El mundo ha sido
sorprendido por una impresionante movilización popular en NIcaragua,
principalmente juvenil, que comenzó rechazando reformas al sistema
de seguridad social, pero que ha evolucionado a pedir la renuncia del
mismo gobierno. Su costo es trágico: decenas de muertos, heridos y
detenidos, centros de estudio y trabajo destruidos, la actividad
económica semi paralizada.
Este acontecimiento
requiere una explicación. Y al respecto, hay tres explicaciones
colocadas en la mesa: la de derecha y el imperio gringo, la del
gobierno nicaragüense, y la que viene de la izquierda critica.
La explicación de
la derecha y del imperio, es que se trata de un gobierno “socialista”
o de “izquierda” que por su propia naturaleza es dictatorial y
enemigo de la democracia. Pero si así fuera, la propiedad seria
colectiva, estatal o solidaria, y no es así; la propiedad privada
capitalista es omnipresente y el país es tan neoliberal como muchos
otros de América Latina, así que ese argumento no ayuda a entender
nada.
La explicación del
gobierno hace ver el movimiento de las y los jóvenes nicaragüenses
como una conspiración de la CIA. En su discurso del 21 de abril,
Daniel Ortega acusó a los y las jóvenes de ser “pequeños grupos
de la ultraderecha” que quieren “destruir la paz de que goza
Nicaragua”. Resultando así que su gobierno seria la “víctima”
de una ofensiva bien orquestada, similar a la de las “guarimbas”
de Venezuela.
Mi explicación no
comparte nada con las anteriores.
En mi opinión lo
que vemos es el estallido de un descontento social muy profundo,
acumulado durante una década, que tiene como base un conjunto de
contradicciones entre el gobierno y el Pueblo, incubadas en el
capitalismo nicaragüense, de la mano de decisiones impopulares,
actitudes dictatoriales e impositivas del dúo Daniel Ortega y
Rosario Murillo.
Voy a citar solo
diez de esas contradicciones entre el gobierno y el Pueblo:
Primero, la
aprobación de construir el canal inter oceánico por una empresa
china a un costo económico y social valentísimo (US$ 50 mil
millones), ha generado un fuerte descontento porque implica destruir
muchas comunidades rurales, obviamente contra su voluntad, y ceder la
soberanía territorial a dicha empresa por un siglo. De ahí ha
surgido un amplio movimiento campesino y ciudadano opuesto, que es
reprimido y vilipendiado por el gobierno, pero que se mantiene hasta
el día de hoy.
Segundo, la
actividad extractiva, en particular minera, casi ha duplicado la
superficie concedida en este periodo (del 12 % al 22%) generando
fuertes conflictos en el área rural y con los movimientos
ambientalistas, también reprimidos.
Tercero, la presión
sobre la tierra que ejercen monocultivos industriales como la palma
africana y el azúcar, así como el gran incremento de la actividad
ganadera, dejan menos disponibilidad de tierras para las y los
campesinos.
Cuarto, el descuido
ambiental, cuya última manifestación fue la desidia del gobierno
frente al incendio de la reserva en Indio Maíz, movilizo a sectores
juveniles a protestar.
Quinto, el control
impositivo contra las organizaciones no gubernamentales,
especialmente de derechos humanos y feministas, quienes no le
perdonan las arbitrariedades, represión y acusaciones de abuso
sexual, tiene en alta tensión las relaciones del gobierno con el
mundo de la llamada “sociedad civil”.
Sexto, la reelección
presidencial, prohibida por la Constitución, que se impuso
utilizando el mismo mecanismo que usó JOH: un fallo de la Corte
Suprema, lo hizo ver como un autoritario.
Séptimo: El mismo
efecto han tenido las acusaciones de fraude electoral en las últimas
dos elecciones presidenciales, donde se impuso la formula orteguista.
Octavo: La vice
Presidenta Rosario Murillo, esposa de Ortega, ejerce un férreo
control sobre los medios de comunicación que es resentido por los
medios independientes, llegando a proponer el control de las redes
sociales.
