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domingo, 29 de octubre de 2017

¿Yo?... uruguayo (por Rodrigo Tisnés) Buenos Aires y los porteños vistos por un uruguayo recién llegado.



De todas las experiencias que hasta ahora he tenido en Buenos Aires, una de las más increíbles, por su contexto, y porque como expresé en Facebook, ni en mis más febriles delirios me habría imaginado viviendo algo así siendo un recién llegado. Me refiero, por supuesto, a mi participación en un programa de televisión argentina.
Efectivamente. Así como lo leen. En la semana que fue del lunes 23 al viernes 27 de octubre estuve, en calidad de participante, en Mejor de Noche, programa emitido por Canal 9 de Argentina y producido por Kuarzo (que es, o era, Endemol), el cual es conducido por Leo Montero, y sale de lunes a viernes de 21:50 a 23:00.
Para quien no lo conozca, se trata de una adaptación del viejo formato de programas de preguntas y respuestas sobre cultura general, del tipo “Salven el Millón”, “¿Quién quiere ser millonario?”, o el clásico “Martini Pregunta” (también había uno conducido por Berugo Carámbula, cuyo nombre no recuerdo); en este caso, consiste en una ruleta gigante, alrededor de la cual se sitúa a 6 participantes a quienes se asigna una zona de la misma (por ejemplo entre colorado el 16 y negro el 23), y el participante en cuyo sector del juego caiga la bola debe responder una pregunta de cultura general, que puede ir desde Historia (Argentina o Universal) hasta Farándula, pasando por Geografía, Deporte, Arte (en todas sus disciplinas), Gastronomía, Religión, etc. Todos los días se va generando un pozo de dinero, que se puede llevar el participante al que le toque la Última Bola del juego de esa noche, que debe responder una pregunta. Tanto en esa Última Bola, como en las que se tiran de color blanco durante el programa, las preguntas son de múltiple opción (12) y existe la chance de reducir la cantidad de opciones dos veces (a 6 y a 3) con la correlativa disminución del dinero en juego.
Se trata de un programa ágil, entretenido, divertido, y que mantiene –un poco a contrapelo de la tendencia actual- el estilo de programas que, de alguna forma, buscan premiar el saber o la cultura general. Podría objetarse que lo hace mediante un formato mercantilizador, y que el show alrededor trivializa la cultura y el conocimiento… francamente, y con todo respeto, me parecen argumentos dignos de rancios sofistas.
En caso de que no se hayan percatado, se trata de uno de mis programas preferidos de la televisión argentina desde que llegué. Me corrijo: uno de mis POCOS programas preferidos.
Ahora, bien, una cosa es que sea un asiduo espectador y otra muy distinta que me haya pasado al otro lado de la pantalla. Supongo que los lectores se preguntarán cómo sucedió.
Nada más complicado que un mensaje de whatsapp y un casting. Aunque la historia es un poco más larga. Comencé a ver el programa a mediados de agosto. Una de esas noches que lo veía, y cuando ya tenía más o menos clara su dinámica, pasaron las formas de anotarse para participar del mismo. Una era mediante mensaje de whatsapp. La vez siguiente que lo hicieron tuve preparado el teléfono para registrar el contacto en el celular, y al otro día envíe el mensaje donde expresaba mi interés en ser participante. Pasaron dos, tres, cuatro días sin novedades y me olvidé por completo del asunto.
Al decimotercer día recibo un mensaje de Mejor de Noche. En el mismo decía que para participar había que ir un día a determinada dirección, entre ciertas horas, y hacer un casting que consistía en completar dos planillas y sacarse una foto. De las dos planillas, una era con información personal, y la otra una breve cuestionario de cultura general.
Salí del lugar dudando que me convocaran nuevamente. Es que del cuestionario, una vez que salí y pasó la euforia del momento, repasé mentalmente mis respuestas y me di cuenta que había fallado aproximadamente en la mitad: una en que la respuesta era Verdi y puse Mozart, otra de geometría, y varias de geografía e historia reciente Argentina. Mi esperanza era que las de geografía universal, historia regional, y literatura me salvaran; unido a que tuviesen la contemplación que siendo un recién llegado, mal podía saber cuál era la estación de trenes de no sé dónde diablos ni el nombre del Partido de Mar del Plata.
A esto se sumaban mis nada positivos antecedentes en Uruguay. Intenté participar tanto en “¿Quién quiere ser millonario?” como en “Salven el millón”, fracasando con total y absoluto éxito en ambos casos. En el primero, debo haber llamado unas 5 o 6 veces, contestando siempre bien la pregunta telefónica, pero esa era toda mi participación.
Enarbolando la ética de la derrota con entereza, me olvidé por completo del asunto, pero sin evitar imaginarme contestando en lugar de los participantes que veía semana tras semana, hasta que, una mañana, a principios de octubre, me llegó un mensaje de whatsapp de remitente desconocido. Era una productora del programa, preguntándome si tenía disponibilidad para estar en la semana del 23 al 27… Hay mensajes en la vida que son para responder sin reflexionar. Y éste era uno de ellos. Automáticamente dije que sí.
El resto es historia fresca y conocida. Y si no les resulta conocida, es ubicable por Youtube. En lo personal, aún me cuesta creerla del todo. En el poco tiempo que llevo acá en Buenos Aires, ya he participado en un programa de televisión, terminé de escribir mi segundo novela, he comenzado a escribir Teatro, amén de otra pequeña serie de logros y/u objetivos que he alcanzado o intentando alcanzar.
Sólo me resta expresar mi más hondo y puro agradecimiento a la producción de Mejor de Noche (especialmente a Paula), a las chicas de maquillaje y vestuario del Canal, a Leo, a Xoana; a Hugo, Sergio, Emanuel, Salomé y Mauricio, mis compañeros durante toda la semana; y mi familia, amig@s y conocid@s que me siguieron, apoyaron y alentaron, desde Montevideo, Rocha, Maldonado y Buenos Aires.
No crean esos infundados rumores de que se me subió la fama a la cabeza. Por más detalles, contacten con mi agente de prensa.
P.D: Mamá, te pido encarecidamente que no les creas a los buitres de la prensa de chimentos. Ya no sé cómo explicarte que con Xoana somos solo amigos.

