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lunes, 17 de junio de 2013

Oficios en extinción: relojero Domingo Guerra

RELOJERO DOMINGO GUERRA
La gente corre tras las cosas materiales y  la vida se le va volando sin poder hacer nada”.

Escribe Juan José Pereyra

Tiene 73 años, está jubilado y tiene una hermosa familia. Vivió siempre del trabajo de sus manos. De niño se hacía sus juguetes y los de sus amigos. Arreglaba todo. Un día se puso a arreglar relojes sin saber el nombre de las piezas. Después aprendió la teoría en la Joyería de Waldemar Silva.

Siendo muy chico trabajó en El Este y fue testigo del duelo a sable entre su Director y un militar argentino.

Es un hombre con una vida muy rica y muchas cosas para compartir.

Esta es sólo una parte de su historia contada en el programa Cuarto Poder de Radio Fortaleza.





Siempre agradezco a Dios porque mis manos no se humedecen.”



Uno tiene que tener un tacto especial y es fundamental tener la mano seca que no humedezca las piezas al tocarlas porque se oxidan. El reloj mecánico sobre todo requiere que uno lo trabaje con las manos.

Por más que está la herramienta, siempre al colocar una cuerda lo toca. Le agradezco siempre a Dios el tener las manos secas lo que es muy importante para mí porque con mis manos he vivido toda mi vida.

Siempre me gustó desde niño arreglar y fabricar cosas. Nací en Brasil y República Española y allí comencé a hacer juguetes y a arreglar juguetes de otros niños y ahí nació mi manualidad.

Mis padres me rezongaban porque a veces gastaba un cuchillo golpeando con el martillo para cortar y hacer ruedas para los coches y camiones. Un día, ya con necesidad de trabajo comencé a reparar algún reloj despertador, después me tocó un reloj de campana con el péndulo.

Me dio una gran satisfacción porque veinte años después el dueño me lo trajo y me dijo que en su casa estuvieron trabajando unos albañiles y el reloj se paró. Hace tantos años y siempre anduvo tan bien me dijo y yo le dije no puedo arreglarlo tan bien si no no me conviene. Son las grandes satisfacciones que le da el oficio a uno.



El reloj mecánico no contamina y es mejor”.



Hoy es más fácil porque el reloj a pila no requiere tanto trabajo .Se cambia la pila o si ya no sirve se cambia el módulo de la máquina.

El reloj mecánico, aquel reloj de bolsillo que tiene más de cien años, aún se puede hacer marchar y es una satisfacción poner esas máquinas tan añejas en funcionamiento.

El reloj mecánico es ecológico. Los suizos quieren volver a él porque no contamina nada y da más mano de obra pero habría que preparar nuevamente técnicos. El reloj a pila contamina mucho, las pilas contaminan mucho y además el reloj no tiene el valor del mecánico.

Comencé solo, sin conocer el nombre de las piezas. Hice al revés, la teoría la aprendí después.

Iba a la Joyería Schenechenburger de Waldemar Silva a comprar algún repuesto y él siempre me decía que trabajara allí. Un día cuando me fui del Ejército donde estuve un tiempo ingresé como empleado.

Aprendí muchísimo con él que era un experto en relojes de bolsillo y los de pared aquellos que había. Eso fue allá por el 63 o 64.



El cronógrafo del Dr. Luciani”



El Dr. Luciani tenía un cronógrafo. La gente los llama cronómetro. Pero el reloj que da la hora y mide el tiempo se llama cronógrafo. Tenía escala pulsométrica y él lo usaba para tomar el pulso. Lo llevó porque se le había roto la cuerda. Me lo dio y le dije que para el otro día ya estaría.

Cuando se fue, Waldemar me dijo: pero Guerra, ¡es un cronógrafo! Y yo le dije: si no arreglo este reloj me voy a plantar papas. Yo tenía idea clara de cómo arreglarlo porque todo tipo de reloj tiene un calibre por el cual uno pide el repuesto, por el cual uno se guía por la altura de los ejes. El calibre viene estampado en la platina del reloj. Lo arreglé, se lo mostré a Silva antes de ponerlo en la caja .Se quedó encantado y me dijo que nunca había tenido un relojero tan completo.Para mí fue un orgullo porque yo comencé artesanalmente a armar y desarmar relojes y trabajar en la joyería era una gran satisfacción.



