El
principado de Lacalle Pou no existe. Antes que nada somos una
república. Él es un producto de marketing, tiene encima de sus
hombros una tremenda responsabilidad que evidentemente no podrá
cumplir, un extraño equipo de dudosa trayectoria, una voluntad de
hierro como “el caballero de la armadura oxidada” y frases hechas
al mejor estilo maestro perogrullo don mercader de la palabra Paulo
Coelho y sus hermanos gemelos Osho y Rumi.
El
misterio de la gente que lo vota y los asustados intelectuales de
izquierda preguntando a voz en grito la razón de que alguien se
resuelva por una persona con incapacidad generalizada en varios
ámbitos, como dificultad oratoria, tono de voz desagradable y
dicción inadecuada, que falsamente cumple con los estereotipos de
ningún Ken como alguien dice, ya que es un hombre bajo que hace
recordar a la canción de Silvio rodríguez” aunque en zancos se
arreste nadie puede crecer más allá de los que vale”.
Esto
no es un producto de generación espontánea, la publicidad no es
casual, es bastante perversa en general, nos hace actuar “con el
coraje del sonámbulo que simplemente va” como manejados por una
estela de humo con un olor que opera a modo de drogadicción de los
sentidos donde nada cuestionamos y todo “adquirimos”.
Este
sistema antropofágico tiene raíz muchísimos años antes. El hombre
rara vez ha sido amigo del hombre, es una pelea diaria pero no una
realidad palpable. Al menos, aún no.
El
país “por la positiva” es tan cabeza disneylandia al mejor
estilo Donald de Ariel Dorfman como imposible. La vida es conflicto,
o sería una vida muerta.
Pero
claro, hace mucho tiempo que alguien empezó con el tremendo oficio
del vaciamiento de cerebros y la desculturización que siempre va a
traer de mano la dominación. Los oprimidos se convierten en
opresores, son personas cuyo oficio más loable es autodevorarse y
besar la mano de quien será el verdugo.
Lo
peor que le pasa a Lacalle Pou es la pobreza intelectual, el
desconocimiento de la palabra “pueblo” lo que va de la mano de la
indiferencia, poses con cara de asco y mueca que quiere ser sonrisa
pero no por eso deja de ser mueca.
La
sociedad “selfie”, que le encanta leer “adulterio en once
minutos”, y llenar de memes las redes sociales sin siquiera
consultar los créditos, se siente verdaderamente atraída por un
candidato lleno de vacío, globos de colores y mentiras disfrazadas
de verdades a medias, imposibles de concretar.
Una
especie de “magia” lámpara de Aladino muy siniestra.
La
izquierda moderada suele traer de regalo estos equipajes terribles.
Hay mucha gente que sabe que el señor no tiene nada en la cabeza ,
que ha declarado públicamente ser un alumno deficiente, sentir
disgusto frente a la palabra “trabajo” pero hay otra población
que no sabe nada, no se informa, no le interesa informarse y chapotea
entre la tristeza, el infortunio y el olor a milagro.
Eso
lo hace convertir cuevas en palacios.
Se
divulga la hermana de Pou con corona de reina y la izquierda suele
hacer gestos de desprecio,reírse a carcajadas quizás ignorando que
la mente farandulera del que vive en un cafundo pero cree que es un
countrie, sueña con esas coronas de plástico y disfraza a sus hijas
de princesas, no se siente aludido ante la canción de Serrat y le
gusta mucho decir que conoció a alguien con “un buen pasar”. El
cabeza de shopping que se pasa la tarde mirando televisión con la
boca abierta no sabe de la existencia de Salinger ni de Ray Bradbury,
nunca en su vida leyó a Junger ni a Kerouak y si alguien le acerca
esos libros dirá “que aburrido” ya que no entiende nada ni
quiere entender.
El
orgullo de la ignorancia es un fenómeno terrible nada nuevo, la
gente se jacta de no tener comprensión lectora y la apología de la
mediocridad es su fuerte.
