Cuando Uruguay volvió a la democracia en 1985, la secretaría de propaganda del Partido Comunista estaba a cargo de dos dirigentes políticos y"grandes amigos": Esteban Valenti y Alberto Grille.
La vida los fue llevando por caminos diferentes luego de la crisis del PCU que en su momento fue calificada como "terminal". Ambos se fueron del partido que,pese a los análisis de la época, sigue hoy ocupando un importante espacio político en Uruguay.
Grille publicó hace unos días un artículo en su revista Caras y Caretas titulado "El satánico Dr NO", con duras críticas al ministro Danilo Astori.
Valenti escribió en su portal Uypres una respuesta en la que atacó con extrema dureza a su ex amigo.
Grille le contestó hace unas horas con igual dureza en un nuevo editorial de Caras y Caretas.
Alberto Grille fue director de CX 30 luego que fuera cesado José Germán Araújo.
Trabajé varios años en "la 30" bajo su dirección. Tuvimos siempre una buena relación basada en el mutuo respeto.
A Esteban Valenti lo traté también mucho en aquellos años (1985-1990) desde mi rol de periodista.
Puedo dar fe de la amistad que en aquel momento unía a ambos.
Hoy me sorprende la violencia de su ruptura política y humana.
Los dos artículos fueron escritos hoy viernes 24 de julio. No sé cuál fue publicado primero.
El operador tiene quien le escriba
Yo soy uno de los muchísimos tontos que a veces no coincide con Esteban Valenti.
Al
igual que él, me siento libre de opinar, aunque, a diferencia de él, no
reúno las condiciones, ni la autoridad, ni las relaciones, ni la
sapiencia, ni la inteligencia que distinguen a un operador político.
Soy uno de los brutos que a Valenti “le dan pena” por ser tan “ignorante” y exhibir “tal pobreza de argumentos”.
En
verdad, sólo tengo el honor de conocer a un operador político: mi amigo
Esteban. Creo, además, que en Uruguay no hay ninguna otra persona a la
que se le atribuya, casi unánimemente, la condición de “operador”.
He
conocido periodistas, trabajadores manuales, funcionarios, políticos,
empresarios. Hay quienes se identifican hasta por el género. Pero
operador, conozco uno solo.
Por esto mismo, me
abstengo, a veces, de polemizar con Valenti; porque si digo lo que le
gusta o lo que no le gusta, si coincido o discrepo, si lo enojo o lo
deleito me quedo con la sensación de que me está “operando”.
Valenti puede hacer esto porque, por suerte, no se equivocó nunca. Es brutalmente infalible. En su ya larga vida pegó siempre en el clavo y nunca en la herradura. Ni cuando se cayó el muro se dañó, porque estaba arriba del muro.
Valenti puede hacer esto porque, por suerte, no se equivocó nunca. Es brutalmente infalible. En su ya larga vida pegó siempre en el clavo y nunca en la herradura. Ni cuando se cayó el muro se dañó, porque estaba arriba del muro.
Polemizar con Esteban no me gusta.
Porque lo quiero mucho, porque no quiero dar pasto a las fieras, porque
me sonrojo un poco de exhibir diferencias con mi amigo en público, y
porque creo distinguir algunos rasgos que se exageran con los años y que
hacen que algunos personas se parezcan mucho a Abraham, el curiosísimo
personaje abuelo de Bart, Lisa y Maggie Simpson.
La
soberbia es uno de esos rasgos que se incrementan con los años. Por ella
a Valenti le dan lástima los que no piensan igual que él. La soberbia,
el egocentrismo, la fatuidad, la vanidad y la terquedad acompañan a la
vejez, aunque no siempre debe interpretarse que sean causadas por la
senilidad.
En Caras y Caretas muchas veces –no
solamente ahora– criticamos opiniones, actos de gobierno o gestos
políticos de Danilo Astori. También lo hicimos con Mujica, con Tabaré y
con otros. Nunca lo llevamos al plano personal, ni involucramos en estas
críticas aspectos de sus vidas o que pudieran considerarse parte de la
intimidad.
