BAJA
VISIÓN: por cada persona ciega, seis la padecen.
UNA
ENFERMEDAD QUE NO CONOCEMOS
Escribe
Juan José Pereyra
Osvaldo
Brancaccio padece Baja Visión. Tiene cuarenta y un años.
Es
diabético insulinodependiente desde los cinco y su vida, por varias
razones, no ha sido nada fácil, afirma a El Este.
A los ocho
años falleció su madre y, por la actividad laboral de su padre,
quedó a cargo de su abuela. Cuatro años después también falleció
ella y su padre se jubiló para estar con él.
Pero,
cuenta, nunca tuve una relación de padre a hijo con él, era más
bien de hombre a hombre, no teníamos afinidad”.
Estudió
para ser Mecánico Tornero en la Escuela Industrial y luego ingresó
al liceo pero no se adaptó. “El cambio fue muy grande”.
Su padre
le dijo que si no podía estudiar tenía que trabajar. “Había
roces y malos entendidos prácticamente a diario.”
SOLEDAD,
ALCOHOL Y DIABETES
En 1986
empezó a trabajar en el Parador Rocha. “Arranqué bien de abajo,
desde que se entra la leña y se barren los depósitos hasta todos
los cursos de mozo que pude hacer que ellos me pagaron y salí
adelante. Me independicé y al poco tiempo caí en ese veneno que es
la bebida”, cuenta.
“Ni
hablar de lo que hay ahora, pero en aquel momento fue la bebida, que
le hace mal a todo el mundo y es tremendo el daño que ocasiona a un
diabético”, señala.
“No
me daba cuenta, pero yo era un chiquilín que al llegar a casa no
tenía quien me diera un tirón de orejas. Tuve que golpearme mucho
para darme cuenta. Me cuidaba en las comidas, me aplicaba la insulina
pero tomaba, y los fines de semana me excedía también y no cumplía
la dieta”, asegura Brancaccio.
Empezó a
tener problemas con la vista.
“Me
traté en COMERO a manos de la una doctora llamada Lidia Rivero. Me
llevó al Sanatorio Americano y a la Clínica del Cetao. Todo eso
derivó en que tengo una retinopatía diabética proliferante que se
estabiliza si uno está controlado. Si no hay control, avanza y puede
llevar a la ceguera”.
“UNA
OPERACIÓN QUE SALIÓ MAL: NO ME INFORMARON BIEN”.
El
análisis de la presión ocular dio que tenía más del doble de lo
normal lo que le provocó una lesión y un coágulo en uno de los
ojos.
“Me
hicieron una cirugía que ellos llamaron de ojo abierto para
succionar el coágulo sanguíneo para probablemente recuperar la
vista. No había perdido la visión, veía flashes de luces porque la
visión estaba tapada por el coágulo. La cirugía salió mal. Hubo
cosas que no se me explicaron como era debido como que, una vez
perdido, el líquido ocular no se restaura. El ojo me quedó dañado,
me desfiguró un poco el rostro.
“LA
MAYORÍA TE DA VUELTA LA CARA.”
Todo eso
me shockeó mucho, sumado al peso de llevar sobre los hombros una
enfermedad que uno sabe que va a estar ahí hasta el último día y
fue una angustia muy grande”, afirma.
Toda es
situación le trajo consecuencias que lo marcaron por mucho tiempo
“Cuando
uno es chiquilín cree que lo conoce mucha gente pero cuando llegan
los momentos de apretar, mucha de esa gente no está y la mayoría te
da vuelta la cara. Decidí hacer borrón y cuenta nueva y a quien me
daba la oportunidad de escucharme, si era un compañero o un amigo o
algún familiar también, que me reprochaba que me había saludado y
yo no había respondido yo les decía: no te veo”.
“Lo
decía lagrimeando, con toda la hombría que me acompaña.
Y
les dije: si tú pretendes mi saludo mi saludo va a estar, pero va a
depender de que tú te anticipes. Así se fue dando hasta que fui
reconociendo el timbre de la voz y eso fue llevando a desarrollar
los otros sentidos”.
“LENTES
Y LUPAS IMPRESCINDIBLES PERO INACCESIBLES.”
“En
la mutualista siempre he tenido que andar como pechándome con las
cosas para conseguir que un profesional me atienda o para poder
trasladarme a que me den otra opinión o un tratamiento. Soy socio
hace cuarenta y un años, desde que nací. Uno va con un problema
buscando soluciones que a veces no llegan e indirectamente a veces se
termina complicando más”.
“Los
pocos elementos que hay para los no videntes y para quienes tenemos
Baja Visión tienen un costo altísimo. Uno necesita lupas o lentes
con aumentos similares a lo que puede ser una lupa, algunos
regulables, otros fijos, con protector de sol, una cosa muy completa.
Una lupa
de esas tiene un costo promedio de 15 mil pesos y la mayoría no
podemos pagarlos”.
