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jueves, 18 de septiembre de 2014

Editorial de El País: "El flagelo de la mediocridad" "Las falsedades del Frente Amplio"


Editorial

El País


Dos falsedades han marcado el discurso del Frente Amplio en las últimas décadas. Una, que en sus filas se encontraban los profesionales más capaces, los más aptos para desarrollar la función de gobierno. La segunda, que ese partido impulsaba la máxima participación de la sociedad, que la gente de todos los ámbitos se comprometiera con la cosa pública, para resolver los problemas del país.
Si ambas cosas eran ya muy discutibles tras casi 10 años de gobierno, en los últimos tiempos ha quedado claro que directamente son mentira. Y que la visión que domina a esa coalición es un culto a la mediocridad y un castigo a quienes cometen el pecado de tener talento y ganas de aportar, sin tener puesta la camiseta del Frente Amplio.
En las últimas horas quien debió padecer las consecuencias de esta política es Juan Dubra. Con 42 años, Dubra es una de las figuras más destacadas en la economía nacional. Tiene un doctorado de la Universidad de Nueva York, estudios en Stanford, en el IMPA de Brasil, ha asesorado a empresas como Microsoft, a la ONU, y es reconocido por sus pares como uno de los mejores profesionales de su generación. Todo muy lindo hasta que cometió el error de apoyar a Luis Lacalle Pou, y comprometerse con la realidad política nacional.
Días atrás, en una entrevista con un medio argentino, Dubra dijo lo que todos saben. Que el crecimiento económico de Uruguay no es debido solo a las políticas del Frente Amplio, sino que en muchos aspectos el país que dejó el gobierno colorado en 2004 tenía ya las condiciones prontas para el despegue que continuó. Esta verdad, reconocida hasta por el vicepresidente Astori y Tabaré Vázquez, desató una tormenta. Una ola de políticos de tercer orden y activistas de internet, lanzaron una despreciable serie de ataques, agravios y ofensas, basados en lecturas parciales y maledicentes sobre sus palabras.
No es el primero que debe enfrentar este tipo de campaña. Lo mismo le pasó a quien aspira a ser ministra de economía de un gobierno blanco, Azucena Arbeleche. Economista de carrera académica envidiable, técnica indiscutible, supo desempeñarse en un cargo clave para el país durante más de 10 años, con gobiernos de todos los colores. Sin embargo bastó que anunciara que se la jugaba a entrar en política, para que una serie de mediocres y envidiosos, muchos de los cuales hasta pocos días atrás sacaban cartel con el resultado del trabajo de Arbeleche en la gestión de deuda, lanzaran en su contra todo tipo de ataque y agravio. Incluso Astori, en un gesto que lo pinta de cuerpo entero, le lanzó calificativos que jugaban al filo de un machismo sectario, rancio y caduco.
Esto es fácilmente asociable a lo que pasó meses atrás, cuando un dirigente del Pit-Cnt lanzó una andanada de insultos contra la organización Un Techo Para Mi País, a los que acusó de ser "aburridos", "chetos de pocitos" a los que mandó a "laburar". ¿Cuál fue el pecado de estos jóvenes voluntarios? Dedicar su tiempo a tareas solidarias y a preocuparse por el prójimo y la cosa pública. Eso que gremialistas y políticos "de izquierda" siempre han dicho impulsar, y que justifica según ellos que sindicatos y organizaciones estudiantiles funcionen en base a Asambleas donde los 4 que se quedan hasta las 3 de la mañana a votar, valen más que los miles que prefieren quedarse en su casa.
Mientras sucede esta caza de brujas para expulsar a los capaces y formados que quieren aportar, el país debió afrontar otra cachetada. El regreso al ruedo político del exministro Lorenzo, quien pese a estar procesado por el caso Pluna, se lanza como candidato a diputado y recorre los medios reivindicando un lamentable gestión, que ha dejado un agujero de cientos de millones en las arcas públicas. El discurso de Lorenzo es tan expresivo como indignante. Según dice, él hizo todo para "resolver un problema" que tenía el país, y no entiende por qué solo debido a que las cosas salieron mal, él no puede seguir dedicado a la política. Y de paso, conseguirse unos fueros que lo salven de una eventual condena.
Si esa es la noción de eficiencia, capacidad y responsabilidad política de quien fue presentado durante años co-mo la gran luminaria en materia económica en el Frente Amplio, está claro por qué quieren expulsar de escena a todos los valiosos con quienes compararlos.