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domingo, 25 de enero de 2015

PEREIRA ROSSELL: MITAD DE EMBARAZADAS CONSUME ALCOHOL. LA TERCERA PARTE DROGAS

problemas en salud pública

Una de dos embarazadas ingiere alcohol; 30% drogas

Una investigación del Hospital Pereira Rossell del 2014 reveló que la mitad de las madres del hospital consumió alcohol durante el embarazo. Además, un 9% consumió cocaína, un 20% marihuana, un 42% tabaco y un 78% cafeína. Los niveles de consumo se mantienen con respecto al 2011, año en que se realizó la investigación anterior.

Del 50% de las que consumieron alcohol en el embarazo, 13% fue en niveles altos. Foto: AFP.
FRANCISCO MARQUES25 ene 2015
El País
 
Mario Moraes —neonatólogo— Gabriel González —obstetra— Eleutelio Umpiérrez —químico neuropediatra— y Claudio Sosa —neuropediatra— son los especialistas que participaron de la investigación que conversaron con El País sobre los resultados y los efectos de las sustancias de riesgo durante el embarazo.
El alcohol es uno de los puntos que más preocupa. Un 26% de las embarazadas del Pereira Rossell declaró haber consumido alcohol en alguna ocasión. Pero al analizar las muestras de meconio —primeras deposiciones del recién nacido— se comprobó que el 50% de los bebés estuvieron expuestos al alcohol en el embarazo. Y el 13% a dosis elevadas.
Lo preocupante no es solo el porcentaje, sino la falta de conciencia. Según estos especialistas, hay gran desconocimiento de los efectos del síndrome de alcohol fetal, que se produce con el consumo durante el embarazo. Un desconocimiento que no se limita al Pereira Rossell sino a gran parte de la población.
"El alcohol es la sustancia más dura durante el embarazo, la más difícil de revertir, ya que provoca daños anatómicos, además de malformaciones en el cerebro y daños a las neuronas", dice Mario Moraes, neonatólogo. Aunque parezca mentira, para el feto es más peligroso el consumo de alcohol que el de cocaína.
Según Gabriel González, neuropediatra, el alcohol es la principal causa de retardo o discapacidad intelectual no heredable. "No solo puede provocar niños con retardo mental, con cabeza más pequeña sino que, aunque el consumo de la madre no sea intenso, puede provocar que el desarrollo intelectual y social no sea óptimo. Puede provocar que el niño sea hiperactivo, con problemas de aprendizaje, dificultad para controlar sus impulsos", dice. Algo 100% evitable.
Durante el embarazo, la tolerancia para el alcohol es cero, una indicación que no siempre se respeta.
González recuerda que, no hace mucho, vio un folleto de una institución médica con recomendaciones para el embarazo que decía: "consumo de café, mate y alcohol en cantidades razonables". La indicación, además de ser ambigua, es errónea. Y refleja la falta de conciencia sobre esta problemática.
El año pasado, los especialistas fueron consultados por el Parlamento para el proyecto de ley que regula el consumo, distribución y expendio de bebidas alcohólicas. Allí expresaron su preocupación a los legisladores. Una de las medidas básicas planteadas fue la obligación de colocar una advertencia sobre los efectos del síndrome de alcohol fetal en el embarazo. Tal como ocurre con el tabaco.
Además de alcohol, se detectó que un 9% de las madres consumió cocaína, un porcentaje que se mantiene estable desde 2010. El análisis únicamente detecta metabolitos de cocaína, por lo que es difícil distinguir cuando se trata de consumo de cocaína u otros derivados como la pasta base, que se produce a partir de residuos de la primera.
Según Gabriel González, no está probado que la cocaína produzca malformaciones al feto, pero sí puede producir múltiples daños. Por ejemplo, aumenta el riesgo de enfermedades cerebrovasculares. Para Mario Moraes, el consumo de cocaína o pasta base preocupa, porque se ha observado que los casos de mortalidad infantil aumentaron en aquellas madres con mayor consumo.
Y el problema no es solo el consumo. Previsiblemente, el contexto en que son criados muchos de estos niños —pobreza, marginación, falta de educación— tiene consecuencias en el desarrollo.
"Por eso es importante conocer la situación de la madre, para poder intervenir. No es que porque la madre consumió cocaína o pasta base el niño quedó signado. Se puede revertir", dice Moraes.
Respecto a la marihuana, dos de cada diez fetos estuvieron expuestos a esta droga en algún momento del embarazo, la mayoría en forma leve. La marihuana preocupa porque su consumo aumentó en los últimos años, y se tiene poco conocimiento sobre sus efectos en el embarazo.
Según Moraes, estudios recientes han detectado efectos en el tamaño del bebé. "Que un bebé sea chico es importante. Hay algo que se llama reprogramación genética, y cuando un bebé nace con bajo peso está predispuesto en la vida adulta a desarrollar enfermedades, hipertensión, colesterol alto, infarto de miocardio, diabetes, obesidad. No es solo nacer chico sino que no quede predispuesto a tener alteraciones en la vida futura", dice.
En el caso de la cafeína —importante en un país que tiene como bebida nacional el mate— no hay evidencia de que provoque una discapacidad intelectual o social, pero su consumo en exceso puede aumentar los riesgos de aborto o parto prematuro, e incidir en el peso del niño. El 78% de las mujeres del Pereira Rossell consumieron cafeína en el embarazo, y el 30% del total en un valor mayor a 300 mg por día, lo que se considera tiene efectos negativos sobre el embarazo y el recién nacido.
Respecto al tabaco, el hábito de fumar en el embarazo descendió en los últimos años con la implementación de la nueva legislación, pero el 42% de las mujeres dijeron haber fumado en el embarazo.
Pero las sustancias de riesgo no son lo único que influye en el futuro del niño. Por eso, el estudio también tomó en cuenta otras variables. El 20% de las madres consultadas declararon sufrir depresión. En algunos casos, se realizó un seguimiento de los niños por más de cuatro años, y se confirmó que los hijos de madres deprimidas tienen menor desarrollo que aquellos de madres saludables.
La depresión en la madre, el nivel de educación, la situación económica y el contexto familiar son todas variables que influyen en el desarrollo del niño, y que de estar equilibradas, pueden revertir las secuelas del consumo. "Tan importante como la droga es el entorno", dice González.
Estadísticamente, alrededor de un 0,5% de la población mundial tiene retardo mental leve por causas genéricas. Pero el porcentaje de discapacidad intelectual aumenta con el consumo de sustancias y otros factores inciden en el embarazo y posterior desarrollo del niño. La diferencia en la atención es lo que determina el porcentaje. En países como Finlandia, donde a la madre se las atiende correctamente y se les inculca no consumir sustancias de riesgo durante el embarazo, el porcentaje de retardo se reduce al mínimo. En el otro extremo, los países más pobres pueden llegar a tener un 10%.
¿Qué se puede hacer para prevenir riesgos? Según los especialistas es necesario promover programas de seguimiento que acompañan al niño en situación de riesgo desde el nacimiento hasta los tres primeros años de vida, el período más fundamental en el desarrollo. Y actuar temprano es la mejor solución.

El Estudio demandó inversión de US$ 200.000

El estudio de meconio requiere una tecnología avanzada, que hace unos años ni siquiera se encontraba en el país. Y por eso el estudio requirió una inversión importante. La Agencia Nacional de Investigación e Innovación brindó los recursos iniciales para el proyecto, a los que se sumó el apoyo del plan Uruguay Crece Contigo y la Universidad de la República. El proyecto demandó unos 200.000 dólares. A eso se le suman los equipos utilizados y los recursos humanos.

El estudio

El Hospital Pereira Rossell, el principal centro pediátrico del sector público en Uruguay, atiende unos 7.500 partos por año, y para asegurarse que la muestra fuera representativa, fue tomada al azar mediante un método computarizado. El año pasado, 319 madres participaron del estudio.
El primer estudio se realizó en 2005, el segundo en 2011 y el último fue en 2014, cuyos resultados se dieron a conocer a fines de año.
Los análisis comienzan con el nacimiento del niño, y en el caso de los nacidos en 2010, ya van cuatro años de investigación. El objetivo de la investigación es controlar a estos niños por 15 años.
Al ingresar al Hospital Pereira Rossell, cada madre completó un cuestionario, pero a veces la declaración no es fiel. "Como existe una idea previa de que eso está prohibido o puede hacer mal al bebé, muchas madres son reticentes a decir que consumieron", dice Claudio Sosa, neuropediatra que participó del estudio.
Esta falta de coincidencia se corrige mediante exámenes biológicos. Luego del parto, se realiza un examen del meconio que permite obtener información sobre la segunda mitad del embarazo. Esta prueba es imprescindible para saber con precisión qué consumió la madre durante esos meses. "A veces no es negación, sino que la persona realmente puede no recordar", dice Mario Moraes, neonatólogo.