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Uno de los jefes de la banda que secuestró a la doctora Milvana Salomone declaró ante la jueza Dolores Sánchez que eligieron a la mujer por su barrio. Querían una persona de alto poder adquisitivo, joven y con auto importado.
“Habían decidido que fuera una persona joven con un auto importado porque le aseguraba que tuviera dinero y que no tuviera problemas de salud y se complicara la situación”, agrega.
Los secuestradores habían desistido de su idea porque la zona estaba complicada por incidentes fuera del Estadio Centenario. Ese día hubo partido de Peñarol. Pero en ese momento vieron llegar la camioneta de la doctora y actuaron rápidamente, dice el fallo.
El secuestrador dijo que nunca les interesó el vehículo y que lo incendiaron porque el jefe de la banda que está prófugo “había actuado sin guantes y no podían dejar huellas”.
Este hombre que es buscado era quien se quedaba en el lugar con la doctora, le hacia la comida, le acercaba libros y atendía sus requerimientos. Lepere, que fue detenido, era quien daba instrucciones a la mujer y a la familia para el pago del rescate.
Ninguno de los dos fue visto por la doctora porque la obligaban a vendar sus ojos.
La doctora fue retenida durante los días de cautiverio en "un pozo" en una casa precaria de la zona de Peñarol. Le alcanzaban la comida y elementos de higiene mediante una cuerda, siempre exigiéndole que se vende los ojos.
La comida era "gustosa", según el fallo. Además le acercaron material de lectura, shampoo, jabón, alcohol y crema para manos.
Para liberarla, después del pago del rescate, la dejaron con los ojos vendados en la cuneta de un camino vecinal. Tras varios minutos, la doctora pudo sacarle las vendas y corrió hacia una casa vecina que vio con la luz encendida. Desde allí se comunicó con su familia.