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domingo, 5 de julio de 2015

Grecia entre la vida y las aves rapaces Aureliano Rodríguez Larreta



El destino de Grecia y del euro se juega este domingo en el referéndum que ha convocado el Parlamento griego. Una deuda sideral y la dureza de los acreedores han creado este callejón sin salida.

El presente espacio de Cuchillo de Palo en Uypress vio la luz por primera vez a finales de febrero hablando de la tragedia griega, pero no la que estudiamos con pasión en la adolescencia y que formó nuestro a-de-ene cultural sino ésta financiera que hoy sacude a los herederos de los aqueos y los cretenses.
Más de cuatro meses han pasado sin que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, haya conseguido derribar al menos unas piedras de la muralla acreedora que representan los hombres de negro, esa tristemente famosa "troika" cuya actitud recuerda a aquellas lloronas macabras y rapaces de "Zorba el Griego", que terminado el velatorio de la difunta saqueaban su casa.
Tanto el señorTsipras como su ministro de finanzas, el profesor de economía Yanis Varoufakis, han estado más tiempo viajando entre Atenas y Bruselas que en cualquier otro lugar durante este tiempo, lo que no quiere decir que no hayan tenido los pies en la tierra.
El principio de todo este embrollo hay que rastrearlo en los años en que Grecia, ya incorporada a la Comunidad Europea (hoy, Unión Europea-UE), decidió adoptar la moneda única, o sea, entrar también al sector más selecto que ahora se conoce como la "eurozona", integrado actualmente por trece de los veintiocho Estados miembros de la Unión.

A ese fin los europeos habían creado en Maastricht (Países Bajos) un sistema que conducía a una unión monetaria y que establecía unos requisitos de disciplina y estabilidad macroeconómica y cambiaria, entre ellos la deuda pública, cuya observancia los Estados candidatos debían acreditar durante un mínimo de tiempo.
No fue el griego el único caso en que Europa hizo la vista gorda para aceptar en la unión monetaria a algunos países que no cumplían exactamente con aquellos requisitos pero cuya presencia resultaba imprescindible por su importancia política. Pero Grecia, entonces gobernada por los tradicionales conservadores o socialistas y con la ayuda de sus acreedores extranjeros, fraguó ("maquilló" se dice ahora), las cifras de su endeudamiento.
Allí comenzó esa loca huída hacia delante que sufre todo individuo o todo Estado que se endeuda solamente para seguir viviendo. La crisis envolvió hace siete años a Estados Unidos y a toda Europa, y desde 2010 Grecia no ha hecho otra cosa que contraer más deudas, sólo para pagar intereses con vencimientos asfixiantes.
Hace pocas horas, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, la francesa Cristine Lagarde, ha publicado un informe que parece el parte médico final de un enfermo terminal, donde resume que la deuda total de Grecia alcanza a 52.000 millones de dólares. Y Alexis Tsipras ha concordado en ese punto. También en que se trata de algo impagable.
Si existe alguien en el mundo que no es responsable del callejón sin salida en que se encuentra el pueblo griego, ése es su actual gobierno y el partido Syriza, que triunfó en las urnas en enero pasado y puede ser visto como la primera victoria de esa nueva izquierda europea y esa renovación generacional surgida de la crisis en la cresta de la ola de "la indignación".
Esto es lo que de verdad hace temblar al poder tradicional, tanto en las instituciones europeas como en las capitales política y económicamente más importantes. Si Grecia llegara a salir de la moneda única, esa histórica construcción del euro podría correr riesgo de vida.
Hay que tener en cuenta que la moneda única no consistía solamente en la creación del Banco Central Europeo y en la emisión del papel moneda. Conllevaba además la necesidad de que el Banco actuara efectivamente como en esta crisis se le ha reclamado y ha comenzado a actuar. Pero también los europeos han hecho conciencia de otras carencias sustanciales que afectan a su unión monetaria.

