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sábado, 5 de marzo de 2016

Constanza Moreira La oposición y los medios de comunicación armaron una estrategia contra Sendic que es “una bomba sobre la democracia uruguaya”


   Semanario Búsqueda.

Nº1857 - 03 al 10 de Marzo de 2016


Entrevista de Pablo Fernández y Daniel Lema


Fue la única que apareció en la conferencia y aguantó las ráfagas de los flashes. Ni siquiera estaban todos los dirigentes de la primera línea de la Lista 711. La senadora Constanza Moreira no dudó en ir para respaldar al vicepresidente Raúl Sendic. No pidió explicaciones. La líder del sector Casa Grande dijo en una entrevista con Búsqueda, que el Frente Amplio debió haber actuado más unido como respuesta al cuestionamiento que la oposición hizo de una de sus principales figuras. La oposición actuó en conjunto y armó un paquete que tiró como una “bomba sobre la democracia uruguaya”, opinó la senadora.


“Lo único que le cabe al Frente Amplio es respaldar a su vicepresidente”, según Moreira.


—Se cumple el primer año de gestión de Vázquez. Usted dijo en su momento que quería un nuevo gobierno del Frente Amplio y no un tercer gobierno. ¿Cómo analiza este primer año? ¿Es nuevo o uno más?


—¿Qué es lo que hace tan atípico este primer año de gobierno del Frente Amplio? Lo primero es el cambio regional. Cuando el Frente Amplio arranca en 2004, tenías el efecto dominó del giro a la izquierda del continente. Entra Lula, Kirchner, Tabaré y Evo. Ahora el gobierno gana, pero el primer año el panorama es muy sombrío políticamente para el prospecto de la izquierda latinoamericana, sobre todo por la victoria de Macri y la crisis brasileña y de Venezuela. Luego hay una perspectiva de crecimiento económico a la baja. Esos dos hechos le colocan unos límites grandes para ser nuevo, para ser mejor, para ser transformador, porque bueno, hay menos plata adentro y menos plata afuera. La característica de este gobierno es cómo mantiene lo que ha conquistado, cómo implementa algunas cosas extras con recursos más limitados que antes y evita la conflictividad social que se dispara con el período de retracción del crecimiento. No vas a poder hacer todo, vas a tener que elegir. En estos casos la precisión de tus elecciones es más determinante. Y controlar la conflictividad social que se dispara como consecuencia del enlentecimiento económico. Entonces, el primer año fue un año duro. La volatilidad enorme que va teniendo la opinión pública, la desconfianza hacia los gobiernos y la crisis de expectativas es tan grande que cada vez es más corta la luna de miel de los gobiernos, y en el caso de Frente Amplio no debería existir una luna de miel, porque no es que te casas por primera vez. Es un gobierno del Frente, ya vas por el tercer período.


—Usted dice que fue un año complicado. Algunos dirigentes oficialistas acusan a la oposición y a los medios de generar campañas desestabilizadoras. ¿Esos problemas no son del propio Frente Amplio?


—Esta afirmación la encuentro muy controversial. Son cosas distintas. Cuando la oposición juega encima del descrédito moral del partido de gobierno está haciendo un juego muy complicado, para cualquier país. Y eso es lo que pasó de alguna manera en la investigadora, ahí dije “vamos a ver cómo vivimos juntos después de esto”. Porque una cosa es tener una discusión política y otra llevarte a los tribunales. Ahí hay una jugada de la oposición distinta, ir a la denuncia penal. Eso empantana todo y todo eso va generando un desgaste de todas las instituciones políticas frente a la opinión pública. Ese es un juego de suma cero. Creo que la oposición está muy desgastada también, y entonces está desesperada y en eso el juego es el descrédito moral del Frente Amplio, sus personas, porque no hay gran discusión política. Porque si te acuso de mentiroso, se acabó la discusión política. Y los medios son los principales amplificadores de esto, en esto que yo llamo el efecto sangre. La oposición y los medios están jugando a este juego que no está bueno y advierto sobre eso: esto no va a terminar bien. Así no construís política y no construís democracia. Luego nosotros tenemos nuestros problemas. ¿Cuáles son? Nos quedamos sin conducción política, todo se desarmó al caer el cargo de Mónica y entonces el Frente está en un estado de debilidad.


