GRAZZIELLA
FERNÁNDEZ: LA DIVA DE ROCHA.
Ha
desarrollado su carrera en prensa, radio y televisión. Es actriz
teatral y por muy poquito no hizo también cine. Su imagen y su voz
están muy presentes en cada persona.
Si en
Rocha alguien puede ser considerada una Diva, esa es Grazziella
Fernández.
Entrevistada
en el programa Cuarto Poder de Radio Fortaleza, comentó su extensa
actividad como comunicadora.
También
contó parte de su historia de vida que quizás no toda la gente
conozca.
Escribe
Juan José Pereyra.
Cuéntanos
algunas cosas que quizás no sean muy conocidas por la gente.
Soy
hija de un matrimonio que se separó cuando yo tenía dos años y
medio. Viví en un hogar donde el matriarcado era la pieza
fundamental. Mi mamá fue todo: mi mamá, mi papá, mi amiga, mi
consejera, mi maestra. Fue la que me enseñó a leer, la que me
corregía las faltas (que las odiaba al igual que yo ahora). No puedo
ver faltas de ortografía. Todo giró en torno a esa gran madre que
tuve. Hasta el día de hoy, cuando cometo un error pienso: “si
estuviera mamá me diría qué disparate
dijiste porque fue el peor juez, mejor
dicho el mejor, el más crítico que tuve en mi vida en todas mis
actividades.
Me formé
en el Colegio católico Teresiano, el San José, donde en aquella
época sólo éramos niñas y la disciplina era una de las
herramientas cotidianas. No se entraba a clases corriendo, se hacía
fila para entrar. Lo hacíamos en orden, por estatura, había que
tomar distancia, estar derechita. Antes de entrar a clase ya la monja
que te correspondiera te miraba de arriba abajo para ver si estabas
con el uniforme, si estabas completamente bien vestida. Una vez me
pasó que llevé medias azules en vez de marrones porque claro, se
mojaron y mi madre me lavaba la ropa todos los días porque yo no
tenía para cambiarme mucho. Mi madre me mandaba siempre impecable al
colegio y en aquella época no existía el Acrocel, se lavaba la
túnica y se planchaba. Hoy es todo descartable y rápido. En
aquella época se lavaba la túnica y se le ponía almidón y los
uniformes estaban siempre impecables. Y un día no se secaron las
medias marrones del uniforme porque llovía mucho y me puse esas
azules. Por ese motivo me quedé sin recreo.
Había una
disciplina muy firme que no sé si era bueno o malo. Lo cierto es que
hasta el día de hoy me permite manejarme de otra manera en la vida.
En el
colegio vivíamos entre niñas y con la catequesis mediante .Podías
ser excelente alumna pero si no sabías catequesis no pasabas de año.
Aprendimos muchísimo a ser solidarias con el prójimo. Aprendíamos
desde muy pequeñitas a no ser egoístas, a brindar aquello que
teníamos de más a nuestros semejantes y esa era también la
filosofía que vivía en mi casa con mi mamá junto a mi abuela de
crianza. Quien crió a mamá no es mi abuela de sangre pero será
para mí toda la vida mi abuela. Me crié dentro de esos parámetros
hasta que llegó la época del liceo y sufrí muchísimo el cambio.
Fue un cambio drástico porque teníamos una muy buena nota para
acceder a Secundaria pero en aquella época teníamos que dar un
examen de admisión al liceo pese a la buena nota que trajéramos.
Era duro porque no teníamos el disfrute de salir de Primaria a
Secundaria y entrar tranquilamente.
Había
que pagar peaje.
Sí. Y
estábamos viviendo unos años de mucha convulsión. Yo tenía diez
años y medio, estábamos en el 1966-1967. Ya estábamos con
inconvenientes a nivel país.
Es
cuando matan a Líber hacer. Había un clima muy tenso.
Cuando
estábamos en el colegio vivíamos prácticamente en una caja de
cristal. Era un mundo totalmente distinto al que vivimos en el liceo
departamental. Vivimos la ocupación del liceo, la gente de la JUP
(un grupo estudiantil de extrema derecha (N de R), las
desocupaciones, aquello de estar escuchando en la radio todos los
días que robaban bancos, mataban gente, robaban armas. Todo esto
previo a lo que después fue el régimen de facto.
Mi mamá
que era mi sostén espiritual, emocional, económico, educativo.
Todo. En ella estaba todo.
¡“VIVA
JESÚS!
