza
como pocas la actuación del seleccionado uruguayo y la alegría
generada entre la población.
“La
alegría de la gente parece un milagro nimio. Uno espera que ocurran
otros milagros más espectaculares de pronto y tal vez no percibe
especialmente en épocas tan duras y apuradas, lo impactante que es
la alegría sana y compartida. La alegría va por barrios sintetiza
el hecho de que son raras las alegrías colectivas, que disfrutaron
en aquella oportunidad 3 millones de personas.
Tres millones que se
empaparon con lluvia de entusiasmo, de esperanza y sobre todo de
alegría, movidos por una selección que contradijo varias
costumbres nacionales. Se defendió sin dejar de atacar, respetó a
cada rival pero les jugó de igual a igual y muchas veces fue
superior en la cancha. Fue aplicada en lo táctico, no dejó de
pelear hasta el último minuto y se fue sobre los contrarios con
todo el corazón, sin desordenarse ni subestimar a los rivales...
Aun viniendo de ese
otro mundo que es el de las estrellas deportivas que juegan en
grandes equipos de Europa, los muchachos fueron sencillos en su trato
entre ellos donde las estrellas eran los más humildes. Y fueron
humildes con la gente. Supieron clasificar en la eliminatoria a lo
uruguayo con agonía pero nunca se dieron por vencidos. Ya en el
mundial creemos que toda la gente es consciente de que empezaron a
escribir de nuevo páginas de gloria de la celeste, mostrando a una
selección capaz de hacer más goles en un mundial que todas la
selecciones en 40 años de mundiales.
Fue una selección que
devolvió a la gente las ganas de mirar fútbol, a los viejos con
memorias de Maracaná y a los mas jóvenes que nunca habían visto a
Uruguay ganar partidos y jugar bien y llegar a estar entre las 4
mejores selecciones del mundo. Fue un equipo, no un montón de
nombres detrás de la pelota, que han disfrutado del mundial pero que
han sido responsables y protagonistas.
Apostar a eso no es un
mérito menor de la siempre criticada dirigencia de la Asociación
del fútbol uruguayo, que a pesar de sus luchas internas y cambios
de mando, mantuvo a Tabárez aun cuando casi no clasificamos al
mundial.
Todo es positivo. No
fuimos a la final pero Uruguay vuelve después de tanto tiempo a
meterse entre los países con mejor fútbol del mundo. Algo
fantástico si miran nuestro tamaño y población y la lucha de
nuestra economía.
Esta selección en
definitiva generó alegría. Alegría por ver gente buena haciendo
las cosas bien y con fortuna, jugando con el alma y manifestándose
con júbilos sencillos y tremendamente uruguayos.
En todos los barrios y
en los pueblos más apartados, en casas de jóvenes y en casas de
gente muy grande, en casas de futbolistas y en casas de gente que
nunca se importa por el fútbol, en los hospitales y en la cárceles…
en el medio del campo o en los edificios más poblados del país…en
todas partes la gente se pone de celeste y vibra y recuerda y se
emociona y hace nacer una enorme alegría compartida que se extiende
como un abrazo nacional. En la calle nos saludamos mejor, en la
familia nos abrazamos y disfrutamos momentos históricos reunidos con
otras generaciones.
En definitiva, el
fútbol como los demás deportes son hijos del deseo de superación
de los deportistas y técnicos, cuyo único fruto buscado es hacer
feliz a nuestro pueblo.
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