El
tema de los presos de Guantánamo que el presidente Mujica
comprometió traer al país a pedido del presidente Obama, tuvo en
estas horas un giro inesperado que pone al país ante un episodio
especialmente grave.
La
Embajadora de los Estados Unidos en Uruguay realizó sorprendentes
declaraciones que tienen que ver con la política interna del país.
Dijo que el acuerdo alcanzado entre ambos gobiernos es un “acuerdo
del Estado uruguayo”, y que “ningún acto electoral ni ningún
cambio de gobierno puede incumplir.”
Nada
sabe el país respecto al presunto acuerdo. El gobierno uruguayo nada
ha informado al Parlamento, que es quien tiene competencia sobre el
tema; tampoco lo ha hecho con los partidos políticos.
Es
muy importante que la Embajadora tenga presente que el Uruguay es un
país libre, y que no es la Embajada de los Estados Unidos la que
establece el marco de actuación de los nuevos gobiernos.
Alarmante
el desconocimiento respecto a la historia política del Uruguay
moderno. Vale recordar que a mediados del siglo pasado, un acuerdo al
que había llegado el gobierno de la época para instalar bases
militares norteamericanas en territorio uruguayo, naufragó por un
planteo radical de la oposición conducida por Luis Alberto de
Herrera. Las bases nunca se instalaron, porque Herrera echó abajo el
acuerdo.
Estados
Unidos no quiere en su territorio a estas personas que ha secuestrado
y llevado a una cárcel en la isla de Cuba, sin someter a ningún
juicio, con un trato violatorio de los Derechos Humanos. Estas
personas no están en condiciones de regresar a sus países porque ya
no poseen sus documentos y estos, no están dispuestos a
reintegrárselos. El Senado norteamericano ha expresado clara y
definitivamente, en estos días, que estas personas no podrán
ingresar a territorio norteamericano. Ninguno de sus Estados los
acepta.
Ni
el Presidente Mujica ni el Frente Amplio hicieron ninguna consulta
política.
El
Partido Nacional actúa una vez más desde el nacionalismo, defendido
históricamente, no admitiendo que nadie someta la integridad de
nuestra soberanía. En el Uruguay se hace lo que los uruguayos y sus
gobiernos elegidos democráticamente quieren.
Ni
intervencionismo ni genuflexión.