A las 19 horas en Teatro del Centro, con la presencia de su autora Ana Solari
Lanzan esta noche libro sobre Alsina Thevenet
Esta noche a las 19 en Teatro del Centro
se presenta el libro "Autorretrato de Homero Alsina Thevenet", de la
docente, escritora, dramaturga, música y periodista cultural Ana Solari.
Guillermo Zapiola
El País
El libro, editado por Palabra Santa, será presentado
por Alicia Torres, Jaime Clara y la propia autora. Se trata, de alguna
manera, de la autobiografía que Alsina, ese maestro de periodistas,
nunca escribió, y pudo estar pronto en el año 2000. Diversos tropiezos
editoriales hicieron que se publique recién ahora, y la propia autora ha
contado que dudó acerca de si tenía que retocarlo o dejarlo como
estaba. Prefirió esta segunda opción, lo que le otorga un plus de
interés n histórico aunque a primera vista pueda parecer ligeramente
desactualizado (se dicen en él cosas en tiempo presente que corresponden
en realidad a hechos que ocurrieron hace quince años).
Es posible que a Alsina, famoso por su reticencia para
expresar públicamente sus sentimientos y sus afectos, le hubieran
provocado escozor cosas que aparecen impresas, especialmente las que
cuentan algunos de los testigos. Pero el eje lo constituye una serie de
entrevistas al propio Alsina, realizadas a lo largo de 1998, que Solari
reproduce omitiendo las preguntas. El texto central es entonces una
narración de Alsina en primera persona (esa primera persona que sus
textos periodísticos siempre eludieron), complementada por declaraciones
(literalmente) marginales, en letra más pequeña, de familiares,
amigos y colaboradores (sus dos esposas, Andrea Bea y Eva Salvo,
su hijo Andrés, Taco Larreta, Gustavo Adolfo Ruegger, Eugenio Hintz,
Álvaro Buela, Lászlo Élderyi, Elvio Gandolfo, Rosario Peyrou, varios
más), algunos de ellos ya fallecidos, la mayoría aún vivos pero a los
que Solari prefirió no repreguntar, conservando en cambio sus
declaraciones de entonces. Lo que surge a lo largo de esos textos es un
Alsina esencial: su carrera periodística desde Cine Radio Actualidad,
Marcha y El País hasta el extranjero y los libros, el "descubridor de
Bergman", sus relaciones con otras figuras de primera línea de la
generación del 45 (desde los "padres" Onetti y Quijano hasta los
coetáneos Rodríguez Monegal, Alfaro, Martínez Moreno, Larreta y otros),
su ácido sentido del humor, su fanatismo por el dato exacto, su amor por
el cine y el jazz, su desconfianza por el peronismo, los críticos
franceses y la "politique des auteurs" (que siempre se empeñó en
llamar, equivocadamente, "teoría del autor"), su vasto conocimiento de
los mecanismos de la censura y la industria del cine clásico que ayudan a
entender muchas películas, su reconocimiento de que debía conocer mejor
el cine moderno para opinar fundadamente sobre él.
De todo ese material surge realmente el autorretrato
prometido por el título. O, en todo caso, el retrato público que muchos
quienes tuvieron (tuvimos) el placer y el honor de conocer a Alsina
reconocerán sin duda. En la entrelínea y en las declaraciones de los
testigos hay también atisbos del otro Alsina, el privado, el pudoroso,
que se ocultaba bajo la máscara de un Groucho Marx rezongón
(incidentalmente, falta en el libro una de sus mejores líneas: "Soy
marxista, de la línea Groucho"). Ese Alsina humano que asoma de pronto,
por ejemplo, en algunos testimonios acerca de su estadía en Buenos Aires
y sus encontronazos con una dictadura que lo empujó el exilio. Luego
vinieron el regreso a Montevideo, El País Cultural, la muerte.
"Es difícil cortarle algo a William Wyler sin que se
note", solía decir Alsina. Al libro mismo se le podría cortar muy poco:
acaso algunas anécdotas de viaje más bien triviales. Poca cosa, por
cierto. Casi todo el resto es lo que debe estar, y del conjunto surge
una imagen bastante representativa del interesado. Ojalá sirviera para
que se lo vuelva a leer: los tres tomos en los que Gandolfo, Buela y
Fernando Peña han antologizado su aporte son imprescindibles.
Un fanático de la exactitud como Alsina hubiera
expresado un par de rezongos. En la página 138 hay un párrafo dedicado a
una película al parecer importante cuyo título se omite. En la página
187 se objeta con razón a los periodistas descuidados que no tienen en
cuenta los cambios de título de una película entre un país y otro. Sin
embargo, diez páginas después Alsina cuenta que en un viaje vio algo de
La historia del FBI (1959), dirigida por Mervyn LeRoy. Debió recordar
que el título uruguayo fue El FBI en acción.
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