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viernes, 28 de octubre de 2016

Consultora CIFRA: 62 % considera que la inseguridad como principal problema del país

 

MONTEVIDEO (Uypress) - La última encuesta de Cifra, presentada en Telemundo por Mariana Pomiés,
ilustró que el principal problema del país es la inseguridad (62 %), siguiendo economía (16 %), educación (7 %); otros (13 %).

Sobre la gestión del ministro del Interior, Eduardo Bonomi, los encuestados la desaprueban en un 61 %, mientras que un 18 % la aprueba.
En base al partido que votaron en octubre de 2014, dentro del Frente Amplio, un 30 % aprueba y un 45 % desaprueba.


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Consultora CIFRA: 62 % considera que la inseguridad como principal problema del país -- uy.press / Agencia uruguaya de noticias

lunes, 17 de octubre de 2016

INSEGURIDAD: EVIDENTE FRACASO Pablo Mieres



Nadie que analice con seriedad y ecuanimidad la política de seguridad desarrollada durante la gestión del Ministro del Interior, Eduardo Bonomi, puede negar que se hayan hecho esfuerzos diversos para combatir el delito y la inseguridad.
A partir de 2010, y como resultado de los contenidos de los acuerdos multipartidarios, se llevó adelante un proceso relevante de recuperación de la institución policial. En efecto, la situación de la policía en 2010 era catastrófica. Pésimas remuneraciones, atraso histórico en materia de armamento y capacitación, profunda crisis estratégica y mecanismos supletorios perversos para compensar las pésimas remuneraciones. En síntesis, un desastre completo que era responsabilidad de los gobiernos anteriores, colorados, blancos y frenteamplistas.
Seis años después la policía se ha transformado de manera sustancial. La inversión pública en esta institución ha sido muy significativa y, con esos recursos, se han mejorado las remuneraciones, se ha invertido en armamento y tecnología, se ha diseñado una estrategia específica de combate al delito y se ha aumentado de manera importante el número de efectivos policiales en nuestro país.
Sin embargo, la opinión mayoritaria de la ciudadanía es que la inseguridad es cada vez mayor y que los delincuentes han aumentado su impacto sobre la sociedad, incrementando la violencia y el grado de “profesionalización” de la delincuencia.
Se puede decir que la policía está corriendo de atrás ante un deterioro de las condiciones de seguridad que aumenta sin pausa a pesar de los esfuerzos realizados.
Nuestro país es el que tiene un mayor número de efectivos policiales en proporción a la población de toda América Latina. Sin embargo, las cosas no mejoran o las mejoras que se presentan son muy tenues y generan dudas sobre su consolidación.
¿Por qué se sigue perdiendo la batalla contra la delincuencia? En primer lugar porque este gobierno está en una gravísima falta en el desarrollo de políticas públicas que impactan de manera indirecta sobre el crecimiento de la delincuencia y de la cultura de la delincuencia. Nos referimos a la política educativa y a las políticas sociales. En estos dos campos el fracaso es, a nuestro juicio, mucho más rotundo y profundo que en la propia política de seguridad.
Es inconcebible y condenable que los sucesivos gobiernos del Frente Amplio no hayan aprovechado la espectacular bonanza de este país para impulsar una auténtica reforma educativa y no haya desarrollado un diseño de políticas sociales con auténtico contenido promocional y, en su lugar, se haya optado por el más rancio modelo asistencialista que poco y nada contribuye a mejorar la integración social. Este es, sin dudas, el telón de fondo de la cirsis de la seguridad.
Sin embargo, además, existen fallas sustanciales en el diseño de la política de seguridad impulsada en estos años.
No se puede mejorar la situación de inseguridad si el sistema carcelario es un potente reproductor de la delincuencia. Se sabe hace muchos años que las cosas son así y, sin embargo, las sucesivas promesas de cambios inminentes siguen pendientes e incumplidas. Sigue existiendo un mundo de horror en buena parte de la vida cotidiana de los presos de este país. Las tasas de reincidencia son muy elevadas, lo que representa casi el doble de una tasa de reincidencia aceptable.
Pero el otro problema, a nuestro juicio, es la ausencia de una política de seguridad en el territorio a escala local con participación ciudadana y con presencia policial cotidiana. En vez de multiplicar las seccionales policiales para impactar sobre la realidad de los barrios, con la participación de las organizaciones sociales y de los vecinos, generando un aislamiento creciente del fenómeno delictivo; por el contrario, la estrategia del Ministerio del Interior se ha concentrado en la construcción de un modelo de disuasión y represión del delito altamente tecnificado, con grupos policiales de alta calificación concentrados en las denominadas zonas calientes, dirigidos desde centros de coordinación a escala de grandes zonas geográficas.
Desde nuestro punto de vista, si este modelo de actuación no se completa con la multiplicación de las seccionales a escala barrial, la lucha contra el delito no va a tener éxito.
Es más, tampoco vemos en la estrategia del Ministerio del Interior un combate a los “reducidores” que son un componente clave en el circuito delictivo, puesto que los rapiñeros rápidamente se desprenden de los objetos robados a través de estos mayoristas del delito. No hemos escuchado ninguna propuesta de combate a este eslabón estratégico de la cadena delictiva, como tampoco hemos encontrado acciones policiales ante los sistemas de venta de lo robado en muchos puestos de las ferias vecinales en la zona metropolitana.
En fin, muchas falencias que explican un fracaso evidente que no logra revertir un proceso de larga data que afecta cada vez con mayor fuerza a la calidad de nuestra convivencia social. Ciertamente, esto poco y nada tiene que ver con la estrategia efectista de reclamar el aumento de las penas o “tirarse las culpas” recíprocamente entre la policía y la Justicia. Discutamos con seriedad y con la profundidad que la gravedad de esta problemática obliga.