LOS AÑOS DE EL ESTE: TESTIGO DE UN DUELO A SABLE.



Comencé a trabajar en el diario El Este allá por los años 50. El Director era Patrocinio Páez Peña. Los otros patrones eran Ángel María Pereyra y Jaurés Marchand que eran los dueños.

Estaba donde estuvo Casa Ábila muchos años, en Ramírez y Lavalleja. Páez Peña había puesto en un titular que los argentinos venían a sacarle el pan a los uruguayos. Había habido una revuelta en Argentina y un capitán había pedido asilo político y estaba viviendo en Rocha.

El asunto terminó en que el militar le mandó los padrinos. Se pactó que iba a ser un duelo de esgrima a primera sangre. Patrocinio tenía como profesor al Mayor Píriz que en ese tiempo era Alférez. Las clases eran en la imprenta, en el diario.



¿CÓMO? ¿OTRA ESCOBA?



Retiraban las mesas enormes y hacían espacio. Como no tenían sable, quebraban el mango de la escoba. Yo siempre cuando llegaba a la imprenta de mañana temprano limpiaba todo. Limpiaba papeles o algún diario que hubiera quedado en el piso y engrasaba la vieja Marion, la imprenta. Hacía los preparativos para el trabajo diario. Como la escoba no tenía mango fui a pedirle dinero a Pereyra, el Pocho, que era el administrador además de ser dueño y me dijo “! qué cómo si hacía dos días había comprado una, que dónde estaba!” Y le mostré que no tenía mango y dijo “! pero qué cosa horrible! ¡Ojalá que lo mate el argentino!”. Fue muy cómico.

Llegó el día del duelo y se prepararon en el salón principal del Centro Comercial, el mismo salón que se mantiene hoy, claro que refaccionado.

Se saludaron, el saludo reglamentario que es un toque con el sable y Patrocinio le cruzó el pecho al Capitán pero no lo cortó. El Capitán muy hábil, era un profesional, le enredó el sable y lo pinchó en el antebrazo .Sangró y ahí terminó el duelo. Fue un segundo.

Podría haber sucedido una muerte porque dependía dónde se hirieran pero el Capitán se ve que no quiso más que eso.

Empecé a trabajar a los doce. Patrocinio era un hombre muy especial, muy enérgico, se enojaba, era muy temperamental. Cualquier cosa ya se enojaba. Era un gran Director y hacía muy buenos editoriales pero tenía esa su forma de ser.



EL TALLER PROPIO, LA CONSTRUCCIÓN DE LA FAMILIA



Cuando me independicé seguí haciendo trabajos para la joyería porque Waldemar ya tenía problemas de salud y trabajaba menos. Me traía los trabajos y los hacía en casa.He vivido toda mi vida arreglando relojes. En este momento aunque estoy jubilado tengo 52 años de oficio y gracias a Dios mantuve la familia, crié los hijos.

Fui casado por segundas nupcias. Del primer matrimonio tuve tres hijos: dos viven en Montevideo y la más chica de esa familia en el Chuy. Con mi esposa, que había quedado viuda, hace ya 44 años que tenemos el matrimonio.

Con ella tenemos un hijo que es conocido como deportista y como Escribano, Álvaro Guerra. Un gran estudiante, nunca perdió una materia. Una vez que perdió un examen vino muy angustiado pero lo salvó enseguida. Muy buen estudiante y nos dio muchas satisfacciones porque siempre los padres hacemos un sacrificio para tener los hijos en Montevideo estudiando pero valió la pena porque salió adelante y hoy para nosotros es un orgullo.

Aparte jugaba al fútbol y nos ayudaba mucho porque jugó mucho tiempo en Tabaré y le pagaban los pasajes. A veces lo veíamos hasta mitad de semana porque venía a las prácticas.

