¿NO
LO VIERON A MOLINA?
ORLANDO
MOLINA: UNA VIDA DE PELÍCULA CON HISTORIAS DE TAXI Y DE TANGO.
Trabajó
veintinueve años en el cine, los mejores de su vida, dice.
Las
dos primeras películas que se vieron en Rocha fueron Juana de Arco
con Ingrid Bergman y Valentina, con Olga Zubarry.
La
gente lloraba porque se agotaban las localidades.
Cuenta
de un tiempo sin tanta tecnología en el que la gente salía,
conversaba, se reunía, tenía una intensa vida social. Una ciudad a
la que venían artistas nacionales e internacionales de primer nivel.
Hoy
la televisión encajonó a la gente, asegura.
Fue
taxista durante cuarenta y cinco años. Tiene mil historias.
Un
día creyó que había perdido una pasajera. Miró hacia atrás y no
había nadie.
Cantaba
tangos como su admirado Hugo del Carril. Cuenta por qué decían que
era hijo de Gardel.
“Mi
mamá tuvo la desgracia de criar sola a sus siete hijos”, afirma.
Recuerda
con mucho amor a su hermano Ramiro quien a los quince años se puso
la familia al hombro y se hizo cargo para que todos pudieran salir
adelante.
A
los ochenta y cuatro años dice orgulloso que su vida ha sido
maravillosa como su señora Elida, con quien cumplió 58 años de
casado.
Orlando
Molina es un personaje popular muy querible.
La
Nueva Gaceta mantuvo esta cálida entrevista con él.
Orlando
Molina
“Devolví
una billetera con treinta mil dólares y me dieron unas monedas de
propina. Tenía 22 años. Lo volvería a hacer a cambio de nada”.
¿Cómo
fueron sus primeros años?
Nací
en el Pueblo 19 de abril en 1927 .Éramos nueve hermanos, mi padre
era panadero. Por esas cosas de la vida mis padres se separaron y mi
mamá tuvo la desgracia de criar a sus hijos sola. Se vino con todos
nosotros y mi hermano Ramiro que tenía 15 años, se hizo cargo.
Alquilamos una casita para seguir juntos. Yo tenía dos años, mi
hermanita menor uno, las edades eran cuatro, seis, ocho y así. El
mayor tenía 16.Empezamos a ir a la escuela, Ramiro empezó a
trabajar de zapatero en lo de Jacinto Guerra .Después empezó con
la venta de diarios. Llegó a tener un reparto fabuloso que le
dejaba buena ganancia. No sólo los diarios de la mañana. De
tardecita estaban El Plata, El Imparcial, El Uruguay, La Razón,
era increíble la cantidad de diarios que había.
Era
la época en que se vendían cientos de miles de diarios por día
Sí,
se vendían y vendían. Mi hermano luchó y luchó y ya fuimos
creciendo.
Los
primeros años, en la infancia fueron duros, el único que trabajaba
era Ramiro con quince años .Nos criamos en el Barrio Las Ranas
frente a la escuela 44. Yo era muy andariego, tenía seis o siete
años y gracias a Dios nunca pasamos necesidad. Mi mamá había
comprado una máquina Singer y empezó a hacer costuras para
Marcovich , para Korseniak , Bárcena, que se hacían bombachas para
la gente de campaña y ropa de todo tipo.También cuidaba enfermos
.Era una vida sacrificada pero gracias a Dios todos éramos
trabajadores ,desde chiquitos trabajábamos, yo haciendo mandados.
Había…cómo podemos decir… un comercio que se llamaba Molino
Rojo y el dueño era muy amigo de nosotros, de mamá, porque estaba
enfrente y le decía “¿No me presta a Orlando para ir a hacerle un
mandado a las muchachas?” Tú te imaginarás el trabajo de las
muchachas…Molino Rojo…Y hacía los mandados y siempre andaba con
plata, nunca tenía problemas .A veces el bolichero de la esquina,
Aquiles Bacigalupi, se iba a sestear y me dejaba cuidando y cualquier
cosa yo los llamaba. Fuimos así, tironeando, hasta que prácticamente
llegamos a hombres.
