Escritor y periodista Julio Dornel
LAS PALMERAS DE “DON
BERNARDO”.
Por Julio Dornel.
La lluvia de aquel invierno
del 37, había derretido los terrones del rancho “aduanero” de
Pancho Rodriguez, mientras los depósitos de Bender parecían una
isla en la inmensidad del arroyo desbordado por la creciente. Ese fue
el panorama que encontró el nuevo “boticario” que arribaba a 18
de Julio para hacerse cargo del negocio de Ernesto Pradere, con la
experiencia elemental que había adquirido como “lavador de
frascos” en la farmacia Failache de la ciudad de Castillos. Sin
carrera definida en la facultad, ni el examen de idóneo, el joven
Bernardo Ventura con el apoyo invalorable del Dr. Héctor Lucian
Canzani, se fue ganando la confianza de la población que además de
“boticario”, le otorgó de inmediato los títulos de enfermero,
partero y hasta de doctor. Con mobiliario prestado por Don Segundo
Ferreira, (el padre de Lucio) armó su vivienda de recién casado,
mientras en la pieza del frente, un mostrador con mampara protegía
el primus a queroseno donde se fabricaban principalmente los jarabes
mezclados con yerbas como lo medicaba el doctor. Es posible que la
medicina por aquellos años no fuera todo lo científica que es en la
actualidad, pero podemos asegurar que tampoco se basaba en la magia
de los videntes, ni en influencia de los astros. Posteriormente se
radicó
en esta ciudad (Chuy) donde cumplió un verdadero apostolado, basado
en una generosidad sin límite hacia las clases más necesitadas,
anotando en una libreta, los medicamentos salvadores que reclamaban
los pacientes y que no siempre se pagaban. Hombre del Partido
Nacional, sufrió en varias oportunidades los avatares propios de la
política y las injusticias que esto generaba. Delegado, edil y
presidente de la Junta Local en varias oportunidades, tuvo la
oportunidad de concretar diversas obras que reclamaba el pueblo por
aquellos años. En un documento publicado en la revista “NUESTRO
HORIZONTE” que dirigía Casas Garibaldi, en setiembre de 1994, el
arquitecto José Nuñez Villalba, nos relata los pormenores que
rodearon la plantación de dos palmeras frente al edificio de la
Sucursal del Banco República y que todavía podemos comprobar.
“Apreciado Casas Garibaldi: En el año 1962 estuve bien contactado
con el Chuy, por haber proyectado el Banco de la República de esta
localidad y asumido la dirección técnica del edificio. En las
etapas finales y entrando en los aspectos de jardinería y
urbanística, surgieron dos temas: 1º) Estaba interesado en obtener
dos palmeras, de una altura de 3 metros, para colocar en los retiros.
Con tal deseo conversé con el Presidente de la Junta Local, en esos
momentos el Sr. Bernardo Ventura. Asombroso fue su dedicación sobre
este particular, encarando el tema como un asunto personal y fue a la
zona del Fuerte San Miguel, donde retiró
esas dos plantas con máquinas adecuadas. Personalmente las trajo a
Chuy, y se ocupó
de realizar las excavaciones y plantarlas en el lugar previamente
seleccionado. En mi mente se grabó para siempre el esfuerzo y la
voluntad de ese hombre para ayudar a mejorar la estética de ese
edificio. Años después al volver a Chuy, y verlo desprovisto de
árboles, porque un presidente de la Junta había ordenado el corte
de todos los árboles
del ornato público, pensamos que su gestión lo mostraba desprovisto
de los mínimos conocimientos requeridos para ocupar un cargo
público. Lo saluda atte. Arquitecto José Nuñez Villalba”. Han
pasado más de 50 años y la palmera (queda una) de Don Bernardo,
continúa
embelleciendo el espacio urbano del edificio del Banco República que
da a la calle que con toda justicia lleva el nombre de “Bernardo
Ventura”. En las pequeñas cosas, es donde se observa con más
nitidez la grandeza del hombre.