domingo, 9 de octubre de 2016

CONTRAPUNTO. DIRECTOR PROYECTO CHARRUITAS DE LA FUNDACIÓN WINNERS HACE UN LLAMADO A LA REFLEXIÓN Carta al doctor Roberto Canessa



“Lo que podemos hacer todos juntos, la sociedad civil, es impedir que muchos se afilien al odio”.

Juan Pedro Rivas, Director del Proyecto Charruitas de la Fundación Winners dirigió una carta al doctor Roberto Canessa, uno de los sobrevivientes de la “Tragedia de los Andes”, quien en oportunidad del
crimen en Carrasco Norte reclamó el fichaje de las familias que viven en el asentamiento de Acosta y Lara.


Canessa, vocero de un grupo de vecinos de Carrasco conoce a la mujer  a quien le robaron la cartera ya que es hija de Javier Methol otro sobreviviente y de Liliana Navarro fallecida en el accidente de la
cordillera y reaccionó indignado ante el homicidio del hombre que intentó evitar la rapiña.

En declaraciones a los medios, dijo que el barrio está bajo la presión de un “grupo de matoncitos” provenientes de la zona. A raíz de este episodio, vecinos de Carrasco y otros barrios de Montevideo
hicieron un caceroleo en reclamo de seguridad.

En respuesta a las declaraciones del reconocido cardiólogo, Rivas le envió una carta que se transcribe a continuación:



