En la tarde de ayer,
familiares y amigos del recordado periodista Pablo Fabián Nuñez
Silva colocaron una placa en su memoria. La iniciativa fue de los
compañeros de Difusora Rochense, lugar donde Pablo trabajo
muchísimos años, dejando una huella imborrable, y donde ahora la
Mesa de Operadores lleva su nombre.
Su vocación
periodística se despertó muy temprano; a los 14 años ya rondaba
por los pasillos de la antigua sede de Difusora Rochense, donde
aprendió los secretos del oficio con los grandes maestros del dial
de aquellos años. Como informativista se dio el gusto de trabajar no
solo con su voz, sino también con su pluma en el diario El Este, y
con su imagen en Canal 9. Su atípica personalidad fue recordada con
cariño, siendo definido como “un muchacho pintoresco” por Hugo
Schiavo, uno de sus tantos compañeros de aventuras. También
afloraron los recuerdos de Roberto Nelson Gutiérrez, con quien
durante muchos años conformó “el dúo dinámico” de Difusora
Rochense, casi como un “matrimonio” donde había risas, pero
también discusiones de aquellas, que terminaban siempre, sin
importar el resultado final, con su sonora carcajada. Una de las
grandes cualidades de Pablo era la facilidad que tenía para “hacerte
calentar”, o para hacerse el enojado, y era difícil discernir si
estaba bromeando o iba en serio. También hubo espacio para que lo
recordaran otras personas con las que vivió muchísimos momentos,
como Pablo Fernández, que recordó la gran ayuda de su tocayo cuando
iniciaba su carrera radial. Todos coincidieron en lo que Pablo
significaba para la sociedad, un hombre que se había ganado la
confianza de los rochenses, que lo llamaban constantemente para
informarle de hechos, noticias e inquietudes que nunca caían en saco
roto.
Fue uno de los pocos
que se animó a hacer periodismo de investigación en Rocha, y eso le
costó desde amenazas, hasta daños en su vehículo. Nada lo
amedrantaba. Su buen humor y su solidaridad fueron dos de los
aspectos mas destacados, y también hubo espacio para la picardía,
para contar aquellas anécdotas que no siempre se pueden contar.
Fueron muchos momentos emotivos, que seguramente quedarán para
siempre en las retinas de su familia, de su hermano Schubert, de sus
queridos hijos, y de esa compañera incansable que fue Adriana. Una
ceremonia que dejó en claro una verdad incontrastable: Pablo sigue
presente en lo que nos dejó a cada uno de nosotros, y cuando un ser
humano es tan intenso en su entrega a los demás, nunca muere, porque
vive en todas las personas que fueron tocadas por su magia…