(de
“poder”)
II
noche
quebrada, hora afligida, ese húmedo instante en que golpeaste y no
sentiste, en el breve suspiro que te robó el alcohol, se perdió tu
razón, en ese segundo dejaste de ser y se descubrió la bestia que
anidaba en tu pesadilla; y perseguiste mis luciérnagas, y estrujaste
mis besos, y escondiste mis noches, y me llevaste al precipicio
cuando clamaba, cuando cerraba los ojos por el fuego fatuo de los
tuyos, cuando agonizaba en tus brazos que habían sido, cuando
esperaba te apiadaras, cuando un “ya no más” quemaba mi
garganta, cuando miraba las píldoras del olvido y añoraba la
aniquilación; cuando en ese segundo se encontraron nuestras miradas
supe que no eras vos, que no era yo, que habían quedado atrás los
años y que es el abandono de nuestras almas lo que nos marca la
despedida
IV
“… Constituye
violencia doméstica
toda
acción u omisión, directa o
indirecta,
que por cualquier medio
menoscabe
limitando ilegítimamente
el
libre ejercicio o goce de los derechos
humanos
de una persona …”
(Ley Nª 17.514, art.
2ª).
y
quedaron en el umbral, en el país del nunca jamás, junto con el
primer estremecimiento del velo de novia desgarrado por un mano y se
encontró muerta al borde de la cama, en un silencio de condena,
entre sábanas frenó sus manos, y atrapó su voz; y en la rutina de
los días que pasan buscó el consuelo de la pausa de su ausencia,
sufría el golpe de la puerta que marcaba el regreso del animal
adormecido; y nadie le dijo que la verdad no escapa, que no existe el
láudano para disfrazarla, que el príncipe es azul primitivo y
salvaje, que el reino está perfumado de azufre y a la bella
durmiente la engañaron sus ansias, y se equivocó, el silencio no la
salva, y se equivocó al dejar que la noche llenara su día, y olvidó
que las horas pasan y dejan sus despojos como señal, y encontró
consuelo cuando él alzó la mano por vez final y ya no más.
VII
no
fue ese golpe, sólo un mojón que se suma en la historia, uno sobre
otro; y sobre la cobardía floreció un nuevo proyecto, y los sueños
se fueron apilando, hasta que fue un ¡basta! sobre sus estos, acudió
a la callada realidad para reclamar su integridad escondida en las
mentiras que se decía, y olvidó las caricias marchitadas en el
abandono, y dejó de sobrevivir, de esconderse, de abandonarse al
olvido, y se apoyó en la ignominia de quien se sabe menospreciado, y
armó la estrategia de proteger a quienes la observan asombrados y
huyen a su cama ante el primer espanto y si cierra la puerta es por
lo que puede quedar de Peter Pan en cada alma escondida a fuerza de
zarpazos, es por esos brazos que se extienden en busca del consuelo,
es por esas lágrimas que se esconden en manga llena con pañuelos,
llena de noches de luna oscura, insomnios y temblores, es por ellos
que miran expectantes que no se rinde.