RELOJERO
DOMINGO GUERRA
“La
gente corre tras las cosas materiales y
la
vida se le va volando sin poder hacer nada”.
Escribe
Juan José Pereyra
Tiene 73
años, está jubilado y tiene una hermosa familia. Vivió siempre del
trabajo de sus manos. De niño se hacía sus juguetes y los de sus
amigos. Arreglaba todo. Un día se puso a arreglar relojes sin saber
el nombre de las piezas. Después aprendió la teoría en la Joyería
de Waldemar Silva.
Siendo muy
chico trabajó en El Este y fue testigo del duelo a sable entre su
Director y un militar argentino.
Es un
hombre con una vida muy rica y muchas cosas para compartir.
Esta es
sólo una parte de su historia contada en el programa Cuarto Poder de
Radio Fortaleza.
“Siempre
agradezco a Dios porque mis manos no se humedecen.”
Uno tiene
que tener un tacto especial y es fundamental tener la mano seca que
no humedezca las piezas al tocarlas porque se oxidan. El reloj
mecánico sobre todo requiere que uno lo trabaje con las manos.
Por
más que está la herramienta, siempre al colocar una cuerda lo toca.
Le agradezco siempre a Dios el tener las manos secas lo que es muy
importante para mí porque con mis manos he vivido toda mi vida.
Siempre me
gustó desde niño arreglar y fabricar cosas. Nací en Brasil y
República Española y allí comencé a hacer juguetes y a arreglar
juguetes de otros niños y ahí nació mi manualidad.
Mis padres
me rezongaban porque a veces gastaba un cuchillo golpeando con el
martillo para cortar y hacer ruedas para los coches y camiones. Un
día, ya con necesidad de trabajo comencé a reparar algún reloj
despertador, después me tocó un reloj de campana con el péndulo.
Me dio una
gran satisfacción porque veinte años después el dueño me lo trajo
y me dijo que en su casa estuvieron trabajando unos albañiles y el
reloj se paró. Hace tantos años y siempre anduvo tan bien me dijo y
yo le dije no puedo arreglarlo tan bien si no no me conviene. Son las
grandes satisfacciones que le da el oficio a uno.
“El
reloj mecánico no contamina y es mejor”.
Hoy es más
fácil porque el reloj a pila no requiere tanto trabajo .Se cambia la
pila o si ya no sirve se cambia el módulo de la máquina.
El reloj
mecánico, aquel reloj de bolsillo que tiene más de cien años, aún
se puede hacer marchar y es una satisfacción poner esas máquinas
tan añejas en funcionamiento.
El reloj
mecánico es ecológico. Los suizos quieren volver a él porque no
contamina nada y da más mano de obra pero habría que preparar
nuevamente técnicos. El reloj a pila contamina mucho, las pilas
contaminan mucho y además el reloj no tiene el valor del mecánico.
Comencé
solo, sin conocer el nombre de las piezas. Hice al revés, la teoría
la aprendí después.
Iba a la
Joyería Schenechenburger de Waldemar Silva a comprar algún
repuesto y él siempre me decía que trabajara allí. Un día cuando
me fui del Ejército donde estuve un tiempo ingresé como empleado.
Aprendí
muchísimo con él que era un experto en relojes de bolsillo y los de
pared aquellos que había. Eso fue allá por el 63 o 64.
“El
cronógrafo del Dr. Luciani”
El Dr.
Luciani tenía un cronógrafo. La gente los llama cronómetro. Pero
el reloj que da la hora y mide el tiempo se llama cronógrafo. Tenía
escala pulsométrica y él lo usaba para tomar el pulso. Lo llevó
porque se le había roto la cuerda. Me lo dio y le dije que para el
otro día ya estaría.
Cuando
se fue, Waldemar me dijo: pero Guerra, ¡es un cronógrafo! Y yo le
dije: si no arreglo este reloj me voy a plantar papas. Yo tenía idea
clara de cómo arreglarlo porque todo tipo de reloj tiene un calibre
por el cual uno pide el repuesto, por el cual uno se guía por la
altura de los ejes. El calibre viene estampado en la platina del
reloj. Lo arreglé, se lo mostré a Silva antes de ponerlo en la caja
.Se quedó encantado y me dijo que nunca había tenido un relojero
tan completo.Para mí fue un orgullo porque yo comencé
artesanalmente a armar y desarmar relojes y trabajar en la joyería
era una gran satisfacción.