QUEREMOS
CREAR LA FUNDACIÓN “POR EL DERECHO A VER”
“En
Uruguay hay mucha gente que a la que dan por ciega y no lo es, tiene
muy Baja Visión, explicó la Profesora e Perla Mayo en
una charla que dio en agosto en el Club de Leones. Hay instrumentos
especiales para que la persona pueda ver algo, el problema es el
costo”.
La
Profesora Mayo está trabajando para formar una Fundación en Rocha,
como la están haciendo en Maldonado y otros departamentos para en
primer lugar, recabar información.
Mucha
gente ha solucionado el problema de las cataratas, por ejemplo, por
medio del Hospital de Ojos.
En
mi caso, los médicos cubanos me dijeron que para mí ellos no tienen
solución, que no tratan ese tipo de enfermedades”.
EL
BASTÓN VERDE: FUNDAMENTAL PARA EVITAR ACCIDENTES
“Uno
de los muchos temas que se plantea la gente que trata de formar la
Fundación es brindarles un bastón verde fluorescente a las personas
de Baja Visión.
Eso
evitaría muchos siniestros, porque la persona que viene en el
vehículo estará alertada que esa persona tiene poca visión.
También es fundamental tener las luces encendidas porque eso ayuda a
la persona con Baja Visión. El trabajo de la Fundación permitiría
tener una estadística de cuáles son los problemas en cada
localidad”.
“Cuando
uno va a subir a un ómnibus se encuentra con la intolerancia de
mucha gente y ese es un problema muy grave. Tampoco hay solidaridad,
alguien que ayude a una persona con problemas a subir, bajar, a
cruzar la calle. Acá en Rocha eso hace mucha falta”, destaca.
LA VIDA
SIGUE. LA ESPERANZA TAMBIÉN.
Osvaldo
puede ver televisión pero no leer subtítulos ni palabras, salvo que
sean muy grandes.
Cuenta que
la luz del día le quita visibilidad porque llega más rápido el
encandilamiento. En su caso al tener visión, y además baja, en un
solo ojo, muchas veces se ha chocado contra paredes y los bancos de
la plaza. Acompaña a su hijo de cinco años cuando ve los dibujitos.
“Nos divertimos y le explico cosas que de repente no entiende.”
No usa
bastón porque él, asegura, no es ciego y seguirá luchando para
mejorar su actual capacidad de visión y su calidad de vida.
RECUADRO
Según la
Organización Mundial de la Salud por cada persona ciega en el mundo
hay seis que tienen Baja Visión. Veintinueve millones son no
videntes, 246 millones están en esa situación que poco conocemos.
Uno suele
pensar que hay gente “corta de vista” y que con lentes se
soluciona. No es así, las personas con Baja Visión ven poco, muy
poco o casi nada, aún con lentes.
La OMS
afirma que el ochenta por viento del total mundial de casos de
discapacidad visual se puede evitar o curar.
Un
paciente con Baja Visión es aquel que no ve con lentes
convencionales, tiene problemas en su vida diaria para realizar
actividades como cocinar, desplazarse, leer, mirar la televisión,
escribir, ver la caras de las personas, caminar solo, tiene una
dependencia con otra persona para que lo ayude en todo lo cotidiano.
Los
problemas de Baja Visión no pueden ser solucionados con lentes
convencionales, ni con cirugías.
Existe una variedad de causas diferentes de la visión baja,
incluyendo, pero sin limitarse a las siguientes:
La degeneración macular (la causa más común de la visión baja;
incluye el daño de la visión central de una persona, lo que
dificulta la lectura, conducir, o realizar otras actividades diarias
que requieren la visión central, fina).
El envejecimiento (el envejecimiento es un factor de riesgo de la
visión baja, sin embargo, personas de cualquier edad pueden resultar
afectadas).
Los defectos congénitos (presentes al nacer).
Una herida.
Una enfermedad (incluyendo la diabetes).
Otras enfermedades del ojo (por ejemplo, el glaucoma, las cataratas).
El examen
del oftalmólogo puede indicar la necesidad de realizar un
tratamiento para su rehabilitación visual.
Desde hace
muchísmos años la Prof. Perla Mayo se encuentra dedicada a la
investigación y trabajo con pacientes de Baja Visión.
Especializada
en España, comenzó a desarrollarse en Argentina en primer lugar en
hospitales y escuelas, para luego su posterior desarrollo en el área
social y privada de Baja Visión.
Cuenta con
una experiencia de más de 21000 casos atendidos en todo el país, y
desde 2007 a la fecha también en Uruguay cuando el Club de Leones le
dio su apoyo para desarrollar su actividad.
El
mes próximo viajará nuevamente a Rocha en el marco de la Campaña
el Derecho a Ver.
El
Este entrevistará en breve a esta especialista para conocer su
trabajo y las posibilidades de una vida mejor para los pacientes.
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