Lo
dijo la periodista brasileña Martha Medeiros, analizando la soledad
que deben experimentar quienes llegan al restauran y no tienen a
nadie para compartir la mesa. Coincidimos con quienes son capaces de
caminar solos, ir al cine solos, ir al supermercado solos, pero que
rechazan la idea de soportar la soledad en una mesa del restauran.
Pensamos que las mismas no están allí para “matar el hambre en
soledad”, sino para disfrutar del encuentro programado y conversar
de mil cosas, mientras saboreamos el vino esperando el pedido. Con
quién conversar, dividir la cuenta o brindar por el reencuentro.
Ocupar la mesa acompañado, se transforma en un evento cultural mucho
más importante que “comer afuera”.