No me voy
a olvidar nunca cuando entré al liceo. En los siete años del
colegio nunca supe que en Primaria cuando se pasaba lista había que
decir presente.En el colegio cuando te nombraban había que decir
¡Viva Jesús! Llegué al liceo, primero C, número 17. La lista
empezaba por los Correa y Fernández debíamos ser como 18 en la
clase. Y a medida que los iban nombrando yo me decía, tengo que
decir presente, tengo que decir presente. Decían presente y se
paraban. Yo me distraje y cuando la profesora me nombró me paré
como un resorte y dije ¡Viva Jesús! La clase explotó en
carcajadas.
¿Y
cómo te sentiste?
Se me
empezaron a caer las lágrimas en forma inmediata. Además, era la
primera vez en mi vida que tenía varones en una clase y los varones
de aquella época que yo tenía de compañeros eran terribles. Fueron
muy buenos amigos en el liceo pero eran terribles en materia de
bromas. Y yo venía de un mundo diametralmente opuesto al que estaba
viviendo. Pasé la vergüenza del siglo y me sentí humillada.
Alguien salió en mi defensa y se ve que tenía una relación de muy
buena amistad con la profesora Agustinita de Matemática. Primer
lunes, no me voy a olvidar más, noventa minutos, y era una materia
que odiaba y una profesora que daba temor de sólo verla. Era muy
exigente. Me acuerdo que se bajó los lentes aquellos chiquitos que
tenía, miró por arriba de ellos y dijo ¡“Fernández Inchausti!
“y yo me paré y mis rodillas eran una castañuela y Susana Féola,
hoy abogada, le dijo, “no, mira Agustinita, lo que pasa es que ella
viene del colegio”. La tuteaba, y era una niña como yo. Entonces
me llamó, me hizo pasar al frente, habló conmigo dos o tres
palabras pero siempre le quedó la duda si lo mío había sido una
picardía y me tenía “entre ceja y ceja”. Después sí se dio
cuenta que yo, por mi personalidad no podría haberlo hecho como
broma.
Yo era muy
introvertida, muy tímida. Nadie podría pensar hoy, si no me conoció
que yo era tímida. Muy tímida, muy introvertida, muy selectiva con
quienes me rodeaban y con quién conversaba. Recién en tercer año
me empecé a despertar a un mundo distinto y a conectarme más.
Empecé a ser más sociable o a permitir que más gente se acercara a
mí, porque se me acercaban pero yo ponía como una barrera, era muy
cerrada, no sé si por mi formación dentro del colegio o porque era
así. Lo cierto es que aquel día pasé la vergüenza del siglo.
Siempre cuento esta anécdota porque me marcó en la vida: pasar la
vergüenza del año, el sentir el ridículo, el entrar en un mundo
desconocido para mí. La mayoría de los chicos iban solos al liceo.
A mí me llevó mi madre. Me llevó al colegio siempre, hasta sexto
año. Nunca fui sola al colegio. Yo creo que ese cordón umbilical se
mantuvo hasta el día que debimos separarnos físicamente. Fue una
dependencia de este matriarcado que viví que realmente aún lo sufro
y aún lo mamo.
Recuerdo
entrar al liceo y ver volar las tizas en el hall de entrada. Con todo
respeto a mi querido liceo número 1 que quiero muchísimo, nada que
ver el primer día de clase del liceo con cualquier día de clase de
cualquier año en el colegio San José. En el colegio te mirabas en
el piso, aquello brillaba y acá yo veía ya grandes falencias. Veía
la realidad que yo no conocía de la enseñanza pública.
Mis
inhibiciones comienzan a desaparecer de la mano del teatro, a los
quince años.
¿Cómo
surgió lo del teatro tan chica?