No
se puede sembrar en tierra árida, cuesta mucho preparar la tierra y
sembrarla después, para que en una y con mucha paciencia florezca.
Ahora querer cultivar (culturizar) sin previa siembra (estudiar) es
completamente infructuoso.
Ahora
se ridiculiza a la Barbie, se hacen campañas en Internet tremendas
por romper estereotipos, se celebra la mujer gorda y no depilada como
sinónimo de libertad, se levantan exposiciones de muñecas flacas
disfrazadas de vírgenes,como la reciente denominada “el cuerpo es
la religión” pero se ignora a la población que compra las barbies
para sus hijas de forma encantada, hace tortas de princesas y las
muchísimas princesas, no conoce la nueva literatura infantil y lee
Blancanieves versión Disney, sigue hablando de padrastros,
madrastras y hermanastros cuando la sociedad se transformó
completamente y la mayoría de las familias son ensambladas, o
monoparentales.
El
racismo, la homofobia y otras barbaries no están en absoluto
erradicadas.
La
mujer es la peor enemiga de la mujer, llama de prostituta a sus
pares adoleciendo de espejos interiores, los insultos siempre están
ligados a las apariencias, hay mucha fragilidad en todo, sobreabunda
la opinología como ciencia exacta y están avalados los facilismos.
El
bullying entre adultos existe, sencillamente es el famoso acoso que
antes ni se miraba y ahora es motivo de congresos y discusiones.
Lacalle
Pou no es un hongo post lluvia ácida, es el lógico resultado de las
personas que gustan consultar los horóscopos, los narcisistas
seguidores de la ley de atracción, los que confunden egoísmo con
autoestima y de parábolas griegas no conocen nada, así que
hablarles del origen del eco y narciso en los avernos o la necesidad
de juntar la psique con el eros es completamente infructuoso, no
saben nada y necesitan decodificadores de textos para lecturas
elementales.
Lo
peor de estos pobres que a veces hasta tienen educación malamente
aprendida (lo que me recuerda mucho al Lazarillo de Tormes, “sabía
muchas cosas pero toda las había aprendido mal “) es que llama de
pobres a otros cuando muchas veces se visten con la ropa que le han
donado las personas a quienes ridiculizan con risa de mosca y no son
capaces de apercibirse que apenas comen. Es tal la mentira que se
hacen que viven como crisálidas de fuego encendidas “in eternum”
dentro de ellas sin querer nacer. Tal vez para no estallar en pleno
vuelo como lo hace la mariposa monarca.
El
escándalo ante la venida de los sirios es el completo
desconocimiento de que somos un país de inmigrantes, de la famosa
babel del 30 donde la gente descendía de barcos atestados, se
encontraban en el Montevideo del mundial que corría a terminar el
estadio Centenario y no podían entenderse entre ellos. Vinieron
escapando de guerras y todos nosotros somos hijos de inmigrantes. A
veces hablan de religión desconociendo que el Uruguay tiene libertad
de cultos, hay adoradores de Buda, Jesucristo y umbandistas por
doquier aunque lo que sobra son los eclécticos. Estos últimos en
general son personas de derecha.
Es
egoísmo puro nomás.
A
mí no me extrañaría en absoluto el triunfo de Lacalle Pou, es lo
que una sociedad desgarrada por dentro tal vez merece, del mismo modo
que reniega de Mac Donald pero es ahí adonde llevan a sus hijos a
festejar el cumpleaños, y cuando nacen las niñas las llaman de
princesas, y a los niñitos de reyes, mujeres que sueñan con ser
cenicienta y conseguir el tal príncipe con el zapatito pero ellas
tienen cabeza de zapallo. Llegamos a esto, a las agresiones más
terribles, a la campaña política más sucia en muchos años, al
miedo inclusive, como si subiéramos y bajáramos por escaleras
mecánicas durante horas para desembocar en el abismo.
Mientras
posteamos en redes a Lorca, Neruda y Benedetti, despotricamos contra
el marxismo. Lacalle Pou es tan contradictorio como sus votantes.
¿Lógica le asiste, o no?