Uno
de mis hermanos se empleó en la peluquería de Romualdo Ubal, que
era además una agencia. Todos se fueron empleando. Uno de ellos
siendo mayor entró en el banco, Amílcar. Son todos fallecidos, el
único que va quedando soy yo. Otro en el ferrocarril. Yo entré en
el cine cuando ya tenía veintidós años. Entré en el 52 hasta el
82.Casi 29 años. Después me compré un taxi, hice cuarenta y cinco
años de taxi. Hace cinco años lo vendí y me jubilé. Mi vida ha
sido linda porque en el cine viví cosas maravillosas. Dejaba el taxi
donde estaba Onda en aquel momento y me iba al cine. Yendo hacia
atrás, mi hermano Ramiro me mandó a la Escuela Industrial .Hice dos
años, salí de Aprendiz adelantado, me fui a Montevideo, trabajé un
año y volví para acá. Ahí Ramiro me dijo que iban a abrir un
cine. “Yo voy a entrar de accionista así puedes trabajar. Va a ser
la forma que puedas entrar porque hay como quinientos apuntados”,
me dijo. Un amigo de él, Gumersindo González y el Croqueta Losada
le dijeron que para que yo tuviera trabajo él tendría que hacerse
accionista y por eso pude entrar y estuve esos 29 años en el cine.
¿Así
que inauguró el cine?
¡Sí!
Al llegar el cine…en Rocha la repercusión fue impresionante. Las
dos primeras películas que se dieron fueron Juana de Arco y
Valentina .Me acuerdo que Juan José Miguez era uno de los actores y
Olga Zubarry. Se llenaba, la gente lloraba porque no podía sacar
entrada porque se agotaron. Y los días que daban películas de Hugo
del Carril, Libertad Lamarque, Palito Ortega, todos esos artistas
famosos, era imposible conseguir entradas porque se llenaba. No había
otra cosa en Rocha y el cine era la gran novedad. Lo que había era
fútbol, carreras de caballos.
Y
la vida social en los clubes, que era muy intensa…
¡Ah
sí! el Club Social, el Rocha Athletic, el Obrero, también se
llenaban sábado y domingo. La gente iba y había loterías y esas
cosas.
¿Y
cómo se portaban los gurises en el cine?
Cuando
daban películas de Tarzán eran insoportables, imposible hacerlos
callar. Pataleaban y yo con la linterna los alumbraba y se callaban
un poco. Hay que ver que eran muchachos chicos y era una época
distinta, respetaban. Uno los retaba y paraban. Hoy en día si retas
a un chiquilín de diez años te mandan a pasear.
Cambió
mucho la sociedad. Antes un ladrón era una desgracia en la familia,
era impresionante la tristeza que sentía una familia a la que le
llevaran preso a un hijo porque había robado. Hoy todo es diferente,
a veces hasta los mismos padres los mandan a robar y está metida la
droga que ha destrozado todo. La vida de antes era sana, tranquila,
muchos amigos, la gente era una familia.
La
gente ya no se visita, a no ser algún hermano .Sobrinos y primos ya
no se va como íbamos antes a ver al tío o a la tía .Todo eso se
terminó ya. La televisión hoy encajonó a la gente .La gente está
con el mate, el té, ocho o diez horas mirando televisión. No se
sale. En aquella época iban al cine, a los clubes, a los cafés, el
café Guardiazábal, El Globo se llenaba, se jugaba a la conga, al
casín también, la gente jugaba mucho al billar. El restaurante El
Globo donde después fue el Trocadero y después las Tiendas
Montevideo y ahora es ese local enorme vacío.
