Guillermo Pellegrino con el historiador fronterizo
Lucio Ferreira.
Julio Dornel,escritor,periodista
Culminaba
el 2016, cuando la presencia del periodista y escritor, Guillermo
Pellegrino, conduciendo distintos grupos de trabajo recorría el
departamento rescatando historias locales en cumplimiento de un
proyecto conjunto que estaba realizando con el Departamento de
Educación y Cultura de la Intendencia Departamental y los Centros
MEC. El trabajo consistía en rescatar historias locales, mediante
la realización de talleres, charlas y reuniones donde se activaba la
memoria de los vecinos en distintas zonas del departamento. En
muchas oportunidades se vieron sorprendidos ante la presencia de
una estimable riqueza cultural que iba surgiendo a través de los
relatos orales, documentos y registros fotográficos. Cabe señalar
que Pellegrino es autor de varias publicaciones y colaborador del
diario CLARIN de Buenos Aires. Una de sus crónicas está dedicada a
la vinculación de Eduardo Galeano con algunas de las principales
figuras de la canción uruguaya como lo son Alfredo Zitarrosa y
Daniel Viglietti. Haciendo referencia a la buena amistad que
mantuvieron siempre, cuenta Pellegrino que en una oportunidad Galeano
relató un par de anécdotas compartidas con el autor de El Violín
de Becho”. El escenario de la primera de ellas es en un bar cerca
de la avenida Corrientes en Buenos Aires. Allí se habían citado el
cantor, el escritor y Julio Cesar Castro, conocido como Juceca y
creador del personaje Don Veridico, popularizado en la Argentina por
el humorista Luis Landriscina. “Alfredo estaba en una de esas
noches negras – recordó Galeano- . Cuando estaba mal se ponía
agresivo, algo que a todos nos suele pasar. Pero en esa charla estaba
particularmente agresivo conmigo. Se le había dado por decirme que
yo no tenía amigos, que siempre estaba con gente, pero eso no quería
decir que estuviese con amigos, que no me tenía que creer el cuento
de que todos los que se acercaban lo hacían con una sana intención.
De golpe en medio de su divagación sombría comento, “ yo
tampoco sé si tengo amigos, a ver ¿Cuántos amigos tengo?...y miró
una de sus manos abiertas y dijo “ustedes dos” mientras con la
otra iba tomando y separando dedo por dedo. Después de pensar dos
segundos murmuró otros nombres que no se entendieron y dijo seis
elevando el tono de voz… más de esa cantidad no tengo. Y bueno
Alfredo estás hecho le dijo Juceca al escucharlo; “un amigo por
día y el domingo descansas. Casi en forma instintiva el Flaco soltó
una carcajada. Fue la única vez que yo recuerde, que estando en una
gran crisis de angustia alguien podía hacerlo reír. La otra
anécdota es de los años 70 y tiene como escenario un bar, pero esta
vez del centro de Montevideo. Una tarde cualquiera lo encontré por
la calle. Alfredo solía tener fuertes dolores de cabeza y en ese
momento estaba yendo a ver un médico psiquiatra. Pactamos
encontrarnos en un rato en un café de la calle San José. Luego de
terminar de hacer unos trámites fui al café y allí lo espere. Me
acuerdo que no bien llegó, me dijo: Este hombre (refiriéndose al
psiquiatra) que a mí la policía nunca se va a tomar el trabajo de
torturarme, que yo ya tengo los torturadores adentro”.