Los países que más influencia ejercieron para crear el euro, como Alemania y Francia, han reconocido que la unión monetaria no podrá seguir corriendo el riesgo de carecer, como hasta ahora, de una unión fiscal y una unión bancaria. Esta carencia saltó a la vista hace cuatro años con la crisis bancaria española y vuelve a mostrarse, descarnadamente, en esta tan peligrosa e injusta crisis griega.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, cuyo Partido Popular viene de recibir un revolcón muy serio en las elecciones municipales y autonómicas, enfrenta la situación en Grecia como si ella formara parte de su propia campaña para no perder las elecciones generales que le aguardan en diciembre.
Las últimas declaraciones del presidente Rajoy son la mejor demostración del propósito que le anima, junto a otros líderes europeos: si en el referéndum de este domingo triunfa el "sí" en Grecia, el primer ministro Tsipras tendrá que renunciar. Y si triunfa el "no", Grecia tendrá que salir del euro. Sin más alternativas, lo que buscan es sacarse de encima a quien pacíficamente amenaza sus dominios.

El presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués señor Juncker, que durante estos meses recibió con besos a Alexis Tsipras, ha dicho que la última oferta a Grecia, que el primer ministro había aceptado con algunas salvedades menores, ya no estará en pie después del referéndum. Habrá que comenzar desde cero nuevamente, lo que significa imponer mayores sacrificios al pueblo griego.
Entretanto, los griegos están dando un ejemplo de sabiduría, de ánimo pacífico y de cultura. Ni una violencia, ni un ataque a los bancos o a los cajeros, simplemente esperando al domingo para hablar.

Quien esto escribe, tropezando con las complejidades del tema y con sus propias torpezas, mejor habría hecho limitándose a copiar los artículos que esta semana han publicado en Estados Unidos Joseph Stiglitz y Paul Krugman, ambos ganadores del Premio Nobel de Economía.
Entre los dos han pintado el retrato más cabal de la tragedia griega. El segundo, Paul Krugman, ha pedido al pueblo griego votar por "no", es decir, no aceptar la fórmula de los acreedores. Por su lado Stiglitz, tras un análisis muy parecido, se ha reservado su voto. Pero algo está muy claro: los dos están por Grecia y no por la codicia rapaz de las lloronas.


domingo, 8 de febrero de 2015

Opinión Socialdemocracia neoliberal Por Eduardo Sanguinetti

El nuevo primer ministro griego, Alex Tsipras, no esperó un segundo en comenzar a operar en implementar un programa de fuertes cambios respecto de la orientación histórica de los gobiernos anteriores, del PASOK y Nueva Democracia…un programa de trabajo “por y para el pueblo de Grecia”, afirma Tsipras.
Sin embargo, el ministro griego de Finanzas, Yanis Varufakis, asegura que su Gobierno no actuará unilateralmente, sino que colaborará con sus socios, tratando de calmar a los inversores. Todo acontece ante la mirada atenta de los países del norte de Europa, demasiado atentos a lo porvenir en Grecia, cual buitres.
En España se está gestando un movimiento que da esperanzas al pueblo de la península; ojala sea cristalizado en las urnas con la elección de dicho movimiento, conformado en inicio por los Indignados. Veremos qué ocurre.
Francia sigue aún en la dicotomía entre los neo-pétainistas con su islamofobia y los islamofascistas, ambos síntomas de la crisis de la democracia liberal. Houllebecq puede tener razón caricaturizando la condición actual de Francia, pero se equivoca en su visión del futuro, pues el próximo presidente no será un musulmán, sino un fascista. La concreta amenaza para el viejo continente sigue siendo la extrema derecha.
Oriente Próximo va a la deriva. En el horizonte, ante el estupor e impotencia de sus gentes, solo se ven más guerras, armadas desde el imperio…por supuesto todo es comprobable, pero las macrocorporaciones económico mediáticas no lo permiten…todos somos víctimas del satus quo…no duden, dudando.
Mientras tanto en Argentina, los candidatos se “auto eligen” en base a encuestas interesadas, previo bombardeo mediático. Los partidos de masa, la formación de cuadros o la generación de posiciones político-filosóficas languidecen peligrosamente y la democracia se vacía de contenido.
Y en Suramérica, ya no son creíbles partidos que se llaman socialistas y que responden a los engranajes más profundos del neoliberalismo actual, tal el caso de Uruguay, Chile, Argentina, Brasil, etc…
Los denominados partidos socialdemócratas son responsables de colaborar en la creación de un mundo del espectáculo de la farsa, pues no se fraternizan anteponiendo la solidaridad en la realidad y en la creación de Estados capaces de regular la economía y amparar a los ciudadanos, sino que parecen imposibilitados para renovarse a sí mismos. No pueden ni quieren salirse del mar neoliberal en el que flotan perdidos, sumisos y cada vez menos útiles. Los cambios generacionales no suponen aquí un cambio de políticas. Sólo maquillaje…
Los grandes hombres y mujeres que han aportado talento, genio y coraje a este planeta, hoy un tanto vacío de creatividad, sólo “cover de cover”, no tenían tiempo de publicitarse, además no eran entrevistados por los grandes medios, pues el sistema los consideraba peligrosos; se ha perdido mucho de sus primeras acciones. Hoy mononeuronales, primero publicitan y luego —apoyados por los contactos de todo tipo— intentan decir algo y, en fin ¿qué ha quedado como sedimento de estos últimos años?, además de mentiras, simulación, corrupción, genocidios velados, trayectorias inventadas y prostitutas al servicio del caos…