 Clic en este enlace

Carta al doctor Roberto Canessa - Diario La República

miércoles, 5 de octubre de 2016

En mi país, qué tristeza, la pobreza y el rencor… Lilly Morgan



El asesinato de un hombre que salió en defensa de una mujer que estaba siendo asaltada en la puerta de su casa en Carrasco Norte, motivó que los vecinos y amigos de la víctima, hicieran una caceroleada exigiéndole al gobierno frenteamplista, medidas para parar la inseguridad.
Eso en sí, no sería noticia nueva, si no fuese que Carrasco Norte es un barrio habitado en gran proporción por ciudadanos de clase media alta y clase alta uruguaya.
Más allá del toque un tanto surrealista de ver a gente caceroleando con ollas marcas Essen (algunas expresamente compradas para el evento en un conocido supermercado de la zona, al módico precio de 2.000 pesos cada una, o sea, aproximadamente unos 70 dólares) lo novedoso era ver a personas que normalmente no salen a protestar de esa manera por otras víctimas fatales de otros hechos delictivos.
Si lo hicieron, fue porque esta vez le tocó a uno de ellos.
A uno que era, como diría mi madre si estuviese viva, “Gente comme il faut”.
O sea, gente como uno.
Pero, aclarando que las muertes por inseguridad son repudiables en todos los estratos sociales, lo que más me llamó la atención, fue una de las propuestas de dos figuras que tienen por diferentes razones, imagen pública, para acabar con el flagelo de los chorros.
Propusieron, sin ponerse ni un poquito colorados (de cara) que la policía fichase a todos los pobres.
De esa manera, aseguraron, sería más fácil detectar a los delincuentes.
Implicando que ser pobre es sinónimo de ser delincuente.
Lo estuve pensando y decidí aportar mi granito de arena a este médano de brillantes ideas para combatir la inseguridad que, al parecer por otros comentarios escuchados, solo apareció por culpa del gobierno del Frente Amplio.
(¡Renunciá Bonomi! Para los lectores no uruguayos: Bonomi es el Ministro de Seguridad)
Estos son mis granitos de arena que fui poniendo y descartando, en un baldecito de plástico que le robé a una niña llamada Valentina, en la playa.
  1. Teniendo en cuenta que los pobres, así como el resto de los ciudadanos uruguayos que no lo son, estamos todos fichados porque tenemos una cédula de identidad, me parece un gasto al santo botón hacer otro sistema de fichaje.
  2. Se me ocurrió que tal vez una solución podría ser copiar el modelo sudafricano durante la época del Aparheid: la población negra que venía a trabajar a los barrios blancos, tenían un salvoconducto que le permitía circular por zonas que, de no tenerlo, eran sacados de los pelos por la policía. Pero, teniendo en cuenta que los que tendrían que pedir ese salvoconducto a los uruguayos pobres que viven en zonas carenciadas o más o menos por el estilo, son policías que también viven en esos barrios, podría suceder que alguno hiciera la vista gorda y dejase pasar a un vecino o por qué no, a un familiar que no tuviese dicho salvoconducto.
Los israelíes utilizan este método con los palestinos, pero tienen la sutileza de poner a soldados judíos a chequear los salvoconductos. Así y todo, cada tanto se les cuela un terrorista que, con papelito infame y todo, los ataca con una piedra.
  1. Otra opción sería implantarles un chip a los pobres. El problema surge que si por esas cosas de la vida, el pobre deja de ser pobre y se va de vacaciones a Punta del Este, se armaría flor de lío en la playa de Montoya o la Brava, porque empezaría a sonar el chip y caería la policía montada y desmontada, haciendo flor de desparramo entre la gente como uno y los nuevos ricos que veranean por esos pagos.
  2. Pero de golpe se me prendió la lamparita y se me ocurrió la solución final. Obligar a todos los pobres a llevar cosidas en sus ropas un distintivo que los identifique como tales. Tipo una estrella. Amarilla no, porque podrían ser confundidos con militantes o votantes del PRO de Mauricio Macri.
Si bien, salvo Margarita Barrientos, el Pro no tiene demasiados pobres que digamos en sus filas. Pero por si las moscas, propongo que lleven una estrella de otro color.
Podría ser blanca o colorada. O rosadonga.
De última, negra.
Como los pobres. ¿Viste?
L.M.V.
5/10/2016