Noveno: Causa mucho
malestar la extendida corrupción de funcionarios públicos, que se
vuelven millonarios de la noche a la mañana, mientras el pueblo pasa
dificultades económicas. Comenzando por la misma pareja
presidencial, que es cuestionada por haber acumulado recursos desde
la “piñata” pactada con Arnoldo Aleman, y de administrar
alrededor de 4 mil millones de dólares de recursos del ALBA, sin
rendir cuenta de su destino; hasta casos como el de Orlando Castillo
Guerrero, gerente de aeropuertos por un desfalco millonario.
Décimo: Después de
varios años de buenas relaciones con el gobierno, una parte del
empresariado nica (afiliados al poderoso COSEP) comienza a dudar de
la conveniencia de continuar el matrimonio que ha mantenido durante
una década con los Ortega-Murillo, periodo en el que se ha
beneficiado en toda la línea, por temor a perder los favores del
imperio, después que Donald Trump hiciera aprobar la Ley Nica-Act y
de que comenzara a aplicar sanciones a funcionarios nicaragüenses.
Desde entonces, han puesto sus barbas en remojo.
Pese a eso,
Nicaragua tiene buena reputación por sus fuentes de trabajo y la
ausencia de delincuencia. Es porque las maquilas migran mucho a ese
país precisamente porque los salarios de sus obreros y obreras están
entre los más bajos de Centroamérica y en esas condiciones las
empresas capitalistas se sienten ahí como en un paraíso. La
ausencia de delincuencia, que va de la mano del empleo es, en efecto,
su mejor condición competitiva.
Por tanto, Nicaragua
es un país en el que ha tenido un importante crecimiento
capitalista, no equitativo, en el cual se han acumulado fuertes
contradicciones económicas y sociales, con una ciudadanía deseosa
de manifestarse sobre las mismas, que no ha podido hacerlo, no es
tomada en serio o se le pasa factura con discriminación o represión.
INSS, EL CONFLICTO
DETONANTE
En ese contexto, se
produjo el conflicto por la reforma al INSS, exigida por el Fondo
Monetario Internacional. No era la primera vez que se hacía una
reforma (en 2013 se hizo una que fracasó), solo que en esta ocasión
se produjo cuando el descontento por las causas señaladas está en
su máximo, especialmente entre la juventud que nació después de la
Revolución de 1979. Las protestas comenzaron por los directamente
afectados, los jubilados y jubiladas; a estos le siguieron las y los
jóvenes estudiantes; y luego otros sectores de la población.
Finalmente se incorporaron los empresarios, que previamente habían
roto las negociaciones sobre ese tema en la Comisión Tripartita.
Por lo dicho, la
crisis actual no cae como un rayo en un cielo despejado, sino que
tiene antecedentes importantes que la explican. Problemas
estructurales y coyunturales de difícil solución en manos de una
pareja presidencial cerrada, autoritaria y represiva.
LA IRRACIONALIDAD DE
LA ARGUMENTACIÓN OFICIAL
Por tanto, venir a
decir que las manifestaciones sociales son una “conspiración”
para desestabilizar al gobierno de parte de pequeños grupos de
“ultra derecha”, es una afirmación propia de un gobierno
dictatorial, incapaz de dar respuestas racionales y necesarias a los
problemas planteados, y que insultan la inteligencia del público.
Hasta el más
desinformado observador advertiría que es imposible que la CIA
tuviera tantos agentes infiltrados y pagados en todo el país,
jubilados, entre trabajadores y un ejército de jóvenes matriculados
como estudiantes universitarios, para salir, en el momento apropiado,
a “desestabilizar” al gobierno. Pero es comprensible: el
gobierno, acostumbrado a imponerse todo el tiempo, nunca espero una
reacción social tan contundente y no ha podido hilvanar una
explicación “mejor”.