Había
otros lugares donde la gente iba, los bares, los clubes…En ese
tiempo el que tenía radio era un crack, ni la Spica estaba. Íbamos
al Globo a escuchar las peleas de Joe Louis, de Primo Carnera, todas
aquellas peleas. Yo era un niño, no me dejaban entrar, me escondían
abajo del mostrador. Había una radio Philco, me acuerdo como si
fuera ahora .Otra cosa que había era la pelota vasca que se jugaba
en el Club Unión, que yo fui uno de los grandes jugadores. Jugué
mucho a la pelota dura y a la pelota argentina. Era un club que daban
de comer y había billar también. Y también se llenaba.
No
había toda esta tecnología de hoy pero había una vida sana de
relación, la gente se encontraba cada dos o tres días. Hoy verse
con un amigo cuesta, porque ese amigo está atareado o con mucho
trabajo o está mirando televisión con la familia.
También
venían artistas de Montevideo e internacionales, ¿no?
En
el cine por ejemplo, fue una época impresionante de venir artistas
extranjeros, venían españoles, argentinos, chilenos. Acá tuve la
suerte de conocer a aquellos famosos como Hugo del Carril, Mercedes
Simone, Blanquita Amaro, Antonio Tormo, Edmundo Rivero, Charlo y
Sabina Olmos que eran actores y cantores. Vi una compañía española
fantástica también que trajo a un tenor que fue una locura
Ferruccio Tagliavini,
y la Comedia Nacional que
venía con todas sus primeras figuras y se quedaban una semana
actuando. Se llenaba, era una cosa impresionante. A mí me tocó
hacer de acomodador cuando vino una de esas veces.
¿Cómo
fue la etapa del cantante?
A
mí siempre me gustó mucho cantar y un día hicieron, un programa
que se llamaba Rincón Gaucho y me invitaron. Eran los años sesenta,
en la Difusora Rochense y ahí estuve un tiempo, cuando estaba en
Julián Graña, pegado a Cotec. También cantaba Abriola, Navarrito
que son todos muertos, ¿no? Enio Machado, en su juventud, el payador
Alonso, Julián Pérez que era recitador, que era peluquero ahí
pegado al cine con otros más. Eso fue antes que estuviera el cine.
Había una peluquería ahí. De cuatro o cinco sillas. Julián era el
que conducía el programa y yo estuve ahí mucho tiempo cantando.
Después se vino la televisión, el canal 7 por entonces, y me
contrataron para cantar dos o tres canciones para ver cómo salía en
circuito cerrado en el Club Social. Y fui a cantar ahí. Y salió
espléndido todo. La gente decía ¡pero dónde estabas cantando
Molina que te vimos en televisión clarito! Y después canté como
tres o cuatro meses ya cuando se inauguró el local del canal en
Orosmán de los Santos. Ya cantaba en los clubes, cantaba con
Panchito Teibo en el Club Obrero. Cantaba también Enio Machado.
¿Era
parte de la orquesta típica de Panchito Teibo?
No,
pero la gente me hacía cantar .Él tenía sus cantantes, pero yo
llegaba cuando salía del cine a las doce y media de la noche y me
paraba ahí y la gente empezaba ¡“que cante Molina, que cante
Molina”! y a Panchito no le gustaba mucho porque tenía que parar
el baile y la gente se paraba y yo cantaba. Los temas de moda eran
Tiempos Viejos, Muñeca Brava y otros muchos más y bueno, me
aplaudían a rabiar, la gente me aclamaba. Yo cantaba en guitarra, me
gustaba la guitarra, pero cantaba también en orquesta. Mano a Mano,
me acuerdo que me lo hacían cantar dos o tres veces porque yo había
aprendido mucho los ademanes viendo en el cine .Antes los cantores se
metían las manos en los bolsillos y no hacían nada .Yo miraba los
ademanes de Hugo del Carril y los hacía.
