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sábado, 14 de noviembre de 2015
ALFONSINA Y EL MAR. Por Julio Dornel
Escritor y periodista Julio Dornel
“Sabe dios qué angustia te acompañó,qué dolores viejos, calló tu voz…”
Nacida en Suiza en mayo de 1891, es considerada argentina, por haber llegado muy pequeña al vecino país, donde vivió una vida muy agitada que fue dejando cicatrices incurables, que estuvieron presentes en cada capítulo de su juventud. Cuando el destino lo quiso parió su primer libro La Inquietud del Rosal, en 1916 seguido por El Dulce Daño en 1918, Languidez en 1920, Ocre en 1925 y culminar con el Mundo de Siete Pozos 1934. Era evidente que su vida estaba marcada desde el comienzo, llegando al extremo de generar un encuentro despedida en Montevideo con dos figuras extraordinarias de la cultura continental como lo eran en aquel momento Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. Fue un encuentro vital para compartir dolores en el parto de cada poema, donde afloraba en cada jornada la rebeldía de poeta y mujer que arrastraba desde la niñez cuando todavía no podía definir sus inquietudes. Se estaba condenando a la soledad, cuando señalaba en un poema que le “faltaba amor y ya lo tuve”, queriendo conformarse más adelante con “la idea de entregarse al mar”. Todo estaba madurando, dándole forma a su poesía y modelando simultáneamente la escultura del suicido un año antes (1937) cuando Horacio Quiroga ponía fin a su vida. Sus versos no faltaron en la despedida:
“Bien por tu mano firme, gran Horacio
“nos hiere cada hora, queda escrito,
“unos minutos menos, ¿Quién te acusa?
“más pudre el miedo Horacio, que la muerte…
Cumplió finalmente con lo que el destino le había reservado, suicidándose en Mar del Plata el 25 de octubre de 1938, para que Ariel Ramírez y Felix Luna, inmortalizaran en una zamba, el doloroso transito terrenal de Alfonsina Storni.
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar
“una voz antigua de viento y de sal,
“te requiebra el alma, y la está llamando
“y te vas hacia allá, como en sueños dormida
“Alfonsina vestida de Mar….
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