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lunes, 15 de diciembre de 2014

El libro sobre el tesoro de las Masilotti

 Montevideo Portal

No todo lo que brilla

Con Eduardo Cuitiño, autor de “El misterio del tesoro de las Masilotti”, repasamos todas las teorías de un enigma que en estos días cumple 54 años.


Eduardo Cuitiño (Montevideo Portal)

En el 2012, el matemático uruguayo Eduardo Cuitiño realizó una minuciosa investigación sobre Jack el Destripador que, según él, le permitió establecer la identidad del famoso asesino serial del siglo XIX.
Amante de los enigmas, Cuitiño se embarcó luego en un misterio vernáculo: el tesoro de las Masilotti, que por más de 50 años encendió la imaginación de los montevideanos.
Hace casi exactamente 54 años, días antes de la Navidad de 1950, llegó al país procedente de Hollywood una señora estadounidense (de origen italiano) llamada Clara Masilotti, que con un mapa en mano -realizado por su padre, que estuvo dos veces en Uruguay- comenzó los trámites necesarios para iniciar excavaciones en el Cementerio Central con el fin de encontrar un tesoro enterrado.
Clara y su hermana Laura revolucionaron Montevideo en sus numerosos e infructuosos intentos por encontrar el tesoro, disparando además todo tipo de hipótesis sobre la procedencia de aquella fortuna (con versiones sobre su origen que van desde Garibaldi al papa Pío IX).
Cuitiño repasa todas estas teorías en su libro El Misterio del Tesoro de las Masilotti, editado recientemente por Fin de Siglo, y especula además sobre los posibles sitios del enterramiento.
En momentos en que se cumple un nuevo aniversario de aquel misterio, repasamos junto a Cuitiño todas las teorías que han surgido en este medio siglo sobre lo que pudo haber sucedido con el tesoro (y algunas recientes sorpresas).
1) Fue encontrado en el subsuelo de la fábrica Strauch & CIA
La teoría más popular por lejos. Al construir la fábrica, sobre el terreno que está enfrente al cementerio Central sobre Gonzalo Ramírez, encontraron el tesoro y le pusieron "La Buena Estrella" como marca a los jabones de creolina que fabricaban, en honor a su suerte. Abona la teoría que un hermano de los jaboneros, llamado Alfredo Strauch, tenía una joyería sobre la calle 25 de mayo. La familia Strauch pasó de ser un grupo de inmigrantes llegados de Alemania a una familia patricia de Montevideo. El símbolo usado para la marca "La Buena Estrella" es la estrella de cinco puntas, la estrella flamígera de la Masonería.


Foto de la calle "La igualdad", actual Aquiles Lanza pero de 1870.


Nota: La calle frente al cementerio se llamaba "La Estanzuela" y posteriormente se llamó Gonzalo Ramírez. ¿Qué son esas líneas que cruzan en diagonal el terreno enfrente al cementerio, donde posteriormente se instaló la fábrica de los Strauch? Una línea diagonal no se pudo producir en el terreno por obra de la naturaleza.

2) Sobre Gonzalo Ramírez esquina Petrarca (esquina noreste del cementerio).

Sobre esa esquina era donde pretendían proseguir la búsqueda las hermanas Clara y Laura Masilotti en el año 1973. La situación del país, y la salud de Clara (tuvo un derrame cerebral) les impidió continuar. El fundamento era un antiguo mapa de 1843.


Hay vecinos que aseguran que sobre Petrarca y Cebollatí, y sobre Gonzalo Ramírez y Santiago de Chile, existen túneles. Y más aún, sobre ellos encontraron objetos militares.
3) La teoría del túnel de pasaje.
Una vez que se construye la rambla, luego del terrible y devastador temporal del 10 de julio de 1923, desaparecieron dos pequeñas bahías entre Ejido y lo que hoy es la playa Ramírez. Se ganó terreno al mar, pero se perdieron las playas de San Patricio y de Santa Ana.


Foto aérea de 1926 - Se aprecia la rambla en construcción y la bahía de la playa de San Patricio.

Una leyenda indica que esta playa era usada como playa de desembarco, y que el mítico tesoro se escondió en un túnel de pasaje entre la playa y la ciudad.

4) La teoría del mapa equivocado
Cuando las Masilotti buscaron el tesoro por primera vez en mayo de 1951, guardaban celosamente un mapa que indicaba las claves para su búsqueda. Un periodista se atrevió y miró de refilón el papel, y observó que una puerta era la referencia, que en un costado estaba el mar, pero que en el mapa algunas calles aparecían cambiadas. Algunos pensaron entonces que el mapa había que girarlo, y que la puerta de referencia del cementerio no era la clave, sino la puerta antigua que da sobre la calle Viana, en el costado oeste.
Allí, sobre un desnivel, abajo de lo que algún día fue la cancha de básquetbol del Palermo Básquetbol Club existe lo que parece ser la boca de un túnel en dirección al cementerio. Los vecinos indican que fue tapiado hace poco, y que antes había una reja, y que efectivamente allí hay un túnel. Si se golpea, suena a hueco.