Siempre me
encantó leer y eso se lo debo a mi mamá y eso me permitió acceder
en el ex canal 7, hoy canal 9, a la co conducción de un programa
que hacía nuestro querido Alfredo Núñez Silvera llamado Tele
Misceláneas. Se había enfermado Carmen Matiauda, que también
falleció. Ella me enseñó producción. Tenían que operarla y
Alfredo un día vio cómo leía. Él tenía un programa en Difusora
Rochense y un día me gané un premio y se hacían entrevistas. Te
preguntaban a quién te gustaba escuchar y la gente decía, por
ejemplo, Palito Ortega, los que estaban en el momento. Gané un
premio de una casa muy prestigiosa que aún se mantiene y me
preguntaron y yo dije John Lennon, Los Beatles, los Bee Gees,
Gilbert Becaud, y Alfredo me dijo que me quedara. Me hizo leer dos o
tres cosas y surgió la propuesta de hacer la co conducción con él
de ese programa televisivo.Tenía quince años. En ese momento
Orlando Tocce tenía un programa en la tele que se llamaba Cuquita y
me vio y dijo “ah, esta chica me la llevo conmigo”.Yo le dije
que ni loca. Además ¡con las inhibiciones que tenía! .Me sentía
segura cuando leía más allá del temor a aquellas cámaras enormes
de esa época y a que era en vivo. No se grababa nada, no existía ni
el video. Orlando me insiste y me insiste, yo recuerdo que iba al
Coro Municipal. Finalmente me convenció y aprendí un montón de
cosas, a mejorar la dicción, a impostar la voz, foniatría. Aprendí
a caminar encima de un escenario. Yo me decía “la milica”,
porque era muy durita, porque mi mamá me ponía libros sobre la
cabeza porque paralelamente modelaba para una casa .Hacía tres
cortes en vivo tres veces a la semana en el mismo canal.
Ahí, con
quince, casi dieciséis años, comienza una vida distinta para mí.
Pude relacionarme de otra manera con el público y comencé a
trabajar con un gran maestro que me enseñó muchas cosas.No
solamente a hacer teatro sino a entender que la vida es un teatro y
somos actores desde que nacemos. Aprendí a trabajar con gente, a
mejorar mis ventas en la producción gracias a Carmen, ingresar a
Difusora Rochense en locución.Trabajaba con Mario Rodríguez en
vivo, época en que no existía la grabación y había que leer las
tarjetitas aquellas y prohibido equivocarse. Hoy si nos equivocamos
grabamos nuevamente y chau. Estuve casi diez años con Orlando Tocce
y por circunstancias de la vida, me había casado, dejé el teatro,
tenía que elegir entre el teatro y el coro, y seguí con el coro.
Se fundó
la Escuela Municipal de Arte Dramático y ahí ingresó una cantidad
de gente por curiosidad sin lugar a dudas. Fue algo que se hizo
gracias a Norma Izaguirre, Quitito Araújo, Walter Villebal, su
esposa Silvia, para poder solventar el aspecto económico de un
grande que estaba en la peor decadencia económica.Eso le permitió a
Orlando subsistir hasta el día de su muerte con un sueldo que no
tenía y hacíamos obras corriendo para llevarlas, íbamos en los
autos de Quitito y de Walter y lo recaudado en los distintos clubes
donde nos presentábamos se le volcaba a Orlando para que pudiera
subsistir. Todo eso me dejó una enseñanza importantísima: lo que
era el sacrificio. Después de haber visto su nombre en cartelera en
las grandes marquesinas de Buenos Aires, en los diarios de la época
que nos mostraba, era un lujo poder tenerlo en Rocha. Ver que aquella
persona valiosísima estuviera pasando por lo que estaba pasando era
la ingratitud más grande de la vida.
Es una
injusticia enorme. Hoy se reconoce a Orlando Tocce como una figura
fundamental de la cultura rochense y sin embargo en ese momento debió
pasar hambre. Es de locos.
Exacto.
Gracias al gobierno del momento se le nombra después director de la
EMAD y ahí empieza a ganar un sueldo.Pero todo gracias al trabajo de
Norma, de Quitito, de Walter y de Silvia. Otra enseñanza que me dejó
es que siendo un grande y pasando lo que pasó nunca dejó de tener
su espíritu, su convicción, su amor por el teatro y aprendí a amar
el teatro a través de Orlando. Nunca me imaginé antes estar arriba
de un escenario y ahí descubrí mi vocación hasta de periodista.
¿Cómo
es eso que descubriste la vocación a través del teatro?
Empecé en
los medios como locutora pero mi madre fue la que me llevó a que
estudiara periodismo.
Parecía
tu manager…
Lo era.
Era la que me conducía y la que sabía qué era lo que me gustaba y
qué no y sabía mis grandes falencias y mis grandes posibilidades.Y
en ese rumbo era como mi sicóloga .Me encaminaba. Y así estudié y
empecé en el periodismo. Estuve muchos años en los medios de
comunicación sin ser periodista y sin hacer periodismo. Es algo que
a veces a la gente le cuesta diferenciar. El conductor o la
conductora, el locutor o la locutora y el periodista o la periodista.
