Un millón de indignados brasileños se lanzan a las calles
Las protestas en Brasil siguen
aún cuando en las mayorías de las ciudades se revocaron los aumentos al
transporte, medida que había desatado la ira. Las manifestaciones
siguen para exigir que se frene con el gasto desmedido para el Mundial de Fútbol 2014
Las autoridades brasileñas están protegiendo edificios, bancos y tiendas en las principales ciudades ante la inminente concentraciones de cientos de miles de personas convocada para protestas en más de 80 ciudades.
El Movimiento Passe Livre (MPL), grupo izquierdista que venció la puja y logró el cese del aumento del boleto en Rio de Janeiro y Sao Paulo el jueves, convocó a las manifestaciones para festejar la victoria política ante los dos principales estados de Brasil.
El diario O Globo publicó que la expectativa es de un millón de personas en las calles. El gobernante Partido de los Trabajadores (PT) convocó a participar de la manifestación en la Avenida Paulista de Sao Paulo para reivindicar las políticas de la presidenta Dilma Rousseff.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, a su vez, canceló el viaje que tenía previsto la semana próxima a Japón debido a la convulsión social que vive el país.
En Salvador de Bahia, la policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma contra parte de los 20.000 manifestantes concentrados a 2 km del estadio donde juegan Nigeria y Uruguay por la Copa Confederaciones, que les tiran piedras para intentar traspasar una barrera policial, según periodistas de la AFP en el lugar.
Al menos un manifestante fue herido por bala de goma, y también hay un policía herido. "La gente en Salvador tiene la sangre caliente, van a matar a alguien. Esto no es Sao Paulo, tenemos sangre negra e india", dijo a la AFP un manifestante, Paulo Roberto, tras la acción policial.
Por primera vez, algunos sindicatos, organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos -incluido el gobernante Partido de los Trabajadores (izquierda) y la Unión Nacional de Estudiantes (UNE)- declararon su intención de participar en las marchas, portando sus banderas.
Pero en Sao Paulo, integrantes del PT fueron recibidos con hostilidad por los manifestantes, que coreaban contra ellos insultos de grueso calibre y les gritaban "¡Oportunistas!"."¡Vayan para Cuba!", "¡Vayan para Venezuela"!, gritaban los manifestantes a los integrantes de la UNE.
Decenas de miles más se concentraron en la Iglesia de la Candelaria, en el centro de Rio de Janeiro, y marchaban hacia el estadio Maracaná, donde se enfrentaron España y Tahití (10-0).
"¿Hay mucha gente en el Maracaná? Imagina entonces en la fila de la emergencia de un hospital público", se lee en una pancarta.
En Brasilia, la capital del país, los manifestantes marcharon hasta el Congreso y se dirigen ahora al palacio de la Presidencia, cantando "Soy brasileño con mucho orgullo". La policía frena su paso con varias barreras de seguridad.
"Hasta el Papa renunció, Feliciano, tu hora llegó", cantan los manifestantes, pidiendo la renuncia del diputado y pastor evangélico Marcos Feliciano, que preside la Comisión de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara baja y es acusado de homofobia y racismo.
Un grupo de indígenas Xicrin del estado amazónico de Pará se suma a la protesta con sus pinturas en el rostro, plumas, arcos y flechas. "Tenemos que proteger nuestras tierras y nuestras selvas", dice uno de ellos.
En Recife, otra sede de la Copa Confederaciones, un ensayo general para el Mundial del año próximo, más de 100.000 personas ganaron las calles, según la policía. A medida que la multitud avanza pacíficamente por el centro de la ciudad, la gente les lanza papeles blancos desde lo alto de los edificios.
Gigantescas marchas se desarrollan en unas 100 ciudades y nada presagia el fin de este movimiento apolítico, que carece de liderazgos identificados.
Brasil vive dos semanas de manifestaciones masivas seguidas con represión en las principales ciudades del país originadas por el movimiento que reclama la tarifa cero en los transportes públicos.
Edinho, presidente del PT en Sao Paulo, pidió que las manifestaciones no "giren hacia la derecha contra el sistema democrático". Según el diario Folha de Sao Paulo, el ex presidente Luiz Lula da Silva recomendó a Dilma Rousseff hacer una reforma de gabinete.
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