domingo, 1 de febrero de 2015

Grecia desconoce a la troika "Grecia es hoy un laboratorio renovado"

TSIPRAS LLEGARA A PARIS EN BUSCA DE APOYO PARA RENEGOCIAR SU DEUDA


El flamante gobierno de izquierda busca términos más favorables de sus acreedores, rehúsa los plazos y las formas pactadas antes por la derecha, pone término a la austeridad y planta un esquema de confrontación ante la Unión Europea. 

 P{agina 12
 Por Eduardo Febbro
Desde París

En una semana transcurrió un siglo. El tiempo de la realidad política fue más rápido que el tiempo de los relojes. Hace exactamente siete días, el partido griego Syriza ganó las elecciones legislativas y su líder, Alexis Tsipras, tradujo en los hechos lo que había prometido durante la campaña electoral: buscar una renegociación de la deuda griega, rehusar los plazos y las formas pactadas antes por la derecha, poner término a la austeridad y plantar un esquema de confrontación ante la Unión Europea. En mayor o menor medida, todo se cumplió. El gobierno de la izquierda radical de Tsipras llegó incluso a desconocer ese triángulo del ajuste que es la troika, o sea, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Comisión Europea. El ministro griego de finanzas, Yanis Varoufakis, dejó bien claro que el Ejecutivo no reconocía a la troika, a la cual calificó de ser “una delegación tripartita, antieuropea, construida sobre una base renga”. Atenas se apoya en la lectura de las urnas: las elecciones fueron ganadas con un programa que impugna a la troika, sus métodos y el pago de la deuda tal y como fue estructurado antes a través de la troika. A la espera de que Alexis Tsipras llegue este miércoles a París para entrevistarse con el presidente francés, François Hollande, el titular de la cartera de finanzas se encuentra este fin de semana en la capital francesa para iniciar una ronda de exploración con el ministro francés de Economía, Michel Sapin.
El enfrentamiento más fuerte tuvo lugar en Atenas durante la visita del presidente del eurogrupo y ministro holandés de Economía, Jeroen Dijsselbloem, para quien “los problemas de la economía griega no desaparecieron con las elecciones. Atenas debe seguir en el camino de las reformas”. Esto quiere decir pagar. El segundo frente también lo abrió el mismo Yanis Varoufakis cuando, en una entrevista con el diario The New York Times, rechazó recibir los 7000 millones de euros correspondientes a la quinta y última entrega del plan de rescate supervisado desde 2010 por la troika y cuyo monto asciende a 240 mil millones de euros. “No queremos los 7000 millones. Lo que queremos es volver a pensar todo el programa”, dijo Varoufakis. En lo concreto, Atenas sólo acepta negociar con la Unión Europea y, en vez de préstamos, Grecia quiere más bien consolidar la renegociación de la deuda para obtener ventajas y financiar así el plan social presentado a principios de enero por Alexis Tsipras por un monto de 12 mil millones de euros. Según explicó al vespertino francés Le Monde, uno de los arquitectos del plan económico griego, Georges Stathakis, “debemos renegociar con nuestros socios un descuento de los 23 mil millones de euros que estábamos obligados a consagrar al reembolso de la deuda durante el año 2015”. Ahora bien, la situación financiera de Atenas es grave. Según reveló el diario Kathimerini, las cajas del Estado griego apenas tienen unos dos mil millones de euros, lejos, muy lejos de los 12 mil millones necesarios para financiar el plan social: aumento de salario mínimo, salud gratis, jubilaciones.
