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domingo, 7 de febrero de 2016

El secreto poder de Tener Ganas. Jorge Laplume




Leía sobre las características de la serotonina.
Muy interesante cómo funciona esta llamada hormona, natural, del buen humor.

Y la vinculaba con actitudes y acciones de muchos jóvenes de hoy en día. Y no solo jóvenes, me retracto.

En circunstancias normales la serotonina surge y se dispara en nuestro organismo con acciones como las de hacer ejercicio, caminar, bailar, estar expuesto a la luz solar, y hasta incluso con las actividades sexuales, incluida obviamente la masturbación, ( "curiosamente" el semen expulsa también dosis de serotonina que pasan a la mujer en el acto sexual)

Es esa hermosa sensación de "está todo bien", aquel inconfundible relax con ese lindo cansancio que lo hace característico.

Listo, con esos datos se podría cerrar el tema con aquellos consejos...y a otra cosa.

Sin embargo, el hombre en su afán de "dame más" y de retorcido ambicioso, se puso a buscar "¿cómo merda podemos lograr todo eso y encima sacarle plata?" Sería genial cierta dependencia como negocio, pensó alguno acompañando la frase con el refregarse de las dos manos y una risotada sarcástica.

Ya de por sí, las bebidas cola, el café y los azúcares en general aportan serotonina...o sea que una manera habitual de "estimularnos" es más que aceptada socialmente.

Y hasta en medidas lógicas, ponele que sean parte del juego.

De esas opciones "externas", que cuestan plata, no mencioné mi preferida: yo me quedo con el chocolate, cuanto más negro y más puro, mejor. Sirve. Y no daña.

Pero ninguna se convierte en un reemplazo de la que genera el cuerpo ni tampoco en adicción, médicamente hablando. (Estoy dejando de lado el análisis del tema del alcohol en exceso, ya que no aporta serotonina aunque pareciera, porque estimula por un instante, pero sus otros factores desencadenan problemas posteriores)

Muchas veces surgieron notas o encuestas sobre la elección del chocolate por sobre el sexo, y la explicación pasa por allí. Da para muchos chistes sobre que el chocolate no ronca y varios etcéteras para potenciar su elección en muchas personas. No es mi caso. Para mi el chocolate es un excelente aliado....pero dejemos esa explicación para otro momento...

Ahora bien, el tema en cuestión pasa a ser los energizantes, tan en boga entre los jóvenes por su publicitario argumento sobre que te da fuerzas (o alas, dice uno en especial) cuando estás cansado y, si o si, tenés una entrega en la facultad mañana mismo...a papá mono no con esa banana...

Obvio que la principal promesa es levantar esa cuasi auténtica euforia a niveles que, sin andar en bici veinticinco minutos sin parar, sería más que imposible.
Tampoco, (lamentablemente...) ni siquiera el sexo salvaje, que por más que queramos, nos amodorra y chau negocio de seguir saltando a grito pelado consumiendo -que casualidad- más energizante aún....o engañarnos con cerveza como peligroso placebo.

Esa energía externa, tal como las que se venden para los celulares, sirven, pero arruinan la batería original.
El cuerpo humano, bastante inteligente el pobre, al ver que le meten serotonina a lo tonto dice: "ah, listo...yo iba a entregar unas buenas dosis, pero veo que ya hay de sobra, así que cierro la fábrica."

¡Y cierra la fábrica nomás!

Entonces, para que uno esté "bien" o "contento" necesita incorporar de afuera. Surge, en muchas personas, al faltarle, esa sensación de vacío, de nada me divierte, de estoy aburrido eterno.

La más simple explicación.

Estos productos no formarán parte del listado de drogas peligrosas, ni harán controles sobre su consumo. No alteran estados como otras, pero si producen algo casi tan grave: que para estar contentos, bien en una reunión de amigos, reírse inocentemente hasta que duela por alguna situación, o charlar horas y horas, bailar o saltar, y también poder asumir que cuando el cuerpo está cansado, lo que pide es descanso, para todo eso y más, los de mi generación no necesitábamos más que una cosa: ganas.