Escritor y periodista Julio Dornel
Resulta muy difícil ubicar la fecha en que circularon los primeros automóviles en esta frontera. Sin embargo podemos confirmar que el ruido causado por los mismos provocaron una sensación de miedo entre los pocos habitantes de la aldea que miraban asombrados su desplazamiento por las calles de tierra levantando una espesa polvareda.
Se trataba por supuesto de máquinas muy “barullentas” que recorrían las calles a una velocidad que superaba los 20 kilómetros horarios, provocando la curiosidad de algunos y el temor de otros, aunque en definitiva todos querían verlos circular. Sin que nadie se diera cuenta estaba naciendo una nueva era para la población, aunque eran muy pocos los que podían acceder a las costosas máquinas y muchos menos los que sabían conducirlas.
Entre los pocos choferes y mecánicos de la época se encontraba Onesio Rocha que disponía de un Ford 1937 que al margen de estar al servicio familiar funcionaba como “taxi pirata” entre ambos países, siendo sin proponérselo uno de los adelantados del MERCOSUR. Sus conocimientos mecánicos los fue adquiriendo en la medida que los coches iban sufriendo algunos desperfectos, hasta que la demanda determinó la habilitación de un taller con el sugestivo nombre de EL SOLITARIO.
De esa manera todos los automóviles que alborotaban las calles del pueblo hace 50 años terminaban indefectiblemente y por algún motivo en el taller de Onesio.
Colocó las primeras bocinas melódicas, armaba a “nuevo” los viejos motores y hasta colocaba las calcomanías multicolores que adornaban los guardabarros o el capot de los automóviles.
Era el taller especializado para todo tipo de reparación o simplemente colocar un arsenal de “chirimbolos” que colgaban de los vehículos. Desarmaba en pocas horas el ford 53, el Opel- K 180, el Chevrolet 57, Simcas, Gordini, el DW o la Willys Rural. Conocía como pocos la genealogía automovilística del siglo pasado, detallando minuciosamente el origen y la fecha en que llegaron al país las principales marcas del automovilismo mundial. Algunos vecinos fueron adquiriendo los primeros automóviles en Montevideo donde ya se vivía la “bella época”.
De esta manera se fueron incorporando al lenguaje fronterizo los Cadillac, Buick, Impala, Mercury y Galaxie que fueron sustituyendo al ford V8 de don José Regal, al chevrolet 28 de don Carlos Calabuig, al Ford T de “Bibi” y al Pontiac de la familia Acosta.
Los carros y carruajes fueron quedando de lado y la sociedad fronteriza ingresaba al transporte motorizado adquiriendo simultáneamente sus primeros conocimientos sobre motores, cilindros, modelos y promedios horarios.
En las tardes tranquilas del “SOLITARIO” se daban cita los “entendidos” para conversar de marcas, diseño, mecánica, comodidad y economía de los “fierros” que iban llegando a la frontera.
Sabía al milímetro las medidas de la carrocería como así también el campo de visibilidad, las butacas reclinables que significaban una novedad para la época y el tablero de instrumentos donde se destacaban el velocímetro y el termómetro para controlar la temperatura del motor y el nivel del combustible con unas luces suaves que hacían el deleite de los conductores.
En EL SOLITARIO se daban clases gratis de mecánica popular aprendida sobre la marcha, desarmando motores y leyendo mucho sobre tecnología, válvulas, cilindros, árbol de levas, cigüeñales y carburadores.
Nada le era ajeno a Onesio Rocha que también supo cumplir tareas de Sub-Delegado de Policía en Chuí y distintos cargos en instituciones sociales y deportivas de esta ciudad.
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