—Usted advierte que estos cuestionamientos desde el punto de vista moral pueden terminar mal, pero tanto blancos como colorados dicen que el Frente Amplio hacía lo mismo cuando era oposición.


—No. Me parece que el Frente en la oposición siempre jugaba a tener mejores ideas de cómo conducir el país. El Frente creía que la inteligencia política la teníamos nosotros, no ellos. Y que si nos dejaban a nosotros, a través del voto, la oportunidad de demostrar lo buenos que éramos, íbamos a demostrar que éramos más buenos que ellos. Porque teníamos mejor diagnóstico, estábamos más cerca de la gente, representábamos a las fuerzas sociales de este país, a la clase media, a los intelectuales. En ese sentido, el Frente se sentía superior políticamente. Pero daba esa batalla y resistía los actos de gobierno, por eso hacía plebiscitos, referéndums, marchas. Era una resistencia a la agenda de gobierno, eso estaba bueno y para hacer eso el Frente necesitaba juntar mucha gente. El Frente Amplio reinventó la democracia directa para usarla como resistencia soberana a un gobierno arbitrario y jugó en el terreno de la política. El Frente acusando a los blancos y colorados de corruptos, de traidores; capaz que eso existía en algunos militantes, pero no era la postura general, la postura política el desprecio y el descrédito sobre el otro. Cuando se hizo la investigadora sobre Sol Petróleo y Ancap era un solo tema —acá metieron doce capítulos de muy distinto tamaño—, y las acusaciones no eran de ese tenor, (aunque) el Frente llevó el tema a la Justicia y esta desestimó la denuncia.


—¿Por qué está mal que ahora lleven el tema a la Justicia si en su momento lo hizo el Frente Amplio?


—Me parece que lo que muestran parte de los partidos tradicionales y sobre todo la derecha política, es que no te compiten más en el terreno de las ideas. ¿Por qué? Porque cuando vos mirabas la campaña electoral, ¿qué decían de distinto los otros competidores? Decían que iba a haber sistema nacional de cuidados, consejos de salarios. Eso es perder la lucha por las ideas. Al final había como una especie de sintonía programática. ¿Cuál era el caballito de batalla de la oposición? “Gestionás mal”. Entonces ahora dieron un pasito más: no solamente gestionan mal sino que además adolecen de fallas morales graves.


—En ese marco se da una situación con el vicepresidente Sendic. Primero lo de Ancap y luego lo del título de licenciado. En la conferencia que dio Sendic la semana pasada, usted fue de los pocos legisladores que estuvieron presentes. Estaban los de la 711 y usted. ¿Le llamó la atención que fuera poca gente?


—La primera cosa: ese día en particular y los que siguieron, sentí el alarido de la jauría contra una persona que además es el vicepresidente de la República. En ese sentido la condeno absolutamente. Pero es parte de este nuevo escenario que se está pintando en Uruguay, pintado con sangre. Si estuve allí fue para manifestar mi respaldo para con un vicepresidente de la República que estaba siendo atosigado de una manera cuasi desconocida en el Uruguay. Me impresionó la cuestión de los títulos. (El vicepresidente de Bolivia Álvaro) García Linera, Cristina Fernández y ahora Sendic. No sé qué pasa con los títulos, pero es como una estrategia también de descalificación moral del otro. No digo que haya una conspiración, pero hay tres episodios sobre títulos. Lo único que le cabe al Frente Amplio es respaldar a su vicepresidente. Está pasando una situación difícil y el Frente Amplio tiene que respaldarlo, nada más, punto.


—¿No le tiene que pedir explicaciones?


—Todas las explicaciones. Pero tiene que respaldarlo, es de tu familia política. Es un acto político indispensable, porque está después de Tabaré (Vázquez). Además tenés que respaldarlo porque sos un partido político y los partidos tienen que respaldar a los suyos; más allá de pedirle todas las explicaciones que se requieran. Esa me parece que debió ser la actitud y me parece que suman las dos cosas: lo de Ancap y lo del título.


