El Este
Resulta difícil estimar cuánto se factura "cash" al cabo de 24 horas, si tomamos en cuenta todos los rubros existentes en la frontera del Chuy, pero no hay dudas que se encuentra desbordante de público en la previa de carnaval.
El representante de la agencia de noticias, DPA, Carlos Castillos, manifestó, en su momento que es más fácil caminar por calle Corrientes en la ciudad de Buenos Aires, que en la avenida Internacional del Chuy, una línea imaginaria que fija los límites entre Uruguay y Brasil. Para los ciudadanos de esta región, esa línea une y no divide.
Ciudadanos de todo el mundo están ubicados sobre las veredas, en donde los llamados "camelots" - vendedores ambulantes - están en el largo corredor central frente a los supermercados, tiendas, ferreterías y todo lo que uno pueda imaginar del lado brasilero. Allí, frente a esos comercios que pertenecen generalmente a la comunidad árabe: están quienes venden lentes, ropas del barrio "Los Judíos" de Montevideo, licuados, helados, pinchos de brochets de carne de pollo y cerdos, y junto a refrescos bien helados. Generalmente estos pequeños negocios son aprovechados por senegaleses que entraron por San Pablo, luego Porto Alegre y el Chuy, paraguayos, bolivianos y en fin, ciudadanos de cualquier parte del mundo que llegan al Chui.
Las ventas se hacen de manera rápida y los supermercados no dan abasto a través de sus cajas para dar atención a los miles de ciudadanos que pasan por esos centros dominados fundamentalmente por palestinos. "Todo el mundo está para la negocia y no se puede perder tiempo", se comentó a El Este por uno de los tantos visitantes. Es que todo comerciante o trabajador parece estar concentrado en sus actividades porque la visita no da tregua.
Los precios por el suelo si comparamos con los del lado uruguayo: desde los combustibles, los panes árabes y hasta los calzados deportivos que se van por 200 y 300 pesos el par. Las diferencias empujaron hacia el Brasil pero no dejan de trabajar y maximizar sus resultados los comerciantes dedicados a los Free Shops del lado uruguayo, quienes saben que la temporada tiene un final a la vista.
Una especie de migración uruguaya gana la frontera y los balnearios que están a muy pocos kilómetros, con precios que empujan hacia esta región modernizada, actualizada y adecuada a estos tiempos; muy lejos del Chuy de la Onda y de comercios sin la magnitud de esta hora.
Las prendas de vestir mejoraron notablemente, lo mismo la industria del calzado y eso se nota para los miles de turistas que están disfrutando estos momentos en la región de gran atracción durante el presente verano.
Sin embargo, los cajeros automáticos del lado uruguayo son escasos y las largas filas al rayo del sol son una pesada realidad frente al mundo de servicios que cada día se tecnifica más del lado privado.
La avenida Internacional flechada a ambos lados de la línea divisoria mejoró notablemente el tránsito y es el comentario del público que va instalando los automóviles. Los taxistas se quejan que hay mucha gente y poco dinero. Los turistas pasan presurosos y grandes helados de una importante firma argentina atrae a quienes disfrutan lo que han dado en llamar la Babilonia de América del Sur.