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lunes, 15 de mayo de 2017

ANGEL MARIA ARRIECHE: “EL TIO MIMO”. Por Julio Dornel.




                               Escritor Julio Dornel                     
Cuando se produjo su desaparición física señalábamos en esta columna que estábamos al tanto de su enfermedad, pero en algunas oportunidades alentábamos la esperanza de que la ciencia pudiera equivocarse y los presagios no se concretaran. Sin embargo nada hizo el milagro y tras soportar muchos años de sufrimiento compartido por sus familiares, el Tío Mimo” emprendió su partida. Quienes tuvimos la suerte de acompañarlo en muchas jornadas, podemos certificar que la ciudad había perdido a un buen vecino que se caracterizó por su hombría de bien, siendo un fiel representante de las actividades sociales, culturales y políticas de esta frontera. Consustanciado desde su juventud con las mejores tradiciones del Partido Nacional, integro el triangulo final de la histórica corriente local conjuntamente con el “Petizo” Alem y el “Penado” Ademar, poniéndole el “pecho” a las adversidades cuando el país soportaba sus años de quebranto institucional. Recordamos circunstancias muy especiales que vivieron algunos uruguayos en épocas muy difíciles para el país, donde el gesto solidario del “Mimo” otorgó seguridad a quienes cruzaban la frontera sin tener en cuenta el riesgo que esto significaba.

Fue un hombre de pueblo a carta cabal integrando todas las instituciones sociales, culturales y deportivas de esta ciudad. Lo vimos en comisiones escolares y liceales, en el Club Social, en la Liga Regional de Fútbol, en el Hogar de Ancianos, en el Hospital y finalmente en le Comisión Binacional de Integración Fronteriza, trabajando sin pausa por los problemas de integración entre Chuy-Chui y una zona de libre comercio.
Su desaparición física constituyó una sensible pérdida para la sociedad fronteriza, entre la cual ejerció distintas actividades del quehacer local, poniendo en cada una, su dedicación y entusiasmo al servicio de la comunidad. 


martes, 17 de septiembre de 2013

“P A M P A S”: U N A P A R R I L L A D A C O N H I S T O R I A. Por Julio Dornel




                                                      Escritor y periodista Julio Dornel










                         Julio Dornel, escritor,periodista

Al hacer el balance de las últimas décadas van surgiendo con nitidez en nuestra memoria algunos locales comerciales que han desaparecido en nombre del progreso, y con los cuales teníamos un “contrato de amistad”, firmado quizás en algún trasnoche prolongado.

Entre los establecimientos comerciales que ofrecía Chuy en la zona céntrica (General Artigas y Avenida Brasil) allá por el 60 y pico, se encontraba “Parrillada PAMPAS” un clásico de la “gastronomía carnívora”, frente al “Baratillo Único” de la familia Smaisik. Fue desde el primer momento el sitio obligado de los artistas locales y algún forastero que terminaba aquerenciado. Pocos lectores recordarán su existencia, lo que constituye suficiente motivo para hurgar en viejos documentos de la época que nos permitan recuperar nombres de personajes que fueron en su momento los generadores del incipiente desarrollo zonal. En notas anteriores haciendo referencia a Luis Alberto Lasso y sus actividades comerciales, señalábamos la presencia de Parrillada PAMPAS y quienes transpiraban en noches invernales junto a la parrilla, entre los que recordamos al “Vasco” Olivera y el “Nene” Lasso. Entre los mozos, un equipo de primera división que pasaba por el “Flaco” Lima, Vicente Garaza, Isaías González, Manuel Madruga, Alsindor da Silva, Celestino Larrosa, Oscar Sosa, Balerio Rodriguez, Dionisio Motta el inolvidable “Mantequilla”, José Antonio Motta “Pelé”, Dionisio Lima, Mario Silvera, Cristóbal Carrasco, Horacio Pereyra y el popular “Gallo de Lata”, que matizaba las madrugadas interpretando tangos de Gardel. Gente de oficio cuya cordialidad y discreción, contribuyó para que la parrillada del “Canario” Lasso se convirtiera en el punto obligado de la frontera, donde tanto se festejaba algún aniversario o casamiento, como se arreglaba algún “negocio” en la mayor intimidad. También recordamos la sabiduría de Jacinto Correa con edad oculta, pero con las cicatrices de varios inviernos en el rostro escuchando su radio y los mensajes de CW 45 Difusora Treinta y Tres. Un párrafo especial para la rústica construcción de madera y paja brava que a los pocos años de existencia se había convertido en el reducto preferido del turismo fronterizo. Por su mostrador en semicírculo desfilaron las “mejores copas” de la ciudad, compartiendo alegrías y tristezas que fueron generando mil anécdotas de una generación que no tuvo duplicado. Muchos jóvenes de nuestra ciudad comenzaron a conocer los secretos de la vida, estirando noches en su mostrador en diálogos interminables con los más veteranos. Fue durante varios años, el reducto obligado de una tradición fronteriza que debía levantar allí la “última copa”. Por su mostrador en semicírculo pasaron muchos campeones sin dobleces, auténticos representantes de una época que paso sin apuro por las calles de tierra de una frontera que nunca se detuvo en los tratados de límites. Entre varios, recordamos al brasileño Facuto, al Tito Bender, Luis Morán, el “Frances”, Salomón Pienica, Aníbal Marzano, Daois San Martín, Adalberto González, Daniel Martínez, el “Pardo” Guido, Ramón Méndez, Dardo Zeballos y el Yuyo Vidal. Era fácil encontrar siempre algún personaje que salvara el espacio periodístico de la información. Por allí encontramos en varias oportunidades a Manga, San Filipo. Pablo Forlán, el Chiquito Mazurquievit, Cristina Morán, Aparicio Méndez, al Hugo Batalla, Víctor Hugo Morales, Fernando Morena y muchos que escapan a nuestra memoria. No fue nunca, bodegón ni cantina, ni tenía berretines de restauran. Fue siempre la Parrillada Pampas del “Canario” Lasso.