LOS
AÑOS DE EL ESTE: TESTIGO DE UN DUELO A SABLE.
Comencé a
trabajar en el diario El Este allá por los años 50. El Director era
Patrocinio Páez Peña. Los otros patrones eran Ángel María Pereyra
y Jaurés Marchand que eran los dueños.
Estaba
donde estuvo Casa Ábila muchos años, en Ramírez y Lavalleja. Páez
Peña había puesto en un titular que los argentinos venían a
sacarle el pan a los uruguayos. Había habido una revuelta en
Argentina y un capitán había pedido asilo político y estaba
viviendo en Rocha.
El asunto
terminó en que el militar le mandó los padrinos. Se pactó que iba
a ser un duelo de esgrima a primera sangre. Patrocinio tenía como
profesor al Mayor Píriz que en ese tiempo era Alférez. Las clases
eran en la imprenta, en el diario.
“¿CÓMO?
¿OTRA ESCOBA?
Retiraban
las mesas enormes y hacían espacio. Como no tenían sable, quebraban
el mango de la escoba. Yo siempre cuando llegaba a la imprenta de
mañana temprano limpiaba todo. Limpiaba papeles o algún diario que
hubiera quedado en el piso y engrasaba la vieja Marion, la imprenta.
Hacía los preparativos para el trabajo diario. Como la escoba no
tenía mango fui a pedirle dinero a Pereyra, el Pocho, que era el
administrador además de ser dueño y me dijo “! qué cómo si
hacía dos días había comprado una, que dónde estaba!” Y le
mostré que no tenía mango y dijo “! pero qué cosa horrible!
¡Ojalá que lo mate el argentino!”. Fue muy cómico.
Llegó el
día del duelo y se prepararon en el salón principal del Centro
Comercial, el mismo salón que se mantiene hoy, claro que
refaccionado.
Se
saludaron, el saludo reglamentario que es un toque con el sable y
Patrocinio le cruzó el pecho al Capitán pero no lo cortó. El
Capitán muy hábil, era un profesional, le enredó el sable y lo
pinchó en el antebrazo .Sangró y ahí terminó el duelo. Fue un
segundo.
Podría
haber sucedido una muerte porque dependía dónde se hirieran pero el
Capitán se ve que no quiso más que eso.
Empecé a
trabajar a los doce. Patrocinio era un hombre muy especial, muy
enérgico, se enojaba, era muy temperamental. Cualquier cosa ya se
enojaba. Era un gran Director y hacía muy buenos editoriales pero
tenía esa su forma de ser.
EL
TALLER PROPIO, LA CONSTRUCCIÓN DE LA FAMILIA
Cuando me
independicé seguí haciendo trabajos para la joyería porque
Waldemar ya tenía problemas de salud y trabajaba menos. Me traía
los trabajos y los hacía en casa.He vivido toda mi vida arreglando
relojes. En este momento aunque estoy jubilado tengo 52 años de
oficio y gracias a Dios mantuve la familia, crié los hijos.
Fui casado
por segundas nupcias. Del primer matrimonio tuve tres hijos: dos
viven en Montevideo y la más chica de esa familia en el Chuy. Con mi
esposa, que había quedado viuda, hace ya 44 años que tenemos el
matrimonio.
Con ella
tenemos un hijo que es conocido como deportista y como Escribano,
Álvaro Guerra. Un gran estudiante, nunca perdió una materia. Una
vez que perdió un examen vino muy angustiado pero lo salvó
enseguida. Muy buen estudiante y nos dio muchas satisfacciones porque
siempre los padres hacemos un sacrificio para tener los hijos en
Montevideo estudiando pero valió la pena porque salió adelante y
hoy para nosotros es un orgullo.
Aparte
jugaba al fútbol y nos ayudaba mucho porque jugó mucho tiempo en
Tabaré y le pagaban los pasajes. A veces lo veíamos hasta mitad de
semana porque venía a las prácticas.
Estudiaba
junto con Pablo Ballesta, otro muchacho excelente que es como un hijo
para nosotros también porque se recibieron juntos. Está en
Maldonado Pablito ahora, es abogado.