Y
más en las películas de él que veía: Pobre mi madre querida, El
negro que tenía el alma blanca, El último payador. Cuando daban
películas de él se llenaba, la gente lloraba por verlo. Y vino a
Rocha. Tuve la suerte de estar al lado de él conversando y con
Voltaire Barbone que ya era muy por el cine, salimos con él del hall
y vinimos acompañándole hasta el Hotel Arrarte, enfrente. Y
Barbone le dijo “este muchacho canta, Hugo” y él dijo “qué
bien, sí, yo vi que un muchacho cantó una canción que yo canto
desde que tenía pantalones cortos”. Mientras él firmaba
autógrafos el Chicharra me dijo, Orlando ven, prueba estos
micrófonos con un tango y yo empecé a cantar Tiempos Viejos,
aquella de los muchachos de antes no usaban gomina y él miró,
porque yo era muy hincha de él, cantaba con esa voz impostada y se
dio cuenta que lo estaba imitando un cantante que hacía práctica
con los micrófonos. Y esa noche hablamos un rato y él me decía
para “poder triunfar te vas a tener que ir a la Argentina” y me
dio su teléfono y me ofreció ayudarme. Siempre me acuerdo. No
salió. Nunca fui a la Argentina. Le pedí algo de recuerdo y me dejó
una foto que la guardé tiempo y tiempo y después desapareció de
casa y me regaló un pañuelo también .Todos esos artistas que
venían los atendía yo, les llevaba lo que necesitaran al camarín.
Me
acuerdo siempre cuando vino Miguel de Molina, ¡qué fantástico, qué
hombre, cómo cantaba! Flamenco cantaba. Lo atendíamos con Sosa, el
otro acomodador y le llevábamos té, cantaba dos o tres canciones y
se tomaba el té, se lo traíamos de lo de Fraguglia que estaba a
la vuelta.
Hubo
un señor…las tres funciones que hizo Miguel de Molina: matinée,
tertulia y noche y a las tres fue a verlo este señor, ¡qué
increíble!, ¿no? En agradecimiento por atenderlo, Miguel me regaló
un perfume que cuando me lo puse las mujeres andaban atrás mío
diciéndome qué perfume era. Molina, ¡qué perfume tan divino! Y a
Sosa le regaló un par de guantes de cuero preciosos forrados de
corderito.
Con
Pancho Teibo salíamos a jugar a la pelota a la cancha del Unión y
se armaban cada partidos brutales. Empezábamos a las dos de la tarde
y terminábamos a la una o las dos de la mañana jugando. Siempre
recuerdo a Raúl Manzoni, un gran tenor que venía a Rocha, que fue a
cantar a Italia, al Milán y venía al Unión porque eran muy amigos
con Pancho que tocaba el piano y él cantaba. Y cantaba Granada,
Princesita, era una locura aquello, era de noche ya y la gente se
amontonaba en la ventana.La función era privada, para nosotros,
porque éramos amigos y a él la gustaba la caña añeja y así,
entre canto y copetines, pasábamos hasta la madrugada. Era hijo de
Rocha, estudió en Italia, primo hermano de Coco, el joyero.
En
la época aquella la gente salía a pasear, iba a los cines, a los
clubes, a mirar vidrieras, había un entusiasmo de la gente de salir
de los barrios para poder venir al centro. Hoy en día con la
locomoción, las motos, los autos, el centro se hace difícil para
andar, hay más gente que antes sí pero no es la gente aquella que
se saludaba y paraba a conversar media hora en la vereda o en la
plaza. Hoy todo el mundo anda apurado, son muy pocos los que andan a
pie y en ese aspecto ha cambiado horrible. También la televisión
saca a mucha gente de noche. Antes se salía a pasear, a caminar, la
gente cenaba y salía a dar una vuelta hoy ya no, hoy cenan y se
ponen a mirar televisión o más bien siguen mirando televisión. Hay
más movimiento, más trabajo, más comercios, el centro está lleno
de comercios chicos medianos y grandes. La gente gasta, consume pero
no convive. Los vecinos se juntaban a jugar a la lotería, todo eso
se perdió. La gente está metida para dentro. De día se justifica,
la gente tiene que hacer sus tareas, es un movimiento mucho más
grande que antes sin lugar a dudas. La misma familia se ha dejado de
ver y a veces ni los hermanos se visitan como se iba antes a prosear
.Tengo sobrinas que no me van a ver, yo he ido pero ellas no vienen y
eso que ya va a hacer seis años que estoy jubilado.
