Escritor y periodista Julio Dornel
El escritor y filosofo italiano Humberto Eco, nacido en Alejandría el 5 de enero de 1932, que ganara popularidad con su novela EL NOMBRE DE LA ROSA, acaba de fallecer en Milán a la edad de 84 años. Por esas coincidencias que se dan en el periodismo, nos enteramos accidentalmente mientras escuchábamos un noticiero, leyendo en la revista cultural “Ñ”, que se edita en Buenos Aires uno de sus últimos reportajes. Con su claridad habitual analiza los entretelones de su último libro (Número Cero) ambientado en la redacción de un periódico donde se dan cita algunos personajes de la Logia Masónica P2, las Brigadas Rojas y el triste final del principal protagonista, Silvio Berlusconi. Apasionado por el periodismo y la búsqueda de la verdad, va relatando la inesperada venta de EL NOMBRE DE LA ROSA, que superó los 30 millones de ejemplares en 47 idiomas. Del extenso reportaje realizado por el periodista de “Ñ” es suficiente conocer su opinión sobre los medios de comunicación, para valorar una opinión sostenida durante toda su vida. Comienza señalando que “la objetividad periodística es un mito. Un diario hace interpretación no solo cuando mezcla un comentario con una noticia, sino también cuando elige cómo poner en página el artículo, cómo titularlo, cómo acompañarlo de fotografías, cómo conectarlo con otro artículo que habla de otro hecho, y sobre todo cuando ese diario hace interpretación cuando decide que noticia prefiere publicar. Si mañana nieva es un hecho, si un tren descarrila por accidente es un hecho, si un jefe de Estado muere de un infarto es un hecho. Pero luego hay eventos que tienen en la base un hecho físico indiscutible (los israelíes bombardean Líbano, los estudiantes han organizado una marcha) pero que son claramente producidos para “crear una noticia”, la prensa no puede distraerse en la utopía de la objetividad. Sobre estos hechos presuntos la prensa debe tener el coraje de declarar que está haciendo algo más para dar una noticia: tomar partido, buscar las motivaciones, ocultarlas o revelarlas, interpretar el valor simbólico de algo producido como acto de comunicación. El periodista no tiene un deber de objetividad. Tiene un deber de testimonio, debe dar testimonio de lo que sabe, y debe dar testimonio diciendo lo que piensa. El deber del periodista no es convencer al lector de que le está diciendo la verdad, sino advertirlo acerca de que lo que le está diciendo es su “verdad”. Agrega el periodista que por aquellos años Eco mantuvo una disputa pública con Piero Ottone, director del periódico II Corriere della Sera que adhería a un periodismo dispuesto a seguir reglas básicas y válidas para todos, como la cita rigurosa de las fuentes y la separación entre noticia y comentario. Mientras para Eco el diario no es un órgano al servicio del público sino un instrumento de formación del público”.
Nuestro agradecimiento al periodista Gualberto Cos, (radicado en Chuy) por acercarnos periódicamente esta prestigiosa publicación cultural, como lo es la revista “Ñ”.