“El
tiempo siempre es el mismo aunque para la gente vuele”.
El tiempo
no se ha acortado, es siempre el mismo.Uno trabaja en eso, lo mide.
Es el mismo. La Biblia dice que los últimos días se acortarían…
La gente
vive corriendo tras lo material. Las cosas cuestan mucho y la gente
hace un gran sacrificio para mantener o hacerse de un nivel de vida
que pueda disfrutar.
No es como
antes que disfrutábamos de salir a correr en el campo o de unas
vacaciones con tranquilidad, en una carpa, por ejemplo. Hoy la gente
requiere otras cosas. El cine se llenaba incluso si hacía dos
funciones. Después vino la televisión y después el video y la
gente empezó a dejar de salir porque veía las películas en la
comodidad de su casa.
Después
vino el DVD y ahora los televisores van cambiando permanentemente y
la gente corre tras esas cosas sin darse cuenta que con los
sacrificios y la carrera el tiempo se le va y la vida se le va
volando con ese tiempo sin poder hacer nada. Pasan los años y
siempre corriendo tras eso.
Y
si el vecino tiene un nivel de vida así él quiere tener uno un poco
mejor. No es culpa de la gente. Es una sociedad de consumo que hace
que la gente corra tras las cosas .Por eso el tiempo se ha acortado.
Porque ya no hay tiempo ni de dialogar con la familia.
“SE
VA ENFRIANDO EL AMOR DE LA FAMILIA”.
Cuando
chicos éramos nueve hermanos .Nos sentábamos todos a la mesa porque
mi padre trabajaba y a las 12 del mediodía cuando sonaban las
campanas de la iglesia había que estar peinado, con las manos
limpias y sentados a la mesa. Y se dialogaba, se hacían cuentos y en
la cena igual.Hoy sale cada uno para un lado y los diálogos en la
familia prácticamente ya no existen. Con eso se va enfriando el amor
de la familia y con eso viene la otra cosa terrible que es la
corrupción.
Los padres
a veces no saben dónde están sus hijos y a veces es por el trabajo
o por una cosa o por otra, no es algo intencional sino que es la
sociedad de consumo que lleva a eso.Al juntarse la muchachada en los
momentos de ocio sin la vigilancia de los padres pueden agarrar para
cualquier lado, el alcohol, la droga, para cualquier lado.
“LA
JUVENTUD ES PRECIOSA”
No es
culpa de ellos, es culpa de esta sociedad de consumo.La juventud es
preciosa y la persona joven debe hacer sus cosas y marcar su camino
en su juventud. Porque después que ya tenemos unos años es más
difícil.
El joven
debe marcar su camino y después van a ser el espejo de lo hijos y
esos hijos van a seguir su camino si son bien enseñados y protegidos
en el seno familiar.
Por
eso la familia es lo más importante que hay en la vida de cada uno
para que salgan buenos hijos, buenos nietos.
Tengo una
familia muy linda, mis nietos ya están creciendo pero igual, cada
vez que me ven vienen y me dan un abrazo, un beso y eso es
importantísimo. Siempre hay que estar con ellos.
Muchas
veces fui a la escuela a enseñarles a hacer una cometa, a hacer
alguna cosa porque hay que ser así. Si los hijos lo necesitan
dondequiera que estén uno tiene que estar y ayudar y demostrar y ser
ese espejo correcto de la vida, para sembrarles los valores más
importantes que hay que tener.
Porque
no es tener cosas sino tener valores. Poder demostrar a cada persona
que uno durante toda su vida estuvo en un camino correcto, no se
desvió nunca ni se dejó llevar.
“Retiraban
las mesas enormes de la imprenta para practicar esgrima. Como no
tenían sable, quebraban el mango de la escoba”.
“No
es culpa de la gente. Es una sociedad de consumo que hace que la
gente corra tras las cosas. Por eso el tiempo se ha acortado. Porque
ya no hay tiempo ni de dialogar con la familia”.
“Si
los hijos lo necesitan uno tiene que estar y ser ese espejo correcto
de la vida para sembrarles los valores más importantes que hay que
tener. Porque no es tener cosas sino tener valores”.
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