Hay
una anécdota que dice que usted comentaba en broma en los bailes que
era el hijo de Gardel.
Eso
fue un chiste de diez puntos que hizo Julio Méndez, el hermano del
Dr. Méndez Benia. “No te enojes Orlando, pero yo les conté a
algunas personas que había estado Gardel en Rocha y que había
tenido un romance y que tú eras su hijo”, me contó un día.
Alguien dijo que yo cantaba cosas de Gardel y tenía cosas parecidas
y por eso a él se le ocurrió esa historia. Todavía mi hermano
Ramiro me dijo ¡”ché! ¿Qué hiciste”? La gente empezó después
a murmurar (se ríe)… ojalá digo yo, sin desmerecer a mi padre…
sería multimillonario. Nunca lo dije en ningún baile no. Era una
cosa que la gente comentaba...
Veamos
un poco la vida del taxi…
¡Cuarenta
y cinco años! Si tendré historias… Percances...pinchaduras,
rupturas y quedarse en un camino a cuarenta kilómetros de Rocha como
me pasó una vez que fui a llevar ahí a los montes que plantaban
eucaliptos, eran argentinos y un día me perdí, y se hizo la noche.
¡Ah muchacho!... y no salía y no salía… y bueno, preguntando un
hombre me explicó. Los argentinos me habían dicho todo mal y me
hicieron perder, anduve cerca de Maldonado .Yo estaba enloquecido
porque decía, ahora qué hago, no voy a llegar con el gasoil que me
queda. Llegué como me indicó el hombre hasta donde había un señor
que tenía camiones y camionetas. Me llenó el tanque, ¡no me cobró
nada! De eso hace veinte años por lo menos, fue cuando recién
empezaron a plantar ahí. Llegué como a las once de la noche a casa,
cansado pero contento
Otra…esta
parece increíble. Estaba jugando Uruguay por las eliminatorias con
Ecuador, un rival bravo, nos iban ganando uno a cero. Suena el
teléfono en la parada y dicen “ah Molina me puedes venir a
buscar”, ya le conocí la voz y me dije justamente ahora, estaba
mirando la tele en lo de Catete. Hará unos ocho años, y voy y le
digo ¡pero no tenías otro día para irte para Montevideo! y me dijo
“no te hagas problemas, llamo a otro” y le dije ¡no! , te llevo
pero eso sí, apúrate. Entonces cargó el equipaje, abrió la
puerta y pum, la cerró. Digo bueno, está. Y arranqué con la radio
prendida escuchando el partido y cuando voy por el hospital le digo¡
pero ché ,estos no aprenden nunca más a jugar al fútbol, fíjate
erran los goles en la puerta del arco!, miro para atrás ¡y no
encuentro a nadie! Era una mujer, pero ¿qué pasó? pensé, ¡la
perdí! Volví y en la casa me estaba esperando. La señora cargó
el equipaje, abrió la puerta y la cerró para darle un beso a la
madre y yo creído que había subido. Cuando lo contaba era una de
risotadas… ¡Anduve solo como quince cuadras!, (se ríe). Había
terminado el primer tiempo ya y por suerte empatamos.
Y
otra vez, me subió una señora gorda, muy gorda y no me cerraba la
puerta, subió adelante. Y yo iba despacito conversando con ella y al
doblar la esquina del cine se me cayó la mitad del cuerpo para
afuera y como iba tan despacito frené y la alcancé a agarrar de la
ropa, mira si le llego a pasar por arriba a esta mujer, quedó con el
cuerpo en el zócalo de la puerta.