Primero el cuestionamiento a la gestión de Ancap y ahora parece que Sendic miente a propósito de su título. Entonces si mintió sobre su título también mintió respecto de Ancap. Ese es el paquete entero armado y tirado como una bomba sobre la democracia uruguaya. El Frente tendría que haber actuado más unido en relación con Ancap y más unido en relación a su vicepresidente.


—¿Pero el hecho de que una persona de un partido político mienta sobre cierto tema significativo, no es importante para ese partido?


—Primero hay que ver lo del título, hay una reunión pendiente con Sendic. Después, la pregunta sobre la mentira es una pregunta moral. Yo pensaba en Clinton y en Bush. Vos tenés dos mentiras. El gobierno de Clinton había sido el período más floreciente de la economía estadounidense de los últimos años. Era un presidente súper, súper exitoso y con un gran carisma. Tanto es así que su mujer ahora está peleando por la Presidencia. ¿Con qué le dabas? ¿Le dabas con una discusión política? No, le dabas por otro lado y fueron a una cuestión muy, muy moral. Ahora, Bush mintió sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Y esta es una mentira con consecuencias políticas claras. ¿Y alguien lo juzgó moralmente? Entonces yo creo que el Frente tiene todo el derecho a pedirle todas las explicaciones que quiera, pero lo tiene que respaldar, porque es el vicepresidente de la República y nosotros lo pusimos ahí. Y tiene que respaldarlo sobre todo porque la operación contra Sendic es una operación que mete a Ancap adentro y eso ya tiene una consecuencia política hacia futuro, que es el rol de las empresas publicas.


—El gobierno plantea poner técnicos al frente de las empresas públicas, cuando antes la discusión era sobre el papel que tienen en la distribución social.


—Claramente la designación de Jara (como presidenta en Ancap) quiere dar una señal en ese sentido. Yo nunca creo que la gestión deje de ser política. La gestiones siempre son políticas y tenés que tener claro los fines que priorizás. Hay un centro en la discusión que no estuvo en este debate y es que desde el principio el Ministerio de Economía dijo que necesitaba bajar el déficit y que las empresas publicas le aporten a rentas generales y que nos den un punto del PBI. Eso es mucha plata. Sobre las empresas publicas yo creo que hay dos o tres visiones. Esta el tema de que las empresas sean empresas del Estado cuya ganancia la utilice el Estado para políticas sociales, yo no estoy de acuerdo con esa visión, pero es una. Está la visión batllista tradicional de que las empresas públicas son servicios públicos para que les den a todos los ciudadanos los servicios en condiciones de igualdad. Después hay una tercera visión que es que las empresas públicas son un motor de desarrollo, en un país que tiene escasos agentes de desarrollo. La idea de que tengas a las empresas públicas como un motor de desarrollo está fantástica, pero yo creo que hay que tener una políticas de tarifas públicas. El Estado debería poder usar esta plata para volcar a rentas generales, pero vos tenés que dar servicios públicos de buena calidad y baratos.

miércoles, 24 de febrero de 2016

ECOS DE ANCAP Ante opiniones de la senadora Constanza Moreira Escribe José Luis Perera López



