por Semanario Voces
Las
columnas de Hoenir Sarthou de las pasadas semanas me pusieron en la encrucijada
de hablar sobre mi opción en las elecciones de octubre, porque de alguna manera
podría implicar que se identificara a VOCES
con su postura personal y como siempre en este “refugio de sueltos”, la libertad
es cada día más libre.
“Era, para mí, la vida
entera,
como un sol de primavera, mi esperanza y mi pasión”. Tango Cuesta abajo
Decir que nací a la vida política con el Frente puede
asemejar un intento de mostrar credenciales militantes, -como si eso tuviera
algún valor- pero en realidad es una simple constatación de mi realidad
personal. Me resulta imposible borrar recuerdos grabados a fuego como aquel
discurso de un desconocido general que hablaba lento marcando las “eses” en una
explanada municipal repleta de gente. Me acuerdo de las noches de engrudo y
pegatina donde mi vieja, de puro piola nomás, salía arriba del camión porque
mis diecisiete años me impedían salir solo ya que los milicos se llevaban sin
discusión a los menores si nos paraban. Como olvidar las charlas en el comité
19 de Junio con “vacas sagradas” como Turiansky, Vidart, Rama o Crottogini, las
discusiones con los “bolches y los latas”, la “Caravana por la democracia” de
los partidos tradicionales, el acto final en la Av. Agraciada y las lágrimas
derramadas por la derrota en la rambla
montevideana. Solo nos consoló el título del diario, creo que era El
Eco, con las palabras de Seregni: “Ninguna revolución se hace en ocho meses”. Veinte
días después fui testigo del Primer y único Congreso de Comités de Base del
Frente Amplio con cerca de cuatro mil delegados de más de mil cien comités de
todo el país. Vivíamos al mango, en una vorágine militante con una sociedad muy
polarizada políticamente, donde los amigos de la infancia rápidamente podían
convertirse en enemigos irreconciliables y perfectos desconocidos pasaban a ser
entrañables compañeros. La década del setenta marcó como pocas a toda una
generación, donde dar la vida por la causa era una posibilidad cierta y el
desprecio por la “democracia burguesa” era una práctica cotidiana.
Si arrastré por este mundo
la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. Tango Cuesta Abajo
Luego vinieron los años del plomo, la distancia, muchas
ausencias forzadas, y el advenimiento de
la apertura democrática nos encontró más viejos y más sabios. Prueba y error,
pasamos por varias organizaciones, buscando un paraguas para cobijarnos,
influyo quizás el espíritu gregario y la necesidad de alcanzar un sentimiento
de pertenencia. “Suboficiales de derrotas”, sufrimos con el voto verde y las
continuas palizas electorales y sindicales. Vimos caer muros que nos eran
ajenos pero igual nos movían el piso. Experimentamos fracturas y divisiones
varias y muchos laderos de viaje se fueron por otro rumbo. Pero a pesar de
todo, como decía la abuela vasca del General: “los hechos son porfiados” y
seguimos acumulando como proyecto de cambio. Las estructuras partidarias nos
comenzaron a parecer más un corsé al pensamiento libre que un instrumento para
la creación de nuevas ideas. Cambiamos la chacra sectorial y sus bemoles de
internas peliagudas por una Olivetti 22 que nos permitía seguir dando de tanto
en tanto algún aporte. Y nos convertimos en aquel otrora despreciado
frenteamplista de a pie, que no se casa con nadie pero se compromete con todos.
Así llegamos al 2004 y convertimos el llanto de julio por la muerte de Seregni
en lágrimas de alegría de octubre cuando un inmenso mar rojo, azul y blanco
festejó después de treinta y tres años la victoria. Y nació VOCES.
Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír; no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive! ¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil! Tango Las Cuarenta
Cada uno elige el puesto
de lucha que prefiere y un grupito de anormales optamos por esta quijotada de
cada jueves. Sarna con gusto no pica dice el refrán, así que no vamos a hacer
el recuento de todas las cicatrices que nos dejaron diez años de muchas uñas
rascando fuerte o clavándose en nuestra epidermis periodística. Nos pusimos
como tarea colaborar con el proyecto histórico y para cada uno eso tiene
diferentes interpretaciones. A título personal, yo creo que el mejor aporte es
marcar los errores en voz alta en lugar de callarse por aquello de no darle
armas al enemigo. Demasiados silencios han demostrado históricamente a nivel
universal que no se construye un mundo nuevo con obsecuencia o disciplina
partidaria. Quiero ser profundamente claro, creo que en estos diez años se ha
avanzado muchísimo en diversas áreas y hay un modelo en permanente elaboración
que avanza con mayor o menor velocidad según sea el campo analizado. No veo una
“conspiración neoliberal” en la interna oficialista y hace años que dejé de
pertenecer al selecto grupo de soñadores
utópicos que ven todo en blanco y negro. Soy más aficionado a los matices y me
rechinan los paradigmas globalizadores de cualquier pelo. No somos Suecia,
Chile ni Nueva Zelanda, pero tampoco Corea del Norte, Cuba o Venezuela, por
suerte. Creo que estamos intentando desarrollar, un poco a los ponchazos, un
modelo propio, único y que aún no sabemos con certeza donde puede terminar.
Pero existen riesgos, por supuesto y no me refiero a un triunfo electoral de la
derecha, que puede pasar algún día, sin poner en peligro el rumbo iniciado, si
hacemos bien las cosas. Y es acá donde a mi criterio está la clave de la
izquierda uruguaya. ¿Estamos haciendo las cosas bien? A mi entender hay dos problemas que se deben
afrontar. El primero es la formación de
una casta burocrática de militantes fulltime que ha crecido a la sombra del
poder estatal y que antepone sus intereses particulares, perfectamente
maquillados de ideología, a los intereses del proyecto de cambio
frenteamplista. Son los que hoy militan en un grupo y mañana están en otro
partido, o en su defecto forman su propio sector para seguir pesando en la vida
política. Disidentes u obsecuentes según como venga barajada la mano, pero
siempre están en la vuelta. Hombres de corcho, permanentemente flotando en las
esferas del poder. Mujeres también, ta!
El segundo tema es a mi
criterio una división que existe transversalmente en el Frente Amplio entre lo
que yo denomino izquierda republicana e izquierda dogmática. Las dos tendencias
están representadas en todo el espectro frentista, no se salva nadie, y eso
hace que muchas veces existan coincidencias supra sectoriales o discrepancias
intrapartidarias, que afloran o se tapan según las circunstancias pero que más
temprano que tarde llevara indefectiblemente a la implosión de las
organizaciones actuales si se quiere avanzar. De lo contrario el Frente tal
como lo conocemos hoy irá languideciendo, corriendo el serio riesgo de
extinción. Parafraseando a consignas de otras épocas se trata de una revolución
permanente o de una revolución en la revolución dentro de la izquierda
uruguaya. Pero viendo el tiempo y el espacio no tengo más remedio que dejar
esto por acá, casi, casi como que me fui al carajo con la idea inicial de esta
nota. Dos pequeñas aclaraciones:
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