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martes, 6 de enero de 2015
Elegancia de la austeridad Por Eduardo Sanguinetti
Creo es hora de que vayamos encontrando a nuestra tribu de pertenencia; se torna indispensable y alentador el saber que existen seres que vibran al unísono con uno… Ya está articulado el denominado “Nuevo Orden Mundial”, en acto y en función de masificar y de degradar nuestra condición de especie.
La confrontación de todos contra todos es un hecho. ¿No se sienten unos parias, ante las masas ávidas, mezquinas, brutales, violentas por consumo de drogas, alcohol o cualquier basura que les es ofertada, cual norma y regla del sistema, que impone a rajatabla lo que debe ser?
Los funcionales esclavos de las corporaciones, que armaron un ajedrez donde nosotros somos las piezas, nos impulsan a que vayamos ocupando nuestros espacios de existencia, pues el tiempo se agota, a pesar de los pesares.
Estamos de más quienes resistimos a las imposiciones que nos obligan a optar las tendencias prostibularias de las bandas, a las que definitivamente no pertenezco. Me refiero a los narcotraficantes, los proxenetas, los genocidas, los mercaderes de armas y de medicamentos, los denominados artistas faranduleros del entretenimiento del nirvana siliconado, las botineras en oferta, esclavas del consumo de cualquier cosa a cualquier precio, los jugadores de fútbol de la FIFA, los políticos ridículos al servicio de la droga y del asesinato del conocimiento, pactando en todo con todos, con sus promesas homicidas en acto, en sus campañas electorales permanentemente millonarias.
El colapso se siente, en la miseria de una civilización en caída vertical, donde lo esencial, nuestro destino, ha quedado archivado en el paraíso de los sueños perdidos.
No puedo dejar de soñar, como tampoco dejar de sentir la cruda realidad donde no ignoro que la historia de la humanidad se hace y deshace, según se suceden los siglos, en traiciones y degradantes actitudes sin aptitud de los peores, para destruir una existencia digna en libertad y verdad.
Como dije en la columna de la semana anterior, “la esperanza debiera ser lo primero que se pierde”; lo mantengo; pero soñar puedo hacerlo y pagar el costo de ver frustrada la cristalización de dichos sueños.
No ignoro que las masas enceguecidas por el embrutecimiento devenido por las prácticas capitalistas de consumo patológico de cualquier cosa, seguirán su degradante sendero de amancebamiento, temor y carencia de sentido en un destino desvanecido.
Los que se han jugado en las lides de la vida por ideales –que hoy parecen inexistentes- deben pasar por tantas inmersiones, para dejar de lado lo superfluo, tal el caso del consumo compulsivo, devenido de vacíos existenciales y una vida sin sentido ni destino.
Creo que la supervivencia enseña más que cualquier manifiesto de buena voluntad; por supuesto estoy de acuerdo con el enunciado de las 3 R de Luis Foladori que denuncia las bases de la Economía de Mercado Consumista a la vez que destaca los pilares de la Sustentabilidad y respeto por la Naturaleza, cuya intención no es otra que la de contrarrestar el consumismo, en su enunciado de las 3 R (Reciclar, Reducir y Reutilizar) con un sentido si bien pragmático pero de acuerdo a las necesidades reales, no las creadas por los Medios de Publicidad y Propaganda que arrastran hacia el abismo a las masas fanatizadas, a las tribus urbanas de los “poseídos”.
En definitiva, no es más feliz quien más posee sino quien menos desea. Espero se asimilen a las maneras y modos de una comunidad en estado de anestesia.
Un fragmento de un artículo aparecido como respuesta al significado del Consumo excesivo ilustra claramente su evolución desenfrenada hasta nuestros días: “La publicidad y los medios de comunicación de masas aunaron sus fuerzas para inducir a la clase media y baja a dejar de ahorrar y a comprar, consumir, despilfarrar o gastar cantidades de bienes y servicios cada vez mayores. De ahí que los buscadores de estatus de la clase media confirieran el prestigio más alto al consumidor más importante y más conspicuo”.
Se le puede anteponer como contragolpe constitutivo a este artículo, acerca de la elegancia de la sobriedad y la austeridad, dignas de un dandy del tercer milenio, de lo grosero y patológico del consumo extremo…Creo que hay tantos argumentos para que de una vez por todas caiga esta torre de Babel… Pero lástima que los medios corporativistas no dejan que uno argumente y las tribus se van articulando, cada uno atendiendo su juego.
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