Editorial
El País
Dos falsedades han marcado el discurso del
Frente Amplio en las últimas décadas. Una, que en sus filas se
encontraban los profesionales más capaces, los más aptos para
desarrollar la función de gobierno. La segunda, que ese partido
impulsaba la máxima participación de la sociedad, que la gente de todos
los ámbitos se comprometiera con la cosa pública, para resolver los
problemas del país.
Si ambas cosas eran ya muy discutibles tras
casi 10 años de gobierno, en los últimos tiempos ha quedado claro que
directamente son mentira. Y que la visión que domina a esa coalición es
un culto a la mediocridad y un castigo a quienes cometen el pecado de
tener talento y ganas de aportar, sin tener puesta la camiseta del
Frente Amplio.
En las últimas horas quien debió padecer las
consecuencias de esta política es Juan Dubra. Con 42 años, Dubra es una
de las figuras más destacadas en la economía nacional. Tiene un
doctorado de la Universidad de Nueva York, estudios en Stanford, en el
IMPA de Brasil, ha asesorado a empresas como Microsoft, a la ONU, y es
reconocido por sus pares como uno de los mejores profesionales de su
generación. Todo muy lindo hasta que cometió el error de apoyar a Luis
Lacalle Pou, y comprometerse con la realidad política nacional.
Días atrás, en una entrevista con un medio argentino,
Dubra dijo lo que todos saben. Que el crecimiento económico de Uruguay
no es debido solo a las políticas del Frente Amplio, sino que en muchos
aspectos el país que dejó el gobierno colorado en 2004 tenía ya las
condiciones prontas para el despegue que continuó. Esta verdad,
reconocida hasta por el vicepresidente Astori y Tabaré Vázquez, desató
una tormenta. Una ola de políticos de tercer orden y activistas de
internet, lanzaron una despreciable serie de ataques, agravios y
ofensas, basados en lecturas parciales y maledicentes sobre sus
palabras.
No es el primero que debe enfrentar este tipo de
campaña. Lo mismo le pasó a quien aspira a ser ministra de economía de
un gobierno blanco, Azucena Arbeleche. Economista de carrera académica
envidiable, técnica indiscutible, supo desempeñarse en un cargo clave
para el país durante más de 10 años, con gobiernos de todos los colores.
Sin embargo bastó que anunciara que se la jugaba a entrar en política,
para que una serie de mediocres y envidiosos, muchos de los cuales hasta
pocos días atrás sacaban cartel con el resultado del trabajo de
Arbeleche en la gestión de deuda, lanzaran en su contra todo tipo de
ataque y agravio. Incluso Astori, en un gesto que lo pinta de cuerpo
entero, le lanzó calificativos que jugaban al filo de un machismo
sectario, rancio y caduco.
Esto es fácilmente asociable a lo que pasó meses atrás,
cuando un dirigente del Pit-Cnt lanzó una andanada de insultos contra
la organización Un Techo Para Mi País, a los que acusó de ser
"aburridos", "chetos de pocitos" a los que mandó a "laburar". ¿Cuál fue
el pecado de estos jóvenes voluntarios? Dedicar su tiempo a tareas
solidarias y a preocuparse por el prójimo y la cosa pública. Eso que
gremialistas y políticos "de izquierda" siempre han dicho impulsar, y
que justifica según ellos que sindicatos y organizaciones estudiantiles
funcionen en base a Asambleas donde los 4 que se quedan hasta las 3 de
la mañana a votar, valen más que los miles que prefieren quedarse en su
casa.
Mientras sucede esta caza de brujas para expulsar a los
capaces y formados que quieren aportar, el país debió afrontar otra
cachetada. El regreso al ruedo político del exministro Lorenzo, quien
pese a estar procesado por el caso Pluna, se lanza como candidato a
diputado y recorre los medios reivindicando un lamentable gestión, que
ha dejado un agujero de cientos de millones en las arcas públicas. El
discurso de Lorenzo es tan expresivo como indignante. Según dice, él
hizo todo para "resolver un problema" que tenía el país, y no entiende
por qué solo debido a que las cosas salieron mal, él no puede seguir
dedicado a la política. Y de paso, conseguirse unos fueros que lo salven
de una eventual condena.
Si esa es la noción de eficiencia, capacidad y
responsabilidad política de quien fue presentado durante años co-mo la
gran luminaria en materia económica en el Frente Amplio, está claro por
qué quieren expulsar de escena a todos los valiosos con quienes
compararlos.