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martes, 21 de julio de 2015
EVOCANDO A SONIA FOSSATII Por Julio Dornel.
TRIBUTO DE LA REVISTA “M A N O S”.
Nos había señalado en una oportunidad que “la verdadera historia es la vida de la gente y no los documentos” que no siempre reflejan la realidad. Sin embargo cuando la vida terrenal se ha ido, surgen los documentos para testimoniar hechos y circunstancias que motivan el reconocimiento popular. Confirmando esta sentencia recogemos hoy el sentimiento emocionado de las redactoras de la revista “MANOS”, evocando el vacio que provoco su partida en la población fronteriza. “Querida Sonia. Es este el momento más difícil, más doloroso. Tu viaje se adelantó y esta carta, no sé si te llegará. Preparaste tu equipaje con mucho cuidado, lo alhajaste y adornaste con las más ricas experiencias y sentimientos y con la sutileza suficiente tomaste un poco de nosotras para completar tus preparativos. Frágil, sonriente, segura hasta en los detalles mínimos te fuiste despidiendo de la vida sin perderte nada, saboreando tiernamente cada encuentro. Me quedó la sensación de que “cada momento final lo tenias preparado” para que nadie sufriera. Tu presencia se siente cada vez que nos reunimos. Siempre vas a estar. Tus “MANOS” seguirán formando parte de este sueño que empezamos juntas. Pero debemos dejar que sigas tu camino. Leí hace poco que “la muerte es solo una apariencia” y me quedo esa idea para pensar que en esa apariencia, tú sigues por el mundo, tendiendo la mano a los más humildes y luchando por la justicia. Hoy me despido. Debo dejarte ir para que estés tranquila reunida con los que te quieren y se fueron antes que tú. Te seguiré extrañando. Hasta siempre Sonia. (Graciela)
Se publicó también en este ejemplar de la revista “MANOS” un poema del escritor Carlos Alberto Boaglio titulado “Cuando yo me Vaya”, que señala en sus versos:
Cuando yo me vaya, no quiero que llores
Quédate en silencio sin decir palabras
Y vive recuerdos, reconforta el alma.
Cuando yo me duerma respeta mi sueño,
Por algo me duermo, por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia no pronuncies nada
Y casi en el aire con paso muy fino,
Búscame en mi casa, búscame en mis libros,
y entre los papeles que he escrito apurado.
Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco y puedes usar
Todos mis zapatos. Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, y cuando haga frio ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate,
Y beberte el vino que deje guardado.
Escucha ese tema que a mi me gustaba,
Usa mi perfume y riega mis plantas.
Si me extrañas mucho, disimula el acto
Búscame en los niños, el café, la radio
Y en el sitio ese donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces es más triste vivir olvidado,
Que morir mil veces y ser recordado…..”
lunes, 9 de marzo de 2015
“DIA DE LA MUJER”. HOMENAJE A S O N I A. Por Julio Dornel.
Escritor y periodista Julio Dornel
Con motivo de celebrarse el “Día de la Mujer”, se realizó en el Centro Cultural de Barra del Chuy, un emotivo homenaje a la maestra Sonia Fossati recientemente desaparecida. Hugo Da Costa, integrante del grupo que asumió la responsabilidad de organizar el homenaje señaló a esta corresponsalía que “la tarea fue encarada por sus compañeras de la revista “MANOS” y los integrantes del “Coro Cantamar”, en reconocimiento a la actividad social y cultural desarrollada por Sonia, promoviendo siempre las iniciativas del norte rochense. La parte oratoria estuvo a cargo de sus compañeras del proyecto cultural de la revista “MANOS”, también por Sandra Laso, Flavia Cohelo y la actuación del cantautor Julio “Pico” Decuadra. Cabe señalar que el acto por demás emotivo contó con la presencia de numeroso público y familiares, testimoniando el reconocimiento popular a tan destacada personalidad de la cultura rochense”.
SU ULTIMO ARTICULO “HISTORIA FAMILIAR”.
Le gustaba hurgar en el pasado, con documentos, testimonios y fotografías que nos hacía retroceder en el tiempo para recuperar algunas páginas sueltas de nuestra historia ciudadana. En su último artículo para la revista “MANOS” (diciembre 2.014) nos relata la siguiente HISTORIA FAMILIAR. “Aquella casa grande. Y siempre llena de habitantes. Siete hijos, algunos años, un abuelo y dos tíos, muchos años una abuela y una tía, y los parientes y amigos, huéspedes más o menos duraderos. Una típica construcción colonial: el zaguán, a la izquierda un balcón, a la derecha dos balcones. Tres amplios cuartos se alineaban detrás del balcón de la izquierda, y desde el primero, veo a mis padres tomando el mate de la tardecita junto a la cocina de leña. Él ceba el mate y lo sirve. Mientras tanto se entretiene desgranando maíz. Ya pintan algunas canas. Todo porque todas las piezas tienen sus altas puertas alineadas. Del zaguán, pasando la cancel, se llega a la larga baranda abierta que da al patio del aljibe, rodeado por una reja baja y acompañando los canteros llenos de flores de mama. Las piezas del fondo son el baño y la cocina, y de ahí hasta el garaje, el enorme parral. Y las magnolias y las camelias…Después de unos años se cierra la ventana abierta con ventanales, construyendo un espacioso estar y el comedor. Antes se comía en la cocina. Se hacía por turno. No me acuerdo. Era el único lugar. En verano usábamos la mesa grande del parral”. Como se podrán imaginar, no estaba ambientando a los lectores de “MANOS” en una novela costumbrista, nos estaba regalando sus últimos relatos sobre una HISTORIA FAMILIAR que estaba llegando a su fin.
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