Estudiaba junto con Pablo Ballesta, otro muchacho excelente que es como un hijo para nosotros también porque se recibieron juntos. Está en Maldonado Pablito ahora, es abogado.



El tiempo siempre es el mismo aunque para la gente vuele”.





El tiempo no se ha acortado, es siempre el mismo.Uno trabaja en eso, lo mide. Es el mismo. La Biblia dice que los últimos días se acortarían…

La gente vive corriendo tras lo material. Las cosas cuestan mucho y la gente hace un gran sacrificio para mantener o hacerse de un nivel de vida que pueda disfrutar.

No es como antes que disfrutábamos de salir a correr en el campo o de unas vacaciones con tranquilidad, en una carpa, por ejemplo. Hoy la gente requiere otras cosas. El cine se llenaba incluso si hacía dos funciones. Después vino la televisión y después el video y la gente empezó a dejar de salir porque veía las películas en la comodidad de su casa.

Después vino el DVD y ahora los televisores van cambiando permanentemente y la gente corre tras esas cosas sin darse cuenta que con los sacrificios y la carrera el tiempo se le va y la vida se le va volando con ese tiempo sin poder hacer nada. Pasan los años y siempre corriendo tras eso.

Y si el vecino tiene un nivel de vida así él quiere tener uno un poco mejor. No es culpa de la gente. Es una sociedad de consumo que hace que la gente corra tras las cosas .Por eso el tiempo se ha acortado. Porque ya no hay tiempo ni de dialogar con la familia.



SE VA ENFRIANDO EL AMOR DE LA FAMILIA”.





Cuando chicos éramos nueve hermanos .Nos sentábamos todos a la mesa porque mi padre trabajaba y a las 12 del mediodía cuando sonaban las campanas de la iglesia había que estar peinado, con las manos limpias y sentados a la mesa. Y se dialogaba, se hacían cuentos y en la cena igual.Hoy sale cada uno para un lado y los diálogos en la familia prácticamente ya no existen. Con eso se va enfriando el amor de la familia y con eso viene la otra cosa terrible que es la corrupción.

Los padres a veces no saben dónde están sus hijos y a veces es por el trabajo o por una cosa o por otra, no es algo intencional sino que es la sociedad de consumo que lleva a eso.Al juntarse la muchachada en los momentos de ocio sin la vigilancia de los padres pueden agarrar para cualquier lado, el alcohol, la droga, para cualquier lado.



LA JUVENTUD ES PRECIOSA”



No es culpa de ellos, es culpa de esta sociedad de consumo.La juventud es preciosa y la persona joven debe hacer sus cosas y marcar su camino en su juventud. Porque después que ya tenemos unos años es más difícil.

El joven debe marcar su camino y después van a ser el espejo de lo hijos y esos hijos van a seguir su camino si son bien enseñados y protegidos en el seno familiar.

Por eso la familia es lo más importante que hay en la vida de cada uno para que salgan buenos hijos, buenos nietos.

Tengo una familia muy linda, mis nietos ya están creciendo pero igual, cada vez que me ven vienen y me dan un abrazo, un beso y eso es importantísimo. Siempre hay que estar con ellos.

Muchas veces fui a la escuela a enseñarles a hacer una cometa, a hacer alguna cosa porque hay que ser así. Si los hijos lo necesitan dondequiera que estén uno tiene que estar y ayudar y demostrar y ser ese espejo correcto de la vida, para sembrarles los valores más importantes que hay que tener.

Porque no es tener cosas sino tener valores. Poder demostrar a cada persona que uno durante toda su vida estuvo en un camino correcto, no se desvió nunca ni se dejó llevar.





Retiraban las mesas enormes de la imprenta para practicar esgrima. Como no tenían sable, quebraban el mango de la escoba”.



No es culpa de la gente. Es una sociedad de consumo que hace que la gente corra tras las cosas. Por eso el tiempo se ha acortado. Porque ya no hay tiempo ni de dialogar con la familia”.



Si los hijos lo necesitan uno tiene que estar y ser ese espejo correcto de la vida para sembrarles los valores más importantes que hay que tener. Porque no es tener cosas sino tener valores”.