miércoles, 18 de octubre de 2017

¿Yo?... uruguayo (por Rodrigo Tisnés) Buenos Aires y los porteños vistos por un uruguayo recién llegado.






Este fin de semana se llevan a cabo las elecciones de medio término en Argentina. En estas líneas voy a intentar aclarar qué es lo que se vota y cuáles son las opciones electorales. No es una tarea sencilla, no solo por lo desconcertante que nos resulta la política argentina a la mayoría de los uruguayos (incluso a los que vivimos aquí), sino también por lo complejo y volátil de sus sistema de partidos y alianzas, que la transforman en algo tan cambiante y voluble como las opiniones de un panel de periodistas deportivos.
Para comenzar, tres precisiones necesarias:
1) NO SON ELECCIONES PRESIDENCIALES. Son elecciones de medio término en que se renueva parte de la integración del Poder Legislativo. Es un tipo de elección que no existe en Uruguay.
2) Ni el presidente Macri, ni la gobernadora Vidal (la política con mejor imagen del país) son candidatos a cargo alguno en estas elecciones.
3) No obstante ello, el actual gobierno, la ex presidenta, y la enorme mayoría de los medios de prensa, se han encargado de fomentar y exacerbar la polarización entre ambos (“La Grieta”); dejando deslucidos y casi sin espacios (ni discurso) a las terceras alternativas.
Hechas estas aclaraciones, ¿cuáles son las opciones electorales?:
El gobierno/oficialismo se presenta bajo el paraguas de “Cambiemos”, una alianza de centro-derecha y derecha, integrado por diversos sectores y partidos políticos, incluido el PRO, el partido creado por Macri.
Uno de los partidos que integra esta alianza es la Unión Cívica Radical (UCR), uno de los partidos decanos de la política argentina. Resulta llamativo que integre una alianza de centro-derecha, siendo que tuvo presidentes asociados a ideas y proyectos políticos progresistas (al menos relativamente progresistas), como Hipólito Yrigoyen y Raúl Alfonsín. Pero para aumentar el nivel de desorientación política, en la ciudad de Buenos Aires compite contra el oficialismo, y en alianza con el Partido Socialista, impulsando la candidatura a la Diputación del exministro de Economía (de Cristina) y ex Embajador en Estados Unidos (de Macri), Martín Lousteau, en contra de Elisa Carrió.
Precisamente, la conocida y mediática “Lilita” también es parte de esta alianza. En una década y media pasó de ser una obesa política, con un discurso de barricada, y una ideología sui géneris con fuertes componentes de misticismo católico; a ser una robusta política, con discurso basado en la judicialización de la política, y una ideología anclada en una suerte de pragmatismo de la oportunidad política. En suma: una metamorfosis física, ideológica y discursiva que ni a Kafka se le hubiese podido ocurrir.
Del otro lado tenemos al Peronismo… o más bien LOS peronismos:
Un peronismo es el de la expresidenta, Cristina Kirchner, que siendo peronista se negó a ir unas internas en el peronismo, y armó una fuerza política de ocasión: “Unidad Ciudadana”, que debutó electoralmente en las internas del pasado mes de agosto. Se presenta como “el freno” posible frente a la arremetida del actual gobierno en el recorte de derechos laborales y políticas sociales. Luchando por lograr 2 de 3 senadores en la Provincia de Buenos Aires no parece que pueda ser mucho freno de nadie.
