El
secretario de estado norteamericano, Mr. John Kerry, anduvo de gira
por los países árabes para convencerlos de la necesidad de formar
una coalición internacional para atacar en forma conjunta al
ejército islámico fundamentalista y terrorista de ISIS.
El
plan, según les explicó Larguirucho, consiste en que Usa y sus
aliados europeos- que ya anduvieron complotando, digo cocinando,
perdón, deliberando en Escocia, cómo tacklear el asunto- les den a
los árabes armas, entrenamiento de combate y apoyo militar aéreo, a
cambio de que ellos pongan la carne de cañón. Perdón, las tropas
militares en tierra.
Ya
que el ejército iraquí leal al gobierno, salvo los kurdos, no sirve
para nada.
Pero
los norteamericanos consideran a los kurdos como una manga de
terroristas pro- iraníes, por lo tanto no confían demasiado en
ellos.
Y
los que sí sirven y están muy bien entrenados por los mismos
norteamericanos, en la época en que eran amigos del alma con Sadam
Hussein, son los sunitas que hace rato se pasaron al bando de los
de Isis.
Ya
que el sucesor shiita de Sadam los echó para poner hombres de su
tribu.
Y
encima tienen todo el armamento que Usa les dejó antes de retirarse
de Irak, cortesía de las flamantes y mal entrenadas tropas iraquíes
que salieron corriendo de Mosul dejando todo, aún antes de que
llegasen los de ISIS.
El
problema es que los gobiernos de la región no están muy convencidos
con tan magnífico plan.
Primero,
porque consideran que todo este embrollo es consecuencia directa de
la invasión norteamericana a Irak para derrocar a Sadam Hussein,
seguida por las primaveras árabes made in USA y la empantanada final
en Siria en su intento de voltear al gobierno de Al Assad.
Segundo,
eso de que ellos deben de poner a su gente en el frente de batalla,
les recuerda a un famoso comentario de un general norteamericano que
decía:- “Ser patriota no significa ir a morir por tu patria, sino
convencer al otro bastardo para que muera por la suya.”-
Con
cierta lógica sospecha, los árabes deducen que en esta guerra, “los
bastardos” son ellos.
Tercero:
mientras escuchaban los argumentos de Kerry, llegaron las noticias de
que el Papa Francisco apoyaba esta movida militar internacional
contra ISIS, por considerarlos un engendro del demonio.
-“¿Dónde
se ha visto- preguntó indignado un obispo que oficiaba de vocero de
prensa del Vaticano- que en nombre de su dios una religión salga a
perseguir, torturar y matar a los que no son del mismo palo?”-
De
inmediato varias manos se alzaron desde las comunidades judías y
musulmanas, para recordarle lo de las Cruzadas Santas y la
Inquisición.
El
obispo los ignoró, diciendo que eso había sido hacía mucho tiempo
y que en todo caso no los habían masacrado por no ser del palo,
sino porque eran infieles y sacrílegos que es totalmente distinto.
Y
pasó a sacar el as que guardaba en su manga: -“¿Dónde se ha
visto que en nombre de su dios, una religión persiga, lapide,
ahorque, queme y ningunee a las mujeres por considerarlas inferiores
a los hombres?”-
Desde
el sector femenino surgieron miles de manos levantadas para
recordarle que la Iglesia Católica sigue sin permitir la ordenación
de sacerdotisas. Y antes de que el cura pudiese responder, desde las
profundidades de la tierra aparecieron manos huesudas y cenicientas
de las miles de mujeres torturadas, ahorcadas o enviadas a la
hoguera, bajo la acusación de ser brujas y tener pactos con el
demonio.
Furioso,
el obispo arremangó sus sotanas y con un -“¡Con Uds. no se puede
hablar, manga de herejes del primero al último!”- se volvió a
meter en el Vaticano para reunirse con el resto de los obispos que
estaban ideando maneras de sacarse de encima al- “Qué se cree el
argentinito”- que les está arruinando la fiesta con sus manías de
parecer austero.
Menos,
claro está, un obispo argentino que vive en Roma que estaba tratando
de explicarle al Santo Padre que vive en Roma y que también es
argentino, cómo fue que aparecieron cuatro kilos de cocaína en su
auto privado.
Ya
que la versión que dio su secretario privado, un también cura
argentino, de que el auto había sido robado del taller mecánico de
su amigo el Pocho que le estaba dando una mano, ya que en todo el
Vaticano no había ninguno que pudiese limpiarle el carburador, no se
la cree nadie.
Bueno,
la cuestión es que la bendición papal para salir a pelear contra
los infieles islámicos de ISIS, en vez de ayudar a la causa
norteamericana, medio como que cayó como un balde de agua fría
(je) sobre el ya poco entusiasmo de los gobiernos, en su mayoría
islámicos, de la región.
Al
parecer, no tienen buenos recuerdos de las cruzadas cristianas contra
los moros.
¿Significa
esto que nadie podrá parar la avanzada de ISIS?
Niet.
Porque en realidad toda esta movida norteamericana es una pantalla
para disfrazar el hecho de que USA volverá a desembarcar con sus
tropas en Irak y como al descuido, en Siria. Cosa que pasará en un
futuro no muy lejano.
Y
preparando ese futuro, Obama ha decidido enviar tres mil hombres a
los países africanos afectados por el ébola. Junto, claro está,
con ayuda humanitaria, medicinas y médicos.
Los
tres mil soldados van a ayudar a levantar las tiendas de campaña.
¿Viste?
El
hecho de que estén tan cerca de Irak y puedan acudir, de ser
necesario, casi al instante en su rescate, no tiene nada que ver.
Nada.
L.M.V.