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domingo, 28 de febrero de 2016

La orquesta del Titanic No dejó de tocar Por Carlos Peláez


El fox de los ahogados sin consuelo
(Joaquin Sabina)

La orquesta del Titanic *



“Los músicos tocaron hasta la muerte” relató hace unos años Mary Hilda Slater sobreviviente de la tragedia del inmenso paquebote ocurrida el 14 de abril de 1912. Dos semanas después el padre del violinista de la Wallace Hartley Band recibió una carta de la empresa naviera. No era de pésame. La misiva decía: "Muy Sr. Nuestro. Estamos obligados a comunicarle que debe pagar la suma de 5 chelines que nos adeuda, tal como consta en la factura que adjuntamos, en concepto de gastos pendientes del uniforme de su hijo".
Esta imagen vino a mi cabeza reiteradamente durante la última semana a raíz de los insucesos que rodean a Raúl Sendic (h).
Primero con su pésima actuación como administrador de la estatal Ancap y ahora con el descubrimiento de que no tiene el título de Licenciado, que tan profusamente ha usado.
Y por más que hay quienes se empeñan en demostrar que nada tiene que ver una cosa con otra, ambos asuntos forman parte de lo mismo: la construcción de una mentira.
Como además hay otros que reclaman que “no se le pegue en el piso”, vale recordarles que no estamos hablando del hombre sino del ex presidente de Ancap y del actual Vicepresidente de la República.
Sus más cercanos dirigentes intentan convencer que todo se trata de una “conspiración de la derecha y de los medios”. Pero esta teoría hace agua desde el principio. Primero porque Ancap tuvo que ser recapitalizada en casi 900 millones de dólares y luego porque el mismo Sendic con 24 horas de diferencia dio dos versiones diferentes y contradictorias sobre su licenciatura.
Lo que no se pueden desmentir son los documentos. Estos revelan cómo durante su período al frente del ente, y los que siguieron con gente de su sector, se despilfarraron impúdicamente decenas de millones de dólares en circunstancias que ahora la Justicia deberá investigar.
Y también los archivos muestran cómo Sendic firmó documentos oficiales con un título que él mismo reconoció no tener y que además reclamó se mencionara al presentarlo (entrevista con Jorge Traverso)
Tuvo mil oportunidades para aclarar públicamente que no era licenciado como finalmente le reconoció el miércoles pasado a la periodista Patricia Madrid de El Observador. ¿Por qué permitió que continuara la mentira? es algo que está lejos de nuestro alcance precisar.
Pero de ninguna manera es un hecho menor como se intenta demostrar desde la 711. Por dos razones. Primero porque es un delito (Artículo 167 del Código Penal - El que se abrogare títulos académicos o ejerciere profesiones para cuyo desempeño se requiere una habilitación especial, será castigado con 20 U.R. a 900 U.R. de multa". Y art. 239 de la ley 9.155 - Falsificación ideológica por un particular. El que, con motivo del otorgamiento o formalización de un documento público, ante un funcionario público, prestare una declaración falsa sobre su identidad o estado, o cualquiera otra circunstancia de hecho, será castigado con tres a veinticuatro meses de prisión)
Segundo porque es inmoral. Le recuerdo a los amables lectores confundidos que la moral no trata sobre inspeccionar braguetas, sino que es el conjunto de normas socialmente aceptadas que determinan lo que está bien o mal.
Y sin dudas está mal que un gobernante se adjudique títulos que no tiene y encima mienta sobre ellos.

El problema de la orquesta

En tiempos contemporáneos rige la Ley Campoamor: “En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”. Entonces, no deberían sorprendernos algunas reacciones.
Pero lo que esos mismos no alcanzan a comprender es que el paquebote construido en 1971 lleva rumbo de colisión. Mientras la orquesta sigue tocando, los marineros corren de un lado a otro y el capitán se niega a creer que el barco se le hunde.
No es sencillo entender como sigue esta historia. La Mesa Política del FA emitió señales de apoyo a Sendic promovidas desde el MPP. ¿Cómo quedará ese organismo si Sendic no puede probar que es licenciado? O peor aún, si alguien fuera procesado por el asunto Ancap.
Dos prestigiosos medios de comunicación vinculados a la izquierda como La Diaria y Brecha, señalaron jueves y viernes que el Presidente Tabaré Vázquez había manifestado su preocupación y malestar por la situación y en filas gubernamentales se calificó como “un horror”.
Los necios hicieron otra lectura. Primero descalificaron a esos medios y luego saludaron el “apoyo” de Vázquez a Sendic al dejarlo encabezar el próximo Consejo de Ministros. Se olvidaron que mucho tiempo antes el mandatario ya había coordinado la visita a varias escuelas en el día del comienzo oficial de clases a la misma hora de la reunión de ministros.
En acuerdo o desacuerdo con sus políticas, nadie puede calificar a Vázquez como un irresponsable. Ante sí tiene dos problemas graves: cómo resolver con bien para su gobierno y su fuerza política la gilada de Sendic y eventualmente encontrarse como vicepresidenta a Lucía Topolansky alguien que tiene poder propio y con quien discrepa en todo.
Esta no ha sido una buena semana para los frenteamplistas. El cruce en los debates es hiriente, malvado. Bastó con que alguien muy respetado, como el científico Héctor Musto por ejemplo, criticara a Sendic para pasarlo inmediatamente al bando enemigo. Lógica de fánaticos.
Y ese es el problema mayor. En la izquierda ha crecido la “barra de la Amsterdam”. Quienes todo lo ven como un asunto de camisetas o acaso un tema religioso: sólo creer.
Aquellos que intentan ponerle pienso son desplazados, acusados, señalados. La pregunta es entonces ¿cómo y con quién piensan ganar las próximas elecciones?
Porque en la lógica política de hoy todo se mide en votos, no importa qué votos. Ocurre que ni la institucionalidad ni la ética pública se miden en votos ni tienen dueños.
Fue justo parte de esta izquierda quien puso lo político sobre lo institucional, como si fueran dueños de la verdad absoluta. Despreciando además una construcción colectiva que respetó a cal y canto a las instituciones.
Una prestigiosa colega me recordaba: “Si los votos fueran los que santificaran a las políticas, la izquierda jamás se hubiera construido porque desde el 50 en adelante se pasó años sacando menos de 10% y después 18%.... No es un problema de votos. Es un problema de construir ciudadanía, comunidad, sociedad feliz....Y nada de eso se construye con mentiras”
El Frente Amplio sigue sin darse cuenta que el problema es interno. La derecha sólo disfruta.


(*) El título es una sugerencia de Fernando Santullo