Otro peronismo es el de Sergio Massa, quien fuera Jefe de Gabinete de Cristina entre 2008 y 2009, e integrante del Partido Justicialista (peronismo) hasta 2013. Se presenta con el lema 1País. Aparenta ser la mayor de las “terceras opciones”, aunque con la polarización parece que viene perdiendo votos, especialmente hacia Cambiemos.
Lo acompañan Margarita Stolbizer, política surgida del ala más progresista de la UCR, de la cual se alejó en 2007 para crear su propia fuerza política de centro-izquierda (GEN); y el Movimiento Libres del Sur, liderados por la diputada Victoria Donda. Se trata de un movimiento político surgido en la crisis de 2001, que supo integrar una alianza con el Kirchnersimo, de 2003 a 2008. Entre 2011 y 2015, Stolbizer y Libres del Sur integraron el Frente Amplio Progresistas, una ancha alianza de fuerza de centro izquierda e izquierda (de la que Stolbizer supo ser candidata presidencial en 2015), para luego abandonarla y sumarse a las huestes de Massa.
El tercer peronismo es el liderado por Florencio Randazzo, quien fuera Ministro en el gobierno anterior. Quedó como el candidato de una parte del pero-kirchnerismo que no se fue con la ex Presidenta. Se presenta con un discurso de tipo honesto y cumplidor de los compromisos asumidos, pero parece tener tanto carisma como ir al dentista…
El cuarto (y ¿último?) peronismo, es el de los peronistas que no están ni con Cristina, ni con Massa, ni con Randazzo… y mucho menos con el oficialismo. En general se trata de expresiones lideradas por gobernadores de provincias que intentan conformar un espacio político propio, y de ahí lograr alcance nacional.
También está el Partido Socialista, actualmente en alianza consigo mismo, dado que es el único partido (de peso al menos) restante del Frente Amplio Progresistas. Hace una década que gobierna la Provincia de Santa Fe, y tienen el gobierno en la ciudad de Rosario, una de las más grandes del país. En 2011, Hermes Binner, hoy diputado, fue candidato presidencial, quedando en segundo lugar detrás de Cristina Kirchner; pero hoy, parecen muy lejos de estar medianamente cerca de esos resultados.
El Frente de Izquierda, coalición de partidos de la izquierda trotskista, y Autodeterminación y Libertad, fuerza política fundada por el histórico Luis Zamora, se presentan como las “auténticas” alternativas de izquierda. Resulta incomprensible que, con diferencias ideológicas de matices, se presenten por separado, en lugar de unir fuerzas. De todas formas es una actitud política muy coherente con la mejor historia de trotskistas y anarcos en Argentina, que funciona (más o menos) así: se juntan 2, arman 3 grupos políticos, y terminan todos peleados.
En definitiva, y frente a este escenario de sicodelia política, me siento más afortunado que nunca de poder decir, cada vez que en la calle me paran para ofrecerme un volante de tal o cual candidato: “¿Yo?... ¡uruguayo!”.