El Este
El Este ha informado muy extensamente sobre este nuevo conflicto que se plantea en la costa de nuestro departamento. Una zona bendecida con tanta belleza, pero que no alcanza nunca la paz y el orden imprescindibles para su progreso.
Los descendientes de Manuel Álvarez Olivera reclaman la restitución de la posesión de la costa que va desde Valizas hasta Aguas Dulces, conocida como Las Arenas. Por entender que el Estado nunca llegó a adquirir la propiedad, porque no pagó la expropiación que promovió en el año 1941, y tampoco completó la prescripción que inició en el año 1976.
Los descendientes de Olivera, que son varios cientos de personas, se unieron para formular el reclamo en vía judicial. Y ya han logrado el concurso de casi todos los que tienen derechos por herencia en esa parte de la costa. Y los restantes siguen llegando para firmar los documentos necesarios para el accionamiento judicial.
La acción fue promovida ante un Juzgado Letrado de Montevideo, y ya fue inscripta la demanda en el Registro de la Propiedad Inmueble de Rocha. El Este exhibe hoy en sus páginas un ejemplar de dicho oficio judicial.
Eso implica que cualquier persona que hoy compre algún solar en esa extensa zona de la costa, quedará alcanzada inexorablemente por el accionamiento de los Olivera. Que se extiende también al Estado, a la Intendencia y a todos los anteriores promitentes compradores, ya que en todos los casos, la Intendencia, cuando prometió en venta solares de esa zona, dejó constancia de no ser propietaria, que solamente cedía derechos posesorios y que quedaba a las resultancias del juicio de prescripción. Juicio que nunca se terminó.
Esta nueva vuelta de tuerca incide, incluso, en los proyectos del Intendente para dar solución a algunos de los habitantes de la zona costera de Aguas Dulces. Para los que se pensaba compensarlos con terrenos en la zona. Pero ahora eso se hace imposible, ya que, al estar inscripta la acción reivindicatoria de los Olivera, la Intendencia no puede enajenar esos terrenos.
Como se puede apreciar, la paz y el orden no son virtudes de la costa rochense.