Son tareas diferentes que se juntan en muchos casos y en otros no. En
esencia nada tienen que ver una con la otra. Tuve un excelente cuerpo
de profesores. Estudié prensa, radio y televisión. Mientras tanto
trabajaba como locutora y a veces colaboraba conduciendo eventos y se
reforzó la veta solidaria que aprendí en mi casa desde la cuna y ya
metida en los medios me dije, esta es mi oportunidad. Nunca hice
periodismo hasta no tener el diploma y comencé en esta casa, en
Radio Fortaleza haciendo el informativo, el primero en la voz de una
mujer.
LEONEL
TUANA Y DESPUÉS
Estudié
en la academia de Leonel Tuana en su primera llegada a Rocha donde
hicimos el resto del curso en Montevideo. Después se hicieron cursos
más pequeños acá, no con el privilegio de aquella escuela de
profesores que tuvimos. Teníamos profesores de literatura, de idioma
español, de historia del periodismo. Eso después se perdió y Tuana
siguió viniendo pero desmembrado, daba él las clases, nada que ver
con lo que nosotros pudimos tener. Dimos los exámenes en Montevideo
con unas mesas realmente importantes. A mí el curso me llevó cuatro
años y era muy completo, nada que ver con lo que se hizo después.
Así que
mi trabajo en periodismo lo comencé en Fortaleza por 1990. Venía
trabajando en locución hacía muchísimo. Después salté a
Difusora. Fue con dolor, pera la propuesta de trabajo era muy buena.
Fui la primera mujer corresponsal del interior del país del diario
La República .Fue todo muy vertiginoso. En el año 93, los
corresponsales del interior y del este del país fundaron
Estediario. Me ofrecieron la dirección en Rocha y tuve que dejar la
corresponsalía de La República.
En 1997
estaba Antonio Sánchez como director gerente de canal 8.Un día a
las 9 de la mañana me dijo que a las 12 comenzaba a hacer los
informativos. Le dije que era un disparate, que no había tiempo,
pero a las 12 empezamos Al poco tiempo empecé con mi programa Las
Cosas Por Su Nombre .Fue el primer periodístico diario en la
televisión .Al empezar me decían que iba a durar dos semanas y se
pudo demostrar que se podía hacer, cuando además el canal 8 en esa
época lo veía muy poca gente .Llegaba sólo a la zona urbana y
recién se estaba extendiendo el cable. No era como ahora que con su
potencia llega a toda la región.Cuando Antonio se fue de la
gerencia, en el canal 8 estuvo saliendo sólo mi programa. La señal
local se mantuvo por el programa porque ni informativos en ese
momento.
Vamos a
hablar de la obra esta en la que eres la estrella…
Ja ja.Es
una obra para divertirse, para disfrutarla y para aprender. Habla de
las miserias humanas .Dentro de lo tragicómico, se ponen al desnudo
las miserias humanas. En ese juego de la copa que es el gran
divertimento de la obra quedan a la luz todos los errores y todo lo
que ha ocurrido con los que participan en él.
La obra
estará nuevamente en cartel el 19 de mayo y vamos a poner a la venta
entradas anticipadas a $ 80 y en puerta a $120. Invito a toda la
gente a llenar de nuevo el teatro y a disfrutar de un espectáculo
que está a cargo de José Pereira que también trabajó muchos años
en Fortaleza. Y les cuento que estamos preparando otra que es mil
veces más divertida aún.
Recuérdame
el nombre de la obra
“Cuando
te mueras del todo” del argentino Dalmaroni, una comedia ágil,
divertida y contemporánea.
¿Cómo
fue que casi actuaste también en el cine?
Estuve
casi casi con el Curro Jiménez y si bien era un papel secundario no
era tan menor pero no pude por razones de trabajo. Mi hijo sí
participó en varios papeles.
“Mi
madre fue el peor juez, mejor dicho el mejor, el más crítico que
tuve en mi vida en todas mis actividades”.
“El
primer día del liceo, cuando pasaban lista yo me decía, tengo que
decir presente, tengo que decir presente. Decían presente y se
paraban. Yo me distraje y cuando la profesora me nombró me paré
como un resorte y dije ¡Viva Jesús! La clase explotó en
carcajadas”.
“Aprendí
a amar el teatro a través de ese enorme maestro que fue Orlando
Tocce. Nunca me imaginé antes estar arriba de un escenario y ahí
descubrí mi vocación hasta de periodista”.
“Las
cosas por su nombre fue el primer periodístico diario en la
televisión. Me decían que iba a durar dos semanas. Se equivocaron”.
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