También los elogiamos, defendimos y apoyamos cuando lo consideramos justo o necesario.
Por
ese motivo, no nos duelen prendas cuando Valenti se victimiza o
victimiza a Astori, que, por otra parte, no es minusválido para
necesitar tan calificada ayuda.
Es más, yo
personalmente he votado a Astori tantas veces como Valenti o más.
Aprecio su gestión, su inteligencia, la capacidad de exponer sus ideas, y
su trayectoria política sin cortapisas.
Además no me
propongo destruir su imagen –por otra parte, no está a mi alcance
siquiera debilitarla– ni Valenti me tiene que aclarar que Danilo no va a
ser presidente ni candidato en el futuro, porque en el año 2009, cuando
Valenti y los astoristas estaban paralizados y estupefactos por la
insospechada aspiración de Mujica a ser candidato a presidente fui yo,
en tres editoriales y tapas de Caras y Caretas, el que afirmó que Astori
era el mejor para el cargo, el más previsible, el más idóneo y el más
preparado.
Pero la política es así. Y las opiniones van cambiando y las actitudes también.
Y
cuando de opiniones diversas se trata, incluyendo las que surgen de
“cierta política que se hace entre cambios y volteretas”, hay que apelar
a la tolerancia. Eso no parece haberlo aprendido Valenti cuando se le
cayeron los muros. Al menos, es más tolerante con los adversarios de la
derecha que con los compañeros de la izquierda, a quienes de ahora en
más dice que va a criticar sin piedad cuando lo considere apropiado y en
cuanto foro mediático sea invitado, aunque se le convoque para armar un
show contra determinadas áreas del gobierno en las que los compañeros
del Frente Líber Seregni no estuvieron durante el período anterior.
Es
así que son quemados en la hoguera Carolina Cosse, Raúl Sendic, Gonzalo
Casaravilla, Milton Machado, “los mujiquistas”, los dirigentes del
Pit-Cnt –especialmente los que dicen “discursos inflamados”–, alguna
prensa de “diverso pelo” como Caras y Caretas y algunos periodistas de
esta casa, como Soledad Platero, Leandro Grille y Carlos Luppi, a los
que no nombra porque no están a la altura del personaje.
El
lugar elegido por Esteban para ubicarse en política económica y social
es inequívoco: entre los empresarios y los trabajadores. En el mismísimo
punto medio. Otra opción, para Valenti es impensable, porque los
resultados serían catastróficos.
En fin, lo de la
tapa del “Satánico Doctor No” no es más que una pavada. No debería ser
interpretado literalmente, ni tiene la intención de ser un juicio final
para Danilo, que es un gran gobernante y un dirigente fundamental de la
izquierda. Es un recurso estético para evidenciar una crítica puntual a
un ministro de Economía que considera que tiene que tomar determinadas
medidas con las que yo no estoy de acuerdo. El título de tapa es el
nombre de una película. La elección, tal vez un poco forzada, es para
usar cierto lenguaje, digamos, poético. No se trata de vincular la
imagen de Astori con la de Satanás, ni de afirmar que tiene un pacto con
el diablo, ni mucho menos de quemarlo en la hoguera de la Inquisición.
Ese fuego lo dejamos para Valenti. La intención era decir que en Caras y
Caretas preferimos que se haga el Antel Arena, que las empresas
públicas no pierdan su autonomía consagrada en la Constitución, que las
pautas salariales no hagan perder el poder adquisitivo del salario, que
el TISA sea analizado con mucho cuidado y sin perder soberanía, que el
presupuesto del Estado refleje las necesarias inversiones en salud,
educación, seguridad e infraestructura, y que el gobierno progresista
continúe –y tal vez profundice– su gestión a favor de los más débiles.
No
hay más intención que ésa, porque entre los que por acá escriben no hay
candidatos, ni funcionarios del gobierno, ni nadie que disponga de
prebendas especiales que puedan torcer opiniones.
Sobre
las opiniones de Valenti sobre la política argentina y venezolana, la
historia es otra. No gasto batería en esa polémica, y menos con Esteban.
Porque me dan ganas de llorar.
EL ARTÍCULO DE VALENTI