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jueves, 17 de diciembre de 2015

RAÚL SENDIC (h) ARRUINÓ MUCHO MÁS QUE A ANCAP Por Carlos Peláez





Vaya uno saber qué clase de ínfulas crecieron en la cabeza de Raúl Sendic (h) cuando a los 46 años y sin ninguna experiencia anterior, fue nombrado para presidir ANCAP.
Y de pronto tuvo en sus manos miles de millones de dólares para administrar.

Y sostengo lo de ínfulas, porque todos los que lo conocieron antes lo recuerdan como un muchacho tímido, al que le costaba expresarse en público y cargaba con el peso de un apellido histórico.

Nada que ver con el hombre soberbio en el que se convirtió luego ya como Presidente de un ente y de lo que hay sobrados testimonios.

Nadie puede decir con exactitud qué piensa Sendic.

Sólo sabemos que por imperio de alguna lógica política quedó inscripto en lo que se denomina corriente “más a la izquierda” dentro del Frente Amplio junto con el MPP y el PCU.

“El equilibrio” de fuerzas puede ser una de las razones que lo catapultaron a la Vicepresidencia acompañando a Tabaré Vázquez.

Pero la más poderosa razón, fue su excelente campaña electoral hacia las internas frentistas del 2014 donde, con un gasto dispendioso, logró que su lista la 711, fuera la más votada.

En tanto para las nacionales de octubre se posicionó en tercer lugar, por debajo del MPP y el FLS y apenas arriba del PS.

Siete años han pasado desde que comenzó su carrera de gobierno. Hoy Raúl Sendic (h) está en la cuerda floja y no ya por sus dotes de equilibrista entre Mujica y Vázquez, sino porque toda la información pública disponible lo señala como uno de los mayores responsables de la catástrofe de ANCAP.

Claro que no es el único.
Los hay para arriba y para abajo. Pero él tenía la potestad de decir no arriba y parar la mano abajo.
¿Por qué no lo hizo? Imposible saberlo hoy. Sólo podemos suponerlo.

Como todo tiene una explicación, se mencionan las necesidades de inversión del ente acompañando una política de crecimiento y desarrollo. También razones de interés social a las que las empresas públicas están obligadas. Y por supuesto, sin olvidar que el ente venía de un período nefasto.

Pero a esas razones se contraponen inversiones multimillonarias en dólares, cuyos costos presupuestados inicialmente se dispararon a límites difíciles de explicar con la paramétrica, una deuda de dos mil millones de dólares tomada a corto plazo, las pérdidas sostenidas en todas las Divisiones de ANCAP y un dato en el que nadie parece hacer hincapié: ninguna de esas millonarias inversiones funciona bien.

• La Desulfurizadora de La Teja funciona mal, no puede procesar el petróleo venezolano y debe comprar petróleo más caro para lograr quitar el azufre (desulforizar) a los límites comprometidos. Además, descontamina el aire montevideano, pero contamina la Bahía. Y para peor tiene problemas de seguridad.

• La División Portland perdió 100 millones de dólares en 5 años. Peor aún, en los cinco años de mayor crecimiento de la construcción Cementos del Plata perdió la mitad del mercado a manos de una competidora privada (Cemento Artigas) que en 4 años ganó 110 millones de dólares. Y si esto fuera poco hace 15 días el Gerente de Ancap, Héctor De Santa Ana, dijo en la Comisión Investigadora que la planta de Portland de Minas “no tiene razón de existir”. A pesar que se invirtieron allí 180 millones de dólares y todavía faltarían otros 100 millones.

• ALUR fue una apuesta fuerte. Sin embargo produce el bioetanol más caro del mundo. ANCAP debe sostenerla y perder decenas de millones de dólares y al ritmo que va la caída del precio de petróleo, pronto el ente deberá adoptar una decisión crucial entre pararla o seguir perdiendo.

• A esta altura si las Plantas de Cal de Treinta y Tres funcionan bien o mal; si el empujador Ky Chororo fue bien o mal construido (aunque es raro que gente de mar haya olvidado el principio de Arquímides); si los camiones brasileños contratados sin licitación por ocho millones de dólares anuales para transportar cal pertenecen o no a alguien vinculado al ente; si la empresa publicitaria La Diez hizo bien o mal su trabajo, pasarían todos a ser datos anecdóticos en la maraña de números.

El descontrol es el tema. La creciente sospecha de ilicitudes. El papel no menor de algunos gerentes con estilos de vida no acorde a sus remuneraciones.
Pero lo peor es el desconcierto político provocado en la ciudadanía. Esto de ver y oír a diferentes actores con altísima responsabilidad institucional tratando de salvarse del incendio.
Tengo por demás claro que no todos son iguales. Pero hoy también es responsabilidad de Sendic el que cada vez más gente piense que “son todos iguales”.