El caso ANCAP ha ameritado comentarios de la más diversa especie y desde los ámbitos más variados. Hemos asistido a las sospechas de la oposición respecto de posibles irregularidades que ameritaban la conformación de una investigadora, hemos asistido a todo el proceso de la comisión, y finalmente a los informes y conclusiones de los partidos políticos y el debate sobre ellos en el Parlamento, y en medio de todo ese proceso la discusión abierta y apasionada a nivel de la ciudadanía. Y eso, desde mi punto de vista es positivo, le hace bien a la democracia, porque una ciudadanía informada es una ciudadanía más capacitada para tomar decisiones.
Claro que no a todo el mundo le gusta o le conviene este nivel de discusión pública; sobre todo al oficialismo, que es quien está bajo la lupa.
Hoy quisiera tomar algunas consideraciones hechas por la senadora Constanza Moreira, del Frente Amplio, porque dan pie sin duda a algunos comentarios.
Ha dicho Constanza Moreira que “se ha instalado un falso “sentido común” sobre Ancap, que es más lo que oculta que lo que sabemos. Dice por ejemplo que “el primer falso "sentido común" instalado es el de "la lata está vacía", al decir del Senador Delgado”.
Y no Moreira, no es un falso sentido común, es la realidad de lo que sucedió; si el gobierno no hubiera decidido recapitalizar la empresa, hoy estaríamos hablando de una empresa en quiebra, así de simple, porque no tendría dinero para enfrentar sus obligaciones ni acceso al crédito para hacerlo. Cuando una empresa tiene pérdidas, es porque hay dinero que no está, que se perdió (por eso es una pérdida), y por tanto lo de la lata vacía no es un falso sentido común, es la cruda realidad.
Moreira agrega que “La danza de los millones que ha salido en la prensa, ha dejado más que preocupados a muchos ciudadanos. La imagen del "vaciamiento" ha quedado allí, escrita en piedra, reforzada por la ley de "capitalización" de ANCAP por parte del Estado”.
Y tiene razón, los ciudadanos estamos preocupados, muy preocupados, y no es para menos. Lo que perdió ANCAP (y que los uruguayos tuvimos que poner para tapar el agujero), es el doble de lo que aumentó el presupuesto; cuántas cosas se podrían hacer en salud, en educación, en políticas sociales, con lo que dilapidaron quienes estaban a cargo de ANCAP?
Es que había que invertir” -nos dicen- porque en 2005 ANCAP era una empresa inoperante. Bien, puede ser, no voy a defender acá las gestiones de los partidos tradicionales, pero cumplía con su función de producir combustibles, alcohol y portland y no daba pérdidas. Vino el FA, invirtió 1.200 millones de dólares en ella y consiguió hacerla perder 800 millones de dólares en poco tiempo. Unos genios. Es como si me prestaran un auto que está pinchado (inoperante), yo le invierto 5 mil dólares, le hago chapa y pintura y lo dejo como 0k, salvo que lo devuelvo con deuda de seguro y de patente y con el motor fundido. Cuando me increpan por el estado del vehículo, les contesto: ah, sí, pero ustedes me prestaron un vehículo pinchado. Tremendo.
Constanza Moreira reconoce que “ANCAP acumuló 600 millones de dólares de déficit en estos cinco años, y tiene 1.200 millones de dólares de deuda, a número gruesos. Es muchísimo dinero, sí. Pero nadie dice que ANCAP factura 3.200 millones de dólares por año. Algo así como 10 millones de dólares por día. Toda la inversión realizada en el período no llega a la tercera parte de la facturación de un año; 421 en la desulfurizadora, 251 en las plantas de cemento portland, 141 en los biocombustibles, y 147 en la planta de cal."
Y claro señora senadora!!! eh ahí justamente lo bochornoso del asunto: la administración de su partido logró algo insólito, fundir una empresa que vende combustibles y portland y que factura 3.200 millones de dólares, y lo logró en la época de mayor bonanza del país, cuando sus insumos (el petróleo) descendieron a precios históricos, cuando se batieron record de venta de combustibles y en medio de un boom de la construcción....pavada de méritos que tiene la administración de su fuerza política.