Es la clásica
estrategia de un gobierno “progre” que se siente acorralado por
su Pueblo: manipulan el sentimiento antiimperialista de la gente, que
siente profundo respeto por al Revolución Sandinista de 1979
(incluido quien escribe estas líneas), para que se crea cualquier
argumento, bajo la autoridad de que lo dijo el "líder",
Daniel Ortega.
Argumentos que
llegan al absurdo; por ejemplo, que estudiantes universitarios
destruyen sus propias universidades, que como francotiradores les
disparan a sus propios compañeros(as), que se torturan y se
desaparecen; queman edificios públicos para atraer el repudio social
hacia ellos, etc. Un libreto propio de un movimiento suicida, que mas
parece escrito por un asesor de JOH o de la Policia MIlitar
hondureña.
No dicen que la
violencia es inicialmente desatada por bandas de motorizados de la
clientela juvenil del gobierno, que es usada como grupo de choque y
carne de cañón contra otros jóvenes. Todo a vista y paciencia de
las autoridades policiales.
Y cuando los jóvenes
se defienden de estos grupos, o cuando desatan su indignación sobre
símbolos del gobierno, entonces el oficialismo proclama la
“demostración” de sus acusaciones. ¿Acaso creen que tratan con
bobos? Afortunadamente la difusión de la tecnología celular, ha
permitido filmar cuando los grupos de choque gubernamentales han sido
protagonistas de semejantes hechos.
Algunos compas
tienden a hacer comparaciones simplistas. Dicen que es un guión
similar al usado por los gringos en Venezuela. Si se tratara del caso
del Presidente venezolano Nicolás Maduro, la explicación de Ortega
tendría sentido porque, en Venezuela las “guarimbas” fueron
organizadas por un partido de ultraderecha (“Voluntad Popular”,
partido de Leopoldo López) para desestabilizar a ese gobierno. Pero
NO es el caso de Nicaragua. En este país, el movimiento fue auto
convocado por sectores progresistas, de la juventud universitaria
como se ha dicho. El análisis para que sea objetivo, tiene que
basarse en la realidad.
Ver las cosas desde
esta óptica, permite explica varias cosas “raras” del gobierno
nicaragüense:
¿No es extraño que
Ortega fuera el primer gobierno en reconocer a JOH y que nunca
cuestionó la criminal represión que este arremetió contra el
Pueblo Hondureño? ¿No es extraño que el gobierno norteamericano
durante los últimos once años no “molestó” a Ortega con ningún
intento serio de “desestabilización”? En comparación, el
imperio promovió golpes de Estado en Venezuela, Honduras, Paraguay y
Ecuador en ese periodo. A pesar que Nicaragua es un país mucho más
débil que aquellos, durante ese tiempo, lo dejó “tranquilo”.
Eso se explica por
la luna de miel de once años que sostuvo beneficiando a la empresa
privada, nacional e internacional, en los que cultivó jugosos
negocios, incluido el gobierno golpista de Pepe Lobo y JOH, y con la
reaccionaria iglesia católica nicaragüense (de ahí su eslogan del
“Socialismo Cristiano y Solidario”).
Ahora esos tiempos
son el pasado. La pareja presidencial Ortega-Murillo ahora cuenta
con la hostilidad del imperio, que buscara domesticar su gobierno,
mediante acciones de boicot económico; cuenta con el divorcio de la
empresa privada nacional o de un sector importante de esta; y cuenta
con el repudio activo de una buena parte del Pueblo. El rumbo que
tomará el país, dependerá, por un lado, de la respuesta del
gobierno al movimiento de protesta lanzado por su juventud y por
otros sectores populares, así como de la capacidad de este de
conquistar mejores estándares democráticos y sociales. La moneda
esta en el aire y todavía es prematura para decir que pasara.
Pero de lo que no
cabe duda, es que, con la movilización social de las últimas
semanas, sea que avance o retroceda, comienza una nueva era, en la
que un nuevo sujeto histórico se ha levantado sin miedo de tomar la
palabra y decidir su destino.
Tegucigalpa, M.D.C.
22 de abril 2018