A
las 11 horas y 33 minutos arribaron al país las familias sirias que
en carácter de refugiadas permanecerán por algún tiempo
prudencial, de acuerdo a lo dispuesto por el gobierno uruguayo.
Considerando la importancia que esto significa para nuestro país,
debemos señalar que no es la primera vez que esto sucede en
condiciones similares, y teniendo como escenario este enclave
fronterizo de Chuy-Chuy.
Para
muchos los mal llamados “turcos “fueron llegando al Estado de Río
Grande a partir de 1890 procedentes fundamentalmente de Siria y
Jordania. Para otros, también eran turcos los vascos, italianos,
portugueses, japoneses y hasta los gallegos, siempre que entreveraran
el idioma de los “baisanos” uruguayos. Por aquellos años eran
muy pocos los ciudadanos que emigraban para los países
desarrollados, teniendo en cuenta el grave problema que se vivía por
culpa de los conflictos armados y la crisis económica que los mismos
generaban. Por este motivo fueron surgiendo dos tipos de emigrantes.
Los de carácter económico que buscaban mejores condiciones
laborales y los refugiados que buscaban asilo político. El destino
era incierto y había que abandonar el territorio patrio porque las
guerras los empujaban hacia puntos desconocidos, dejando familiares,
amigos y lugares que de alguna manera poblaban sus recuerdos durante
la travesía. A esta línea divisoria comenzaron a llegar salvo
raras excepciones en los primeros años del 60 los adelantados de la
colectividad árabe, sufriendo en primer término el desarraigo de
toda corriente migratoria. Nuevas costumbres en tierras extrañas
donde la meta principal estaba centralizada en el ascenso económico
que ayudara de alguna manera a superar el sentimiento de soledad, al
tener que convivir con personas diferentes. Sin embargo encontraron
siempre a la población de Chuy-Chui con los brazos abiertos en una
demostración hospitalaria poco común, pero que se ha mantenido
inalterable cada vez que alguien busca un lugar en “la tierra
prometida”. En la actualidad un alto porcentaje de los habitantes
de esta ciudad no nacieron sobre la línea divisoria y pese a que
llegaron en busca de una vida mejor que lograron en su gran mayoría,
es evidente que siguen aferrados a los sentimientos afectivos de su
tierra natal. Señalaba recientemente la periodista uruguaya
Graciela Vera desde España que “ hubo una época en que emigrar
resultaba relativamente fácil. En estos años las medidas de control
que ponen en práctica los países receptores nos hacen renegar y
poner el ejemplo de aquel Montevideo que veía descender de los
barcos, riadas de gente en busca de pan. A la gran mayoría de ellos
les dimos mucho más que pan. Pero no se lo regalamos, eran
emigrantes, llegaban a una tierra de promisión donde había mucho
para hacer.” También llegaron a esta frontera muchos extranjeros
que por distintas razones debieron abandonar sus países, sus hogares
y sus familiares en busca de la tierra prometida donde pudieran
trabajar en paz. Si tenemos en cuenta el desarrollo demográfico que
ha experimentado esta frontera a través de su historia, nos
encontramos con un alto porcentaje migratorio procedente de diversos
países europeos que buscaron paz y tranquilidad en este enclave
fronterizo. También a partir de 1960 se fueron integrando algunos
sirios, libaneses, judíos y japoneses, dando comienzo a una dinámica
comercial que fue la palanca generadora del desarrollo zonal. Es
posible que estas notas contengan un sentimiento afectivo y hasta de
agradecimiento hacia los primeros extranjeros que se fueron afincando
en esta frontera. Pretendemos de esta manera ir encontrando la
fórmula para no perder definitivamente el rastro de las familias
que con su esfuerzo fueron construyendo esta ciudad. Entre los
primeros palestinos en llegar a la frontera recordamos a Ibrahim,
Fathi, Fair, Abdala, Shaer y Karim, quienes fueron ganando su
espacio en actividades comerciales, impulsando el desarrollo y
también integrándose posteriormente a las actividades sociales y
culturales de la frontera, fundamentalmente a través de sus hijos y
nietos. Es posible que las costumbres, el idioma y esa mezcla tan
especial de español, portugués, italiano, japonés, alemán y árabe
le haya otorgado a esta frontera una manera muy particular para
distinguirla del resto del departamento y quizás del país.
También la manera de vivir, incluyendo la enseñanza y el trabajo
con un “yeitiño” muy arraigado entre sus habitantes haya creado
siempre abundante material para quienes han dedicado mucho tiempo a
estudiar el folclore fronterizo. Hay acontecimientos que son
realmente sorprendentes, emotivos y reveladores de situaciones que
nunca hubiéramos imaginado. Tal lo sucedido durante algunas
entrevistas realizadas a los integrantes de la colectividad árabe en
esta frontera. En primer término llama la atención el poco apego a
este enclave fronterizo, revelando una visión distinta a la que
pueden tener quienes nacieron en la zona. Por supuesto que debemos
tener en cuenta que se trata de una opinión comercial, de la que no
podrán apartarse pese a los años transcurridos en esta ciudad. Sin
embargo es fácil advertir en algunos casos un poco de angustia y
temor por la situación actual, recordando con un dejo de nostalgia
sus países lejanos, sus familiares, sus amigos y hasta los símbolos
nacionales que un día reverenciaron para afirmar su idea de país.
En esta frontera nunca sintieron que su identidad se podía degradar
con las nuevas costumbres al abandonar el pasado, no tener presente
ni saber cuál sería su futuro. Otro detalle a tener en cuenta está
relacionado con el manejo de la moneda y sus variantes, motivados por
los cambios bruscos que experimenta la cotización. Acostumbrados
a manejar la referencia del dólar en países de estabilidad
económica (no social) no se conforman con los cambios que
experimenta la moneda brasileña. Para ellos mientras el dólar ni
siquiera ha cambiado de nombre, ni de formato permaneciendo
inalterable la figura de Washington, en estos países han desfilado
más de 20 personajes en los últimos años para distinguir el valor
con la figura impresa de hombres y mujeres que se han destacado en
distintas áreas. Para la gran mayoría de los integrantes de esta
colectividad, lo principal ha sido desde el primer momento la
instalación de un comercio y permanecer en él la mayor parte de su
vida, aunque se tenga que pagar el precio emocional que puede
provocar la soledad y el aislamiento que sobrellevan algunos ante
las dificultades para lograr una efectiva integración social. Los
comienzos pueden haber sido más fácil de lo esperando, pero es
evidente que en los últimos años las dificultades se vienen
acentuando y el sueño de la riqueza fácil ha desaparecido. Para
muchos ha quedado en el olvido la travesía del atlántico en un
barco de tercera con mucho hacinamiento en sus bodegas. Ahora sus
descendientes toman algún amargo, juegan al truco, tienen una
institución social, cementerio, fundaron un equipo deportivo que
llevó al fútbol fronterizo a los primeros planos del deporte
nacional y en un hecho sin precedente plantaron un olivo
conjuntamente con un representante de la colectividad judía. La
tradición democrática de esta frontera está muy arraigada en cada
uno de sus habitantes que recibió siempre de brazos abiertos sin
distinción de credos ni de ideologías políticas a quienes fueron
llegando con sus maletas en busca de paz, tranquilidad y trabajo.
Khader
Khaled, fundador de Supermercado Maracaná en 1962.
SALEH YUSUF
SAID, padre de los fundadores de
Supermercado
Cairo, durante su visita a Chuy en el
Año 1970.