jueves, 31 de marzo de 2016

¿Esta vez será en serio? Aníbal Steffen

Aníbal Steffen 
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Será necesario apelar a los retazos de optimismo que se esconden en las entretelas de nuestra fatigosa experiencia. Es probable que valga la pena dedicar paciencia, tiempo, esfuerzo e inteligencia a la incierta tarea de comprobar hasta dónde llegan las intenciones del Presidente de la República. Vázquez, por boca de calificados voceros y utilizando los medios de comunicación como vehículo, anunció su disposición a dialogar sobre el candente tema de la seguridad ciudadana. O, al menos, eso entendieron los periodistas que cubrieron la extraña conferencia de prensa.
En primera instancia fue un anuncio público, bastante ambiguo por cierto, realizado por el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Álvaro García, al finalizar del último Consejo de Ministros.
Se refirió en términos muy poco concretos y específicos a la puesta en marcha del “Plan Nacional de Cultura Democrática y Humanista”, que fue el último de los 10 puntos anunciados por el Dr. Tabaré Vázquez al ganar las internas de 2014.
Difícilmente se desprendía de sus palabras la idea de un acuerdo multipartidario que permitiera implementar políticas de seguridad con amplio apoyo político.
Tan críptico fue el anuncio de García que el Ministro de Economía –que estaba allí para anunciar el uso de medios electrónicos de pago en Taxis y estaciones de servicio para desestimular a los asaltantes- creyó oportuno darle un poco más de calor y color a las poco expresivas palabras de García.
Fue así que consideró conveniente expresar textualmente: “Las experiencias más exitosas que el mundo conoce en materia de grandes transformaciones con buenos resultados, son experiencias que han llegado por la vía de acuerdos que han convertido a los problemas de los países en cuestiones de Estado. Acuerdos que han estado por encima de partidos y gobiernos.”
Préstese atención al detalle de que la elegante parrafada de Astori no contiene ninguna referencia a los numerosos asesinatos y casos de violencia criminal que asolaron el país en la última quincena.
La única pista clara fue la mención de García a posiciones sustentadas por el senador del Partido Independiente, Pablo Mieres, que “están en línea”, según el Director de la OPP, con las inquietudes del gobierno.
Mieres, ante la ola de criminalidad, había dicho que es momento de abandonar el debate “Bonomi sí, Bonomi no”, y reclamó que el Gobierno y la oposición deberían realizar un acuerdo para mejorar la convivencia ciudadana y las políticas de seguridad.
Como se verá, a pesar de la buena voluntad de los periodistas, el presunto ofrecimiento de “acuerdo” no lucía muy auspicioso, y no quedaba claro que efectivamente el planteo estuviera dirigido a los líderes de los partidos de la oposición, quienes, precisamente, han venido reclamando con insistencia la generación de políticas de estado para el acuciante tema de la seguridad ciudadana.
Si la sincera intención del Presidente Tabaré Vázquez es analizar con cabeza abierta y sin chicanas las numerosas propuestas generadas por los distintos sectores de la oposición, ello constituiría una gran noticia. Pero hasta el momento, admito que no hay razones que alienten el ejercicio de optimismo que propongo.
Ya escritas las primeras líneas de este modesto artículo de opinión, el Director de la OPP se habría comunicado directamente con los referentes de los partidos de oposición para invitarlos a participar en ese ¿diálogo?, ¿simposio?, ¿seminario? ¿acto académico?, en fin…  ámbito, cuyo alcance y detalles nadie conoce. García lo define como “un proceso de reflexión conjunta del país acerca de cómo han ido evolucionando los valores de la sociedad”. Bueno, algo es algo.
Pero, los antecedentes no son alentadores. El presidente Vázquez ha ignorado y ninguneado toda iniciativa que no partiera de sus filas y hasta ha acusado a la oposición y a la prensa de fraguar una especie de operación política para desestabilizar su gobierno.
No obstante, una vez más seamos optimistas y soñemos con que Vázquez, comprendió que el tema le queda grande y que requiere del esfuerzo mancomunado de toda la sociedad y de toda la estructura política del país, durante muchos años. Porque, de lo contrario, como en el Infierno del Dante, tendríamos que abandonar toda esperanza.