Día
a día vemos que en nuestras colectividades, en nuestras ciudades o
pueblos, hay grupos sociales, ONGs que buscan de cierta manera
generar cambios en la situación actual en la que está la comunidad.
Estos cambios claramente son buscados muchas veces desde una demanda
propia de la comunidad, y otras veces por observaciones de los mismos
grupos sociales que conviven con la comunidad en la que están.
Formas
de realizar cambios y de realizar acción social hay varias, por
ejemplo las ya mencionadas ONG (que muchas veces ocupan un lugar en
donde el Estado no puede llegar), otra de las formas es la política,
generar un cierto movimiento de escucha y recibimiento de inquietudes
para luego generar un plan que resuelva la problemática, ya sea de
forma partidaria o no, para que el Estado u otra organización genere
una solución.
La
realidad, y lo que quiero diferenciar acá es, ¿cuándo una política
y una acción social son positivas o negativas?. Para ello vamos a
hacer una apreciación, la diferenciación entre una política
asistencialista y una política desarrollista.
La
política asistencialista es la que cumple una función momentánea,
de emergencia, de simplemente dar algo, y en los casos de crisis son
efectivas para poder palear el mal momento que sufre una población,
por ejemplo en inundaciones, catástrofes naturales, incendios de
casas, etc. Aquí las personas pierden sus bienes materiales y
necesitan de la ayuda inmediata del Estado o de los grupos sociales
para poder recomponerse y volver a su vida social, salir del mal
momento para volver a sus actividades familiares y no caer, ya sea en
la pobreza, en la angustia o en una crisis personal. En esas
instancias dichas políticas sí son positivas, el problema se da
cuando esta acción asistencial se repite sin haber una crisis o
emergencia, sin dar lugar a un desarrollo mismo de las personas y sin
dar paso a que sus propias capacidades puedan mostrarse. Es así que
hay un peligro de cronificación del problema y una estigmatización,
genera una dependencia de la comunidad o familia hacia el Estado o la
organización que le da. Esto hace que, si el día de mañana el
Estado o estas organizaciones no puedan darles dichos bienes, el
colectivo vuelva a caer en crisis, ya que no generó sus propias
capacidades para depender de sí mismo, ya sea capacidades de generar
trabajo, una vivienda, educación, etc.
Por
otro lado, la política desarrollista (sin hablar de desarrollismo
económico) es la que busca precisamente un desarrollo y capacitación
de las facultades de las personas, se les brinda una herramienta para
poder mejorar en sus actividades o se les tiende ayuda para poder
encontrar una solución sin dársela directamente. Mediante ese plazo
se brindan formas para que las mismas personas (con una pequeña
intervención) puedan seguir y obtener méritos por sí mismos para
que el día de mañana no dependan del Estado ni de las
organizaciones sociales de manera tajante. El problema de esta
política es que precisamente no se puede aplicar en momentos de
crisis. No es viable una capacitación o ayuda desarrollista cuando
la persona vive una problemática intensa.
Entonces,
y para concluir, lo que se necesita es una combinación de las dos
según el momento dado. Ayudar y dar asistencia en los momentos de
crisis y emergencia para no agudizar el problema de las personas,
hacerlas salir de esa profundidad, y luego aplicar una política
desarrollista para que puedan seguir adelante sin la dependencia de
un ente externo.
Es
verdad que a veces un colectivo no puede seguir sin la ayuda de un
tercero en determinadas situaciones de vida, en esos casos tampoco
nos podemos quedar con una política de sólo dar e irnos, ahí
deberíamos llegar a un punto medio, a lo que denominaré
asistencialismo vincular (que me expresaré más en profundidad en
otra oportunidad). En este punto medio debemos solucionar las
necesidades de dicho colectivo, pero en conjunto recíproco, generar
un vínculo con estas personas para poder nosotros también aprender
y escuchar, así también generando un vínculo afectivo y de
confianza, muchas veces muy necesario y que difícilmente todos
cumplen. Se necesitan personas dispuestas a esto, ya que muchas veces
una de las grandes carencias de los colectivos es la falta de
afectividad de estas organizaciones, la falta lazos que a veces es el
hueco más grande que tiene la persona, y mucho más satisfactorio
que un bien material.
En
todos los casos veo necesario el vínculo de las personas entre sí
para que siempre se de un aprendizaje de ambas partes y para buscar
siempre una acción social positiva.