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viernes, 16 de junio de 2017

ANCLADOS EN ROCHA MATRIMONIO CON UN HIJO DE TRES AÑOS “VARADO” A LA ESPERA DE UN REPUESTO QUE NO LLEGA.




Escribe Juan José Pereyra Twitter@juano500

Nerea nació en el País Vasco. Es Licenciada en Derecho. “En mi primera vida trabajé siete años en el mundo jurídico hasta que entendí que lo mío era las artes escénicas y la danza y a eso me dediqué”, me dice en el City Café de Rocha .
Ella, su marido Guille y Unai, el hijito de ambos de tres años y tres meses tuvieron un corte abrupto del viaje en su recién comprada casa rodante que los llevaría, en principio por un año, a Brasil y Argentina.
La danza llevó a Nerea a varios países en Europa y América Latina. Desde hace años su especialización es la danza llamada Contact Improvisación. Una noche en Santiago de Chile, donde trabajaba dando clases y actuando se dijo que al día siguiente se tomaría un ómnibus para venir a Uruguay.
“Había leído varios libros de Benedetti pero algo me hizo tomar la decisión de conocer este país que ya es el mío. En ningún otro lado he visto los colores de Uruguay, es algo que me llena el alma , el verde, el azul y el amarillo .No llegué a Uruguay porque tuviera un proyecto laboral o porque conocía a alguien. Fue como que algo me trajo, decidir venir fue algo instintivo, no tengo una explicación. Vi puestas de sol increíbles en muchos lugares pero aquí no es solo la puesta de sol, es el día mismo, acá en Uruguay veo el color y me llena de felicidad”, comenta.
Nerea se quedó en Uruguay y su vida era dar clases de danza y participar en eventos donde practicaba la danza.
Guillermo estudió computación y trabajó muchos años en esa tarea pero un día vio que no era lo suyo. Se formó en técnicas de masaje, en especial el tailandés . También le interesó la expresión corporal y la danza. En una de esas clases conoció a Nerea, la profesora. “Fue un flechazo, cuenta ella. Al mes estábamos juntos y a los dos me mudé con él a El Pinar”.
Poco tiempo después se casaron y luego llegó Unai, cuyo nombre vasco significa pastor de vacas.
“Un día en un café, al poco tiempo de ya ser pareja, nos pusimos a escribir una lista de qué cosas queríamos hacer juntos en la vida. Los dos escribimos lo mismo: queríamos viajar”, dice Guille.
La idea es que el viaje sea “encuentro con otros, conocer otra gente, otras culturas y vivencias”. Las circunstancias permitieron que, tras una sucesión familiar, les quedara una casa y un dinero, el que resolvieron destinar a la compra de una casa rodante de segunda mano para poder cumplir su sueño.
Supieron que alguien de confianza, un argentino cuyo padre vive en Marindia, vendía un rastrojero de 1978, la casa rodante que les permitiría viajar con comodidad junto con Unai.

“Siempre soñamos con que su aprendizaje fuera a través de la experiencia. Él estuvo yendo a una escuelita el año pasado y la experiencia fue buena. Nosotros queremos que conozca no sé sí otras culturas pero sí otras realidades, otras familias. Tengo el ideal de que la crianza en red, con un apoyo, con un vínculo, con más gente , una especie de vieja familia donde todo el mundo estaba allí para echar una mano . Quería ver si había gente así y lo vivimos con felicidad y con calma”, cuenta Nerea.

En febrero Guille comenzó los trámites y viajó a La Plata para volverse con Jerónimo, como lo bautizaron. El 22 de mayo, a los cinco años de haberse conocido, comenzaron la aventura que los trajo primero a Rocha, a las Sierras, donde una familia vasca amiga de Nerea tiene una casa, Luego de pasar unos días resolvieron partir hacia Brasil, pasando antes por Punta Rubia, para visitar otros amigos.
El sábado 10 pasaron por Rocha rumbo a Punta Rubia y a pocas cuadras sucedió. Nerea estaba sintiendo una gran paz y felicidad y sintió que todo era perfecto. En ese instante un ruido muy fuerte les impidió continuar. Hicieron llamadas y llegaron al Taller Leonidas Techera cuyo responsable, pese a que era sábado de tarde y no estaba trabajando, fue a verlos. El primer diagnóstico fue muy duro. Era el motor, había que llevar a Jerónimo al taller. El segundo diagnóstico fue más duro. Se había roto el cigüeñal de un motor Nizan que si bien no era tan antiguo como el rastrojero, había tenido varias “metidas de mano·, adaptaciones y demás por parte de dueños anteriores.
El gran problema es encontrar el repuesto. No se sabe si se podrá conseguir en Uruguay. Les quedó claro que será cuestión de esperar una, dos o tres semanas.
Han dormido estos primeros días en la propia casa rodante ,en el taller, mientras durante el día han hecho gestiones ,tirado redes para ver cómo conseguir el repuesto y también para hacer algo que los ocupe y si es posible, les deje algo de dinero los días que estén en Rocha.

“No hicimos buenas migas con Jerónimo, va a necesitar otro dueño una vez que quede arreglado”, dice Nerea. “Viajaremos con menos comodidad, con el autito que quedó en El Pinar pero el gusanito del viaje ya nos enganchó. Somos constructores de la realidad que vivimos. Eso me da confianza”, agrega.
Nerea, Unai y Guille están en estos días en una casa de las Sierras de Rocha donde pueden alojarse mientras la cuidan. “Saldremos de esta espera y de los gastos que se generan que para nosotros son importantes. El dinero que nos genera la casa de El Pinar que tenemos alquilada, y unos ahorros que nos van quedando, permitirán que nuestro sueño se realice”, dice con una gran sonrisa.

El WhatsApp de Nerea es :  098 908 771