Dice Constanza que “El proceso de la Investigadora se transformó en un drama público” (y sí, no se transformó, lo es, porque sus consecuencias nos afectan a todos, porque hubo que aumentar las tarifas de UTE para tapar el agujero fiscal que dejó el desastre que su fuerza política hizo en Ancap, porque los comubustibles no bajan por esa misma razón, lo cual afecta a toda la economía del país, y claro que es un drama!!), dice también que ese drama tenía “centro en ANCAP, con un agonista (protagonista) que fue el Vicepresidente Raúl Sendic y los gobiernos del FA” (y sí, claro, quien quiere usted que sean los agonistas...) y un coro compuesto por los medios de comunicación, las redes sociales (sí, por suerte no quedaron estos desaguisados entre cuatro paredes, y todos pudimos enterarnos a través de los medios de comunicación y compartir la información discutirla y analizarla a través de las redes sociales; las mismas redes sociales que le sirvieron a usted para estar sentada en el senado), las declaraciones públicas, y la exhibición cuasi-pornográfica de los entredichos del gobierno -anterior y actual- sobre las razones del déficit y endeudamiento (los actores y actrices de las películas pornográficas en general no se lamentan de que sus films sean exhibidos al público,´pero tiene razón, algunos entredichos del propio oficialismo debieron ser divulgados en horario de protección al menor).
Dice Constanza “El Partido Nacional, por su parte, mantuvo las mismas denuncias que presentara a la Comisión, luego de larguísimas comparecencias y más de cinco meses de debate, como si allí, nada hubiera pasado. Ninguna explicación sirvió, ningún argumento”.
Y bien, eso no es válido también para el FA? El día que se habilitó la formación de la comisión investigadora, el senador Oteguy dijo: “ se habilitó la instancia pero no por asumir que hubo irregularidades ya que del pedido de informes del senador nacionalista Álvaro Delgado no se desprende ningún indicio” . Y luego de cinco meses de debates, del cúmulo de informaciones que se fueron agregando, de las declaraciones de múltiples implicados en todo el proceso, no sirvió de nada? El FA continúa diciendo que aquí no pasó nada. No es ciertamente vergonzosa esa actitud de defender lo indefendible?
Y dice también la senadora Constanza Moreira: “Pero la confianza es un intangible. Y aunque lo actuado haya sido conforme a la norma, se incurre en un mecanismo de sospecha más amplio. ¿Hubo integridad en todas las decisiones? ¿Hubo cuidado con el "bien común"? Estas son las preguntas que quedan en el aire. Este es el espíritu que dominó la Investigadora, y entre las declaraciones públicas de unos y otros, se empezó a ejercer la organización de la desconfianza. No sólo contra ANCAP, sino y principalmente contra un gobierno legítimo (éste, cuyo Vicepresidente ha sido tan maltratado). La pregunta que se instaló es: ¿es éste un gobierno confiable? Sin duda es legítimo, pero ¿es confiable?"
La respuesta a su pregunta es no. No es confiable como administrador de los recursos del pueblo. Es a todas luces evidente que no hubo cuidado del bien común, que se utilizaron los mismos oscuros recursos que quienes gobernaban antes, aunque con resultados más desastrosos. Ahora se dice que las colaterales que actúan en el derecho privado no las creó el FA sino que ya existían. Bien, pero está bien o está mal el uso de ese tipo de empresas? Si está mal, qué hicieron para cambiarlo? Si está bien, por qué todo es tan oscuro y por qué todo termina en pérdidas para el Estado? Deberíamos confiar en quienes le dan dinero a un correligionario para propaganda en una radio que no existe? Deberíamos estar tranquilos que están cuidando el “bien común” quienes organizan fiestas a 5 mil dólares por cabeza en un barrio humilde como La Teja para inaugurar una planta.
También dijo Constanza cosas valiosas, aunque parecen dichas por otra persona en otro contexto, o tal vez sea que el “como te digo una cosa te digo la otra” prendió fuerte entre los progresistas. Dijo por ejemplo: “Exijamos una gestión más democrática, participativa, descentralizada y con el mayor control social posible. No queremos más "pactos" entre partidos para determinar dónde empieza y dónde termina lo público. No queremos que la renta petrolera sea decidida por un puñado de ex Presidentes. La clave de una política de izquierda es involucrar a la ciudadanía en la decisión sobre los temas que importan. Y la ciudadanía debe opinar sobre las empresas públicas. Y sobre el petróleo. Deben opinar la academia, las organizaciones sociales, los gobiernos locales, las comunidades”.
De eso se trata, y para eso sirven también estas comisiones investigadoras que el FA ha negado constantemente, como lo negó en el caso Pluna o en el tema de ASSE, ambos terminados con procesamientos.





lunes, 17 de agosto de 2015

Moreira sobre renuncia de Xