La República
Publicado el 15/10/2014 - 6:00
Ayer,
con las vanguardias de investigadores, literatos y artistas, la cultura
rioplatense se ordenó en su totalidad según el paradigma de lo genuino,
lo original y lo mítico cual concepto fundacional de una Cultura, la
nuestra.
Hoy,
repensar el ayer en Argentina y Uruguay significa entablar un diálogo
con la “falsa modestia”: sin problemas espectaculares, sin causas
apasionantes, los diversos sectores que conforman por decreto y bajo
presión, la agenda de esa ¿cultura? parecen definitivamente arreglados,
sumergidos en una fase de indefinido y satisfecho estancamiento.No obstante, ahora bastan unos años para individualizar las características del nuevo “sistema” que se ha venido soldando, esto es, demarcar la negligente autocomplacencia de los recién llegados de espacios farandulescos, haciendo uso de un calculado provecho comercial y capitalista de “maneras” y “manías” que resultan “simpáticas”, de una desmesurada avidez de alabanzas sistemáticas de los que conforman el espectáculo insano y mediocre de la degradada cultura del Río de la Plata, que son réplica de las tendencias promocionadas desde el imperio.
¿Con qué finalidad? Deviene lo anterior en una cobarde y oportunista intolerancia frente a cualquier manifestación original, en todas las expresiones que conforman la cultura o del disentimiento crítico sustentable, con apoyo teórico idóneo que representa el “peligro” de una discusión seria al volver a poner en juego algunos valores.
Una irritada malevolencia de los mercaderes de la cultura, ajenos a todo lo que desde el origen ha construido la historia de la cultura y el riesgo que implica hacerlo. Mercaderes que bajo la máscara de fundaciones, ONG y demás artilugios, saben hacer buenos dividendos en el degradado mundo de la cultura de nuestros días, con la enorme hueste de mediocres operadores a sueldo, siempre al servicio de la causa del lavado y de arrodillarse ante el altar del capital.
Mercaderes de la subcultura que condena a la comunidad, con anuencia de la clase política, a ser penetrados por productos biodegradables y a perderse en el juego de alusiones y alejarse para siempre de la creación estimulada, propuesta por los “talentos”, hoy exiliados del mundo de la cultura, quienes adelantan, bajo cualquier forma, ideas, estímulos o propuestas de carácter artístico, aún no comercializados.
El núcleo sustancial y esencial de este “drama” es construir desde la educación una cultura de excelencia, desde la universidad, los colegios públicos y centros culturales, reflejados en un profesorado que garantice idoneidad, capacidad y rigurosidad, ante la emergencia del instante, a un estudiantado dinámico y con ánimos de sentar las bases de una política de autodeterminación y emancipación cultural.
Una política cultural que, conjuntamente con una política de salud para todo el pueblo, son prioridades que no admiten discusión alguna y deberían ser la primera acción de un gobierno socialista, nacional y popular, de modo de proporcionar a los pueblos de Argentina y de Uruguay las armas intelectuales y económicas para lograr su definitiva independencia. No se puede entrar en el porvenir retrocediendo.