5) La teoría de la tumba de la hija de Garibaldi

Hay quienes piensan que no era necesario hacer un túnel para esconder un tesoro, que hay tumbas que nunca se abrieron. Es que, para esconder un tesoro, un cementerio puede ser un lugar muy astuto. Nunca hay mucha gente en un cementerio; es un lugar que nos enfrenta a la muerte, y si alguien quiere hacer una búsqueda allí, si va por los caminos informales, un pozo de tierra queda evidente. Y si va por los caminos formales, es muy complejo, pues es una profanación de un campo santo, más aún cuando para la época que estuvo Garibaldi en Uruguay, la que mandaba en el Cementerio Central era la Iglesia Católica.
Como atrás de la búsqueda de un tesoro en un cementerio siempre está implícita la idea de la profanación, nada mejor que esconder el tesoro en la tumba de un niño. Justamente, en 1846, mientras Garibaldi era el que comandaba la flota del gobierno de la Defensa en la Guerra Grande, falleció su pequeña hija, Rosa Garibaldi. Su tumba jamás se abrió, y la leyenda indica que es ahí donde está escondido el tesoro en realidad.


6) La teoría del cementerio equivocado
Hay quienes sostienen que las Masilotti se equivocaron de Cementerio Central. En la ciudad de Salto, el cementerio antiguo se llama así, y fue inaugurado en 1851, pero se comenzó a construir justo cuando Garibaldi abandonó el Uruguay. Uno de sus costados da contra un arroyo, que podría simbolizar el mar en el antiguo mapa de las Masilotti. Según varios salteños, el cementerio contiene simbologías extrañas, que algunos vinculan a la masonería.
7) La teoría de Mastai-Ferretti
Según otra teoría, el tesoro había pertenecido a un cardenal italiano, Juan María Mastai-Ferretti, que resolvió trasladarse a nuestro país en 1824 proveniente de Chile con toda su fortuna en joyas, monedas y lingotes de oro.
Mastai-Ferretti viajó a América del Sur en 1823, enviado como ayudante del nuncio apostólico Giovanni Mussi a Chile y Perú. En esa misión estuvo hasta 1825, momento en que regresó a Roma y pasó a dirigir el hospital San Michele. Nunca más salió de Italia. Al regresar pasó por Uruguay y es allí donde algunos suponen que enterró el tesoro, no necesariamente en el Cementerio Central. Vivió en la casa de Manuel Ximenes y Gómez, en la Rambla portuaria entre Juan Carlos Gómez e Ituizangó.
En 1827 fue designado Arzobispo de Spoleto y luego fue trasladado a Imola. En 1839 fue nombrado cardenale in pectore por Gregorio XVI, y más tarde Papa el 16 de junio de 1846, bajo el nombre de Pio IX, Pionono para la gente. Es una teoría cuestionada pues el Cementerio Central se construyó entre 1832 y 1835, y fue allí donde buscaban las Masilotti.
8) Otras teorías
- Fue hallado en realidad en el año 2013 por la empresa que demolió la fábrica y construye actualmente 3 edificios enfrente al cementerio.
- Fue hallado en realidad por la Intendencia de Montevideo.
- Fue hallado en realidad subrepticiamente por las Masilotti, pero fueron muy astutas al no hacerlo público.
- Fue hallado por los tupamaros.
- Unas extrañas marcas en árabe se encontraron en el lugar que las Masilotti buscaron el tesoro en el verano de 1957 y hacían referencia a Irán. La hija de Laura Masilotti sospecha de algún grupo terrorista islámico posiblemente asociado a los atentados del 11 de setiembre.
- Fue hallado por unos sujetos muy extraños que le compraron el bar a un gallego en la proa de Ejido y Gonzalo Ramírez. Extraían tierra y tierra, y siempre el lugar estaba lleno de basura. Aparentaban sufrir del mal de Diógenes y uno de ellos era libanés.
9) La teoría de Cuitiño

El arquitecto del cementerio Central fue un tal Carlo Zucchi, y era iniciado en la masonería. Casualmente era italiano, y le apodaban "el genio". Era además grabador, ingeniero eléctrico, mecánico, contador, matemático, poeta, pintor, canchero y escenógrafo. ¿Qué hacía este tipo con un currículum tan brutal por aquí, en Montevideo, en la década de 1830? Había realizado actividades políticas conspirativas de carácter independentista contra el poder de la Iglesia en Italia, había estado preso y se encontraba exiliado en Uruguay. Pertenecía a un grupo conspirador y muy poderoso llamado Los Carbonarios, que posteriormente dio lugar a la logia P1, que a su vez originó la logia P2 mucho tiempo después. Este movimiento había fracasado, y todos sus integrantes y su riqueza eran perseguidos por toda Italia. Es difícil explicar el origen del tesoro basándonos en una única fortuna; sin embargo, sería muy diferente si lo que el abuelo de las Masilotti vio que se llevaban de Italia y que enterraban en 1833 en el Cementerio Central fuera una fortuna compartida. La dirección de la primera excavación de las Masilotti en 1951 estaba dirigida hacia la tumba del doctor Previtali, otro italiano conspirador que había fallado, y que estaba exiliado en Uruguay.



Las descendientes de las Masilotti aseguran que el tesoro se enterró en el año 1833, casualmente cuando el cementerio estaba en construcción. Este dibujo formaba parte del famoso mapa.

Hay que razonar qué lugar del cementerio correspondería con este dibujo, y en especial, con la enigmática línea horizontal que atraviesa los 3 arcos. El tesoro bien podría estar escondido aún en el propio Cementerio Central, y ahora se cuenta con la tecnología suficiente como para buscar sin romper todo al azar, con la ayuda de georradares, sonares de ultrasonido o un esclerómetro.
Por más detalles, adquirir el libro en Nos Gusta Leer. 


Carlo Zucchi