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domingo, 30 de octubre de 2016

DESDE CHINA CON DESESPERACIÓN COLUMNA DE HOENIR SARTHOU



INDISCIPLINA PARTIDARIA

La larga estadía en China del presidente Tabaré Vázquez, acompañado por una nutrida comitiva de miembros del gobierno, empresarios privados y deportistas, tiene la apariencia de cualquier cosa menos la de una visita protocolar.
¿A qué fue Tabaré Vázquez a China?
Aunque la agenda oficial, difundida por Presidencia, abunda en recepciones, conferencias, audiencias, asistencia a eventos deportivos y entrevistas formales de los funcionarios uruguayos con dignatarios chinos, cuesta creer que semejante desplazamiento colectivo de autoridades y empresarios se realice con la vaga intención de promover el interés de los inversores chinos en el Uruguay. Mejor dicho: cuesta creer que la negociación de ciertas inversiones no esté ya mucho más avanzada de lo que se dice.
Ver a Tabaré Vázquez participando largamente en los ceremoniosos rituales oficiales chinos, oírlo decir que uruguayos y chinos tenemos “comunes valores y principios” (sic) y su anuncio de que por medio del Plan Ceibal se enseñaría a nuestros escolares el idioma chino mandarín, refuerza la impresión de que en el viaje hay algún arroz ya pre cocido.
Por ejemplo, desde hace meses se sabe que ShanDong BaoMa, una gigantesca empresa pesquera china, está interesada en instalar un puerto pesquero en territorio uruguayo. ShanDong BaoMa es una de las empresas más importantes del mundo en la elaboración de harina de pescado y es conocida por sus prácticas predatorias en materia de pesca y por las condiciones de cuasi esclavitud en que trabajan sus empleados. Se la acusa de ser una de las principales responsables del agotamiento de la riqueza ictícola de las aguas marítimas chinas.
Desde Argentina, son cada vez más intensas las denuncias sobre el uso del puerto de Montevideo como base logística por parte de embarcaciones chinas que se dedican a la pesca ilegal en aguas argentinas, y es de suponer que también en las uruguayas. De hecho, el reciente hundimiento de un pesquero chino por una nave de la armada argentina volvió inocultable ese fenómeno de piratería pesquera.
Si se unen los dos datos, es muy difícil no asociar el interés de ShanDong BaoMa en obtener un puerto en territorio uruguayo con la práctica habitual de la pesca ilegal en aguas argentinas y uruguayas. Dadas las dimensiones de la empresa pesquera china, es inevitable pensar que su instalación en nuestro territorio y su accionar en nuestras aguas tendrían graves consecuencias ambientales, económicas y políticas, tanto en lo nacional como en lo internacional.
¿Se instalará en el Uruguay una especie de puerto pesquero pirata?
El modelo económico vigente en el Uruguay tiene como motor y recurso único, obsesivo, la inversión extranjera directa. Para el equipo económico, en el poder desde hace doce años, la idea de desarrollo está indisolublemente ligada a la inversión privada, en lo posible extranjera. Ese es su dogma. Aun cuando el Estado tenga dinero, aun cuando, paradójicamente, la “inversión privada” trabaje con créditos obtenidos con garantía del Estado y/o utilice dinero prestado por el Banco República (caso PLUNA, o regasificadora, o los Fernández de Fripur y sus molinos eólicos). Lo cierto es que, en épocas de crisis, dogma mediante, la idea es redoblar la apuesta, es decir, conseguir más inversión extranjera, en cualquier lado y a a cualquier precio.
La gran inversión extranjera, en ese modelo, es atraída sistemáticamente por tres mecanismos: las exoneraciones tributarias, las zonas francas, y la concesión de puertos. Los casos de Montes del Plata, de UPM y el frustrado intento de Aratirí, son paradigmáticos. Es como si “mega inversión extranjera” fuera sinónimo de un verdadero “set” de privilegios, que incluye automáticamente exoneración tributaria, zona franca y puerto.
Como es obvio, el anzuelo para la inversión terminamos mordiéndolo y pagándolo todos. Porque ese “set” de ventajas significa que los inversores prácticamente no paguen impuestos, con lo que la ventaja que proporcionan al país se reduce a algunos miles de puestos de trabajo durante el período en que la inversión construye sus instalaciones, para quedar después en pocos cientos de empleos cuando empieza a operar. Aunque, claro, en los balances económicos luzca preciosa.
Yo no sé gran cosa de economía, pero tampoco he encontrado a quien me explique por qué, si es negocio para el país que una inversión de mil millones de dólares trabaje con exoneraciones tributarias, no lo es que un millón de inversiones de mil dólares –por simplificar- cuenten con las mismas exoneraciones. A falta de otra explicación, concluyo que los pequeños inversores y los asalariados financian a las mega inversiones exoneradas.
Nada más parecido a la droga que la inversión extranjera. Produce optimismo y ensoñaciones maravillosas cuando ingresa, pero al poco tiempo resulta insuficiente y se necesita una dosis mayor, y luego otra, y luego otra aun mayor, al parecer sin satisfacer nunca. Recordemos que, en su momento, Botnia (actual UPM) y Montes del Plata significaron –eso se nos dijo- niveles de inversión diez o más veces superiores a los tenidos hasta entonces, lo mismo que las inversiones sojeras. Sin embargo, hoy anda Tabaré Vázquez por el mundo suplicando puertos pesqueros e inversiones millonarias en infraestructura, para continuar el círculo vicioso de inversiones, exoneraciones, nuevas concesiones, más inversiones, sin que se llegue nunca a la chorreante (o derramante) prosperidad prometida.
Algo falla en el modelo económico aplicado fielmente durante más de diez años. Y el gobierno no quiere admitirlo. La desesperación no es buena consejera, por eso deberíamos estar muy atentos a lo que se prometa y comprometa en estos días en China.
Porque quizá el modelo económico en el que se porfía sea un verdadero “cuento chino”.