Vázquez
le ganó por más de 80% pero esa porción de algo menos de 20% que logró
la desafiante, marcan también un problema para la izquierda.
Infolatam
Por Nelson F. Salvidio
Por Nelson F. Salvidio
¿Cómo “si es que ganamos”?
Los frenteamplistas descontaban que seguían de largo en el gobierno nacional del Uruguay, que alcanzaba con que el ex presidente Tabaré Vázquez confirmara que su candidatura para ganar las presidenciales de octubre 2014 sin transpiración.
Contexto político a favor, una economía en crecimiento tan extensa como no se recuerda, indicadores sociales de mejora, y una oposición que no generaba esperanza … todo eso era visto como la izquierda uruguaya como el marco previo a la victoria y festejo.
De pronto, el candidato favorito que no entusiasma, una campaña electoral que no contagió adhesiones, una opinión pública que expresó deseos de recambio partidario, y una oposición que logró movilizar militancia joven para sumar votos.
El oficialismo reaccionó, pero dentro del andarivel que ha recorrido hasta ahora.
Tabaré Vázquez sorprendió con un anticipo inesperado de medidas de gobierno, las que enumeró en un decálogo para iniciar un tercer período. Eso, para convocar atención de medios de prensa y de teleaudiencia, en una noche en la que la oposición tenía la oferta más tentadora para los canales de TV que transmitían de continuo.
Eso, para darle más emoción a la noche de internas en la izquierda. La elección para el Frente Amplio no generaba expectativa sobre el resultado de la candidatura, porque era lógico que Vázquez ganará ampliamente a la senadora Constanza Moreira (una politóloga que reclama más izquierda), y que llegaba sin pretensiones y con respaldo de pequeños grupos.
Vázquez le ganó por más de 80% pero esa porción de algo menos de 20% que logró la desafiante, marcan también un problema para la izquierda. Es una visualización de votantes que no sintonizan con el principal líder de la coalición oficialista.
Los primeros datos de listas internas también mostró pedido de renovación. Ayer mismo, algunos dirigentes frenteamplistas aplaudían a Vázquez por los anuncios apurados sobre medidas de gobierno, pero reconocían que el ex presidente seguía con un tono de campaña que no rindió.
Vázquez, que cuando fue presidente del Uruguay logró gran éxito con la campaña de entregar una computadora portátil a cada niño escolar (el Plan Ceibal), anoche dijo que si vuelve a la Presidencia dará “una tablet a cada jubilado”.
El Frente Amplio discutió en un intenso Congreso Nacional todo un programa de gobierno, que insumió meses de trabajos y negociaciones previas. Y Vázquez apareció con una lista de 10 medidas para iniciar un gobierno que no consultó con la dirigencia de la coalición, y que no precisaba exponer en la noche de las internas.
Tabaré es el dirigente político que recibe mayor simpatía popular desde 1990, mes a mes en cada sondeo. Pero con sus 74 años, pese a su conocimiento de lo popular, ha tenido distancia con el electorado joven en estas semanas.
Luis Lacalle Pou, diputado cercano a cumplir 41 años, se convirtió anoche en el candidato presidencial del principal partido de opositor, y fue la sensación de la campaña electoral.
Pedro Bordaberry, que acaba de cumplir 54 años, es el candidato del histórico Partido Colorado, y ahora buscará que esa colectividad vuelva a ser la alternativa de gobierno.
Son dos candidatos potentes para una elección que es distinta a lo que se pensaba hasta ahora. Pese a eso, el Frente Amplio y Tabaré Vázquez siguen con el cartel de favoritos. Pero ahora es otra campaña. Los candidatos opositores encabezan una bandera de renovación generacional.
Bordaberry desplazó –elegantemente y en armonía– a los dos líderes colorados que fueron presidentes de la República; Julio María Sanguinetti (1985-90 y 1995-2000) y Jorga Batlle (2000-5).
Lacalle Pou hizo la campaña lejos de su padre, el senador Luis Alberto Lacalle, que fue presidente del Uruguay en 1990-95 y que perdió la última elección ante Mujica, en 2009. “Está muy bien Maracaná, pero yo quiero ganar el mundial de 2014″, dijo Lacalle Pou en la medianoche del domingo al despedir a sus seguidores que lo ovacionaron en la Casa del Partido Nacional.
El candidato oficialista enfrenta un cuadro que no era el esperado.
El resultado de este domingo obliga al Frente Amplio a replantear su campaña, con el riesgo de perder una elección que consideraba ganada de antemano. Vázquez quiere elegir la candidatura a Vicepresidencia de acuerdo a su criterio, y sin la presión de la coalición. Pero ya anoche varios dirigentes frentistas sostenían que esa decisión no puede quedar reservada al líder. Y que todas las decisiones importantes deberán ser tomadas en coordinación.
Vázquez no está acostumbrado a esperar el aval de sus correligionarios, ni a someterse a la consideración colectiva. Es un líder que manda. Y siente que eso le dio éxito hasta ahora.
Ahora los partidos comienzan a procesar datos de votos a listas, un curioso “voto en blanco” que se registró en el escrutinio primario, y que a priori, no tiene explicación en una elección sin voto obligatorio.
El Mundial de fútbol ayudará a que los partidos procesen el resultado con cierta tranquilidad y sin la presión de opinión pública y medios de prensa, para reclamar definiciones. Los uruguayos reclamarán goles celestes más que definiciones políticos en estos próximos días.
Falta mucho para la elección presidencial y legislativa de octubre. Pero el tiempo pasa rápido.
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