Que
Chile, vigente campeón de América, y de muy buenas actuaciones en
los últimos torneos internacionales, no haya clasificado al Mundial,
es sorpresivo, pero en el contexto de una eliminatoria como la
sudamericana –tal vez la más pareja y competitiva de todas-, no
resulta inaudita su eliminación.
Que
Estados Unidos tampoco haya clasificado resulta igualmente
sorpresivo. Especialmente porque en los últimos 20 años se ha
transformado, junto a México, en una de las potencias futbolísticas
de la zona geográfica en la que le toca jugar. Pero en el contexto
mundial es una selección de mediano calibre, y se sabe que el fútbol
es un deporte de segundo orden en ese país. Por ello tampoco resulta
inaudita su eliminación.
Exactamente
lo mismo puede decirse respecto de las eliminaciones de Camerún,
otro campeón continental que faltará a Rusia 2018, y de Holanda,
que contaba con el reciente antecedente de su no clasificación a la
Eurocopa de 2016.
Lo
inaudito. Futbolísticamente inaudito. Es la eliminación sufrida por
la selección italiana. Jugando de local en Milán, no pasó del
empate a 0 con Suecia, y de esta forma, por primera vez desde 1958
(curiosamente, el mundial jugado en Suecia) faltará a una cita
mundialista. Para bien y para mal, los amantes y seguidores del
fútbol seremos testigos de hechos históricos: mientras selecciones
como Panamá e Islandia juegan su primer Mundial; Italia, cuatro
veces ganadora del máximo torneo de selecciones, por primera vez en
casi tres generaciones no lo hará.
Pocas
cosas hay más seguras en el mundo fútbol que Italia jugando un
Mundial. Solo el infaltable Brasil, y Alemania, autoexcluida en el
30’ y excluida por razones políticas en el 50’, han tenido una
presencia más constante.
Por
eso, que falte Italia, resultaba un escenario tan inimaginable como
una Fórmula 1 sin Ferrari, a Roma sin el Coliseo, o a Miguel Ángel
negándose a pintar la cúpula de la Capilla Sixtina.
Tal
vez resulte injusto con el valor deportivo de Suecia. Una selección
que no es ninguna recién llegada en el plano futbolístico. Por el
contrario: entre las selecciones que nunca han ganado un Mundial,
probablemente forme parte de las que cuentan con más y mejor
historia, junto a Holanda, Hungría, Portugal, República Checa
(heredera de la vieja Checoslovaquia) y Perú.
Pero
es que a ese nivel llega el estupor global generado por la
eliminación tana. Y de paso, como masaje al frío ego sueco, realza
la imagen de hazaña que tuvo su empate de visitantes.
Puede
decirse, o más bien debe decirse, que hace varios años la Azzurra
no pasa su mejor momento deportivo. Al Campeonato Mundial ganado en
el 2006, siguieron dos rápidas eliminaciones en primera ronda en
Sudáfrica 2010 y Brasil 2014 (con mordida de Suárez a Chiellini y
cocazo providencial de Godín incluidos), con la final de la Eurocopa
de 2012, perdida en forma contundente contra España, como estrella
fugaz de gloria.
Que
Buffon, con sus 40 años a cuestas, más allá de su innegable
talento y profesionalismo, siguiera siendo el dueño del arco del
seleccionado, tal vez sea el mejor resumen de una selección
talentosa, sí, pero envejecida, de juego timorato, y en la que los
jóvenes que se han ido sumando nunca llegaron a dar la talla ni a
suplantar a las viejas glorias que se fueron retirando.
Como
uruguayo, siempre he sentido que por estilo y carácter el fútbol
italiano es el más parecido al nuestro: defensivo, épicamente
tenaz, táctico hasta el aburrimiento, enjundioso y corajudo hasta la
emoción. Más cómodo jugando al contragolpe que practicando un
fútbol atildado.
Con
lo que pasó siento que somos un poco más parecidos, los siento un
poco más cercanos a los 60 millones de sufridos italianos, que
alternan entre la furia, la decepción, la resignación y la tristeza
por esta eliminación.
Desde
la experiencia de haber visto varios mundiales teniendo que alentar a
otras selecciones (USA 94’, Francia 98’ y Alemania 2006’)
también puedo decir que, tal vez, un golpe como este era lo que el
fútbol italiano precisaba para recomenzar de nuevo. Para dar paso a
un nuevo proceso deportivo e institucional, más sólido, más
planificado, volviendo a las raíces, pero incorporando nuevas
metodologías.
Hace
muchos años que el otrora fútbol más rico del mundo, ha perdido
terreno frente a ligas como la española, la inglesa y la alemana.
¿Hace cuantos años que no sale un jugador italiano que la descosa?,
¿que sea un Clase A?, en el puesto que sea. Me remito al ejemplo
mencionado de Buffon, pero podría mencionar a Chiellini, Barzagli, y
De Rossi, todos ellos mayores de 30 e inamovibles de la selección
hace varios años.
Está
en ellos hacerlo o seguir por el mismo derrotero. Materia prima para
recuperarse tienen. También amor propio y vergüenza. Y de sobra.