Por el momento no se ha producido ninguna ruptura sustancial. Cada parte mueve sus peones y escruta los movimientos de sus adversarios. Alemania salió al cruce de Atenas este sábado a través de dos entrevistas publicadas por el Hamburger Abendblatt y Die Welt, una con la canciller alemana Angela Merkel y la otra con el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Ambos rechazaron tajantemente la idea de una condonación de parte de la deuda griega, pero tampoco cerraron las puertas a una posible negociación. Europa entera dice hoy estar dispuesta a “escuchar” los planteos griegos sin ceder por ello en el tema principal: hay que pagar. Angela Merkel dijo a la prensa alemana: “Europa continuará mostrando su solidaridad con Grecia como con los otros países afectados por la crisis, siempre y cuando esos países apliquen las reformas e implementen las medidas económicas”. Los límites retóricos de Europa aparecen acá sin disimulos, expuestos al sol como ropa sucia.
La cuestión de la deuda es también eminentemente política. Si Alexis Tsipras consigue un respiro esto sentaría un precedente, lo cual sería, de paso, un espaldarazo para otros movimientos políticos europeos semejantes a Syriza como, por ejemplo, Podemos en España. Lisboa y Madrid son hoy, paradójicamente, los más acérrimos enemigos de que se hagan concesiones con Grecia. Ambos pagaron un enorme tributo a las reformas y no están de acuerdo con que se le hagan regalos a Atenas. En el caso de España, con un movimiento como Podemos en pleno ascenso, un tratamiento especial para Grecia sería como un certificado de victoria electoral amplísima para Podemos. El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho –centro–, declaró que la idea de que se haga una excepción con Grecia no era algo que “entusiasme a los países que resolvieron sus problemas”. España, por su parte, alega que las reglas negociadas “son inamovibles”.
El nuevo Ejecutivo griego rompió sin demora con varios ejes de la política europea, y no sólo en materia de deuda o reformas. También lo hizo en lo que atañe a la política exterior, en lo concreto con Rusia. En vez de reunirse primero, como es la tradición, con el embajador norteamericano en Atenas, Tsipras cambió el orden del interlocutor y recibió antes al embajador ruso, Andrei Maslow. Antes, Alexis Tsipras había lamentado que se incluyera a Grecia en una nueva advertencia europea dirigida a Moscú para que Rusia respete el acuerdo de alto el fuego en el Esta de Ucrania. A este tema se le agrega desde luego uno de los gestos más fuertes de Atenas: el no reconocimiento del club de acreedores compuesto por la troika. La primera ronda apenas acaba de comenzar. Los protagonistas encarnan identidades distintas: un club de prestamistas que monitorea las políticas nacionales en nombre del dinero que presta. Y una mayoría que salió electa en contra de las políticas de ese club. Legitimidad popular contra dictadura financiera. Grecia es hoy un laboratorio renovado.