Me
pasó una vez con una embarazada que yo venía que no llegábamos a
tiempo y yo con un susto tremendo y “apúrate Molina, apúrate
Molina que me vienen los dolores y voy a tenerlo acá” y yo no
sabía nada, ¡qué iba a saber yo de partero!
Y
la bajo en el hospital, la ponen en una camilla y el chiquilín
empezó a salir. Fue cuestión de segundos: toqué bocina, la bajé,
la pusieron en la camilla y lo tuvo. Y como esas muchas historias.
Cuénteme
algo de su hermano Ramiro
Ramiro
fue un personaje, una persona excepcional, maravillosa. Crió a sus
hermanos .Hizo de padre, de hermano y de amigo .Él se hizo desde
abajo, vendiendo diarios para que nosotros no pasáramos necesidades
.Se fue para una casa ahí en lo de los Bosco y puso una agencia ,
en la esquina estaba Bernini donde después estuvo el Banco la Caja
Obrera .Ahí empezó a trabajar y trabajaba espléndido. Tenía
revistas, diarios, salón de lustrar, lotería relojes, pulseras,
repuestos de termos, regalos. Había un señor Vázquez que trabajaba
con una jardinera con la que venía desde la estación del tren a
Rocha y repartía las encomiendas casa por casa. Él le traía los
números de lotería a Ramiro y se pusieron de acuerdo que cuando
quedaran sin vender, los jugaban en sociedad. Una vez les quedaron
cuatro números ¡y salieron con la grande! Y ahí empezó Ramiro a
crecer .Compró la casa frente al Trocadero, ahí puso lo mismo que
tenía pero ya con más categoría, más moderno, como una boutique
persa puso. Y cinco lustradores permanentes. No se daba abasto, la
gente ni soñar que fuera a usar championes, te estoy hablando de
hace cincuenta años por lo menos. Los escribanos y abogados le
dijeron por qué no ponía venta de timbres y terminó siendo
representante. Era impresionante, todo el mundo iba a comprar allí.
Mira lo que era Ramiro…un día de calor brutal estaba tomando mate
conmigo en el cordón de la vereda, yo era muy chico todavía, y pasa
un señor Santana Fernández, multimillonario, vivía en la
callejuela cerca del Banco República de ahora. Siempre le llevaba
una tira de lotería, ese día pasó con la señora y le dijo:
“Ramiro, no me guardes la tira, hoy no la voy a llevar, no tengo
plata.” Y Ramiro le dijo “no te hagas problema, me la pagas
cuando quieras”. Dijo“no no no no me la guardes”. Ramiro me
dice “está loco, hace años que la lleva y va a dejar la tira”.
Caminó veinte metros y se dio vuelta y le dijo “ya sabes Ramiro,
no me la guardes, véndela”. Ramiro insistió y el hombre siguió
que no y no. Se jugó la lotería y mi hermano prendía la radio ¡y
sale la tira con la grande! Mi hermano perfectamente se podía haber
quedado con la plata. Fue a la casa de este señor, golpeó y el
dueño de casa le dijo “qué andas haciendo, te dije bien claro que
no la quería así que si me vienes a cobrar estás frito”
“No”,
le dijo Ramiro, “te traje la tira porque sacó la grande”. El
hombre lo miró asombrado, con los ojos enormes, no podía creer. “Y
me traes la tira le dijo, que la podías haber vendido, quedarte con
ella”.Pero bueno, Ramiro era así (se le quiebra la voz), Ramiro
era maravilloso, lo que hizo por nosotros. La honradez que tenía. El
Dr. Anza padre le decía “pero mijo te quedaba la vida resuelta con
eso”, la gente quedó asombrada. Ramiro era un hombre excepcional.
Iban los médicos, los abogados a la agencia a prosear con él porque
tenía una conversación tan agradable. Él se ponía a hacer cuentos
y la persona que lo escuchaba quedaba encantada y no se quería ir
.Siempre recuerdo que iba gente de categoría a la humilde agencia de
él. Y otra vez volvió a sacar, no la grande pero sí mucha plata. Y
sacó también la señora en sociedad con el enano Portela, un enano
que vendía lotería. Yo digo… ¡cómo Dios ayuda!, porque él
siempre fue tan generoso con nosotros y con nuestra madre, con mamita
que le compró una casita para que viviera pobrecita. Después le fue
mal y quedó casi sin nada. Fue demasiado generoso. Agarró el Club
Irineo de Espada y faltaba un jugador que si no jugaba el cuadro
podía perder y entonces mandaba a buscarlo a Velázquez en un taxi o
a La Paloma o a Castillos. Los jugadores esos le pedían que les
saliera de garantía de un crédito “que me caso Ramiro” y él
llamaba por teléfono a un gerente que era íntimo amigo suyo (porque
era un tipo taca taca, en el banco jamás nunca quedó debiendo nada)
y el gerente le daba y el tipo pagaba una o dos cuotas y después
tenía que pagar Ramiro. Y ahí se fue viniendo abajo .Llegó a ser
garante de 32 créditos sociales y la mayoría no pagaba y él era
tan honesto como ingenuo en esto. Y por eso le fue muy mal al final
de la vida.
Mi
vida ha sido maravillosa en todo aspecto. Jamás tuve problemas
económicos porque siempre trabajé. Trabajé también en el Banco
Hipotecario, trabajé un tiempo de mensajero, después fue que entré
al cine. Esos 29 años fueron los más hermosos, acomodador, portero,
boletero y después fuimos un día a Montevideo con Ramiro y un
señor que vendía autos y compré el taxi. Después fui cambiando de
coche, tuve un cero kilómetro y lo vendí porque me parecía mucho
lujo. Y después tuve un último coche que era un Opel muy bonito de
los tantos que tuve, iba mejorándolos. Mi vida en matrimonio ha sido
maravillosa. Llevo 58 años casado con Elida, mi señora y con gran
felicidad porque ella ha sido maravillosa. Discusiones como en todos
los matrimonios, pero me siento muy realizado con ella. Tengo dos
hijos, en realidad tres porque crié una sobrina de mi señora desde
los dieciocho meses por problemas de sus padres, divorcio y esas
cosas. Tengo a Gerardo, también taximetrista, a Jorge y Elizabeth
nuestra hija postiza. Y cinco nietos. La vida me ha dado muchísimo.
Cuénteme
alguna anécdota que jamás olvidará de tantos años…
Juana
de Arco y Valentina fueron las dos primeras películas que dio el
cine. Se llenó y la gente lloraba porque quedó afuera. Esa noche
al terminar la primera función, me encontré una billetera llena de
plata. Llamé a mi compañero y me dijo “estamos hecho piedra”!.
Le dije no, esto es una fortuna, vamos a esperar que seguro la van a
reclamar. Al rato sube alguien a toda máquina por la planta alta, un
empresario muy conocido, desesperado. Le dije :ya sé qué te pasó.
Me miró fijo y me dijo:” Perdí la billetera con treinta mil pesos
para pagar sueldos y a un montón de acreedores”. No te preocupes
porque yo la encontré, aquí la tienes, le dije. De la emoción me
abrazaba y de repente se dio la vuelta y se fue. Y cuando iba bajando
la escalera le dije ¿y no dejas para una Coca y los cigarros? Y nos
dejó unas monedas apenas. Hubiera agarrado una chala de mil y decir
muchachos tomen, porque si hubiéramos sido otros yo me quedo con
ella que fui el que la encontré. Pero yo no iba a hacerlo. En ese
momento eran como treinta mil dólares. Eso salió en los diarios, y
toda la gente me felicitó por la honestidad. Lo hubiera vuelto a
hacer así no me hubieran dado nada. Todo lo que encontraba se lo
daba a Améndola, relojes, anillos, paraguas. A veces poníamos
avisos en la radio. Me habían criado muy bien en mi casa, mi hermano
me crió con honestidad, tenía veintidós años, había otra
cultura, otra honradez.
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