Fue sin ninguna duda una de las más exitosas novelas brasileñas, que puso en el aire la Red Globo, escrita por Díaz Gómez y Aguinaldo Silva, protagonizada por Regina Duarte, Lima Duarte y José Wilker. Durante varios meses los habitantes de esta frontera vieron desfilar por la pantalla chica a los dueños del dinero manejando a su antojo a la población y a las autoridades, sin preocuparse mayormente por los medios utilizados. Había que mantener los privilegios, aunque la población pagara el costo social de tantas ambiciones. Y como dijera Discepolín en Cambalache, estaba la Biblia junto al Calefón, representados por la falsa moral de los religiosos de turno, más preocupados por servir al delegado que a Dios. Cuando el famoso “Chico” Malta tuvo que opinar sobre el alcance de su mandato, no tuvo reparos en señalar que su poder venía del cielo, mientras los pistoleros estaban listos para intervenir. Pensábamos en aquella oportunidad que estas “genialidades” de Díaz Gómez estaban reservadas para una población del interior nordestino donde al margen de las autoridades (prefeito y delegado) el resto “es una tropa de ganado”. Sin embargo la periodista brasileña Isabel Pitta nos muestra otra realidad al señalarnos que la televisión es un medio fantástico de comunicación, llegando al analfabeto y a la favela más humilde, donde los diarios, los libros y las revistas no llegan. Es el vehículo que reúne las mejores condiciones para educar y concientizar al pueblo. La sentencia de Pitta se puede trasladar a todos los medios de prensa, que de alguna manera deberían estar al servicio de la verdad. Lamentablemente no siempre es así, lo que da margen a que algunas poblaciones estén gobernadas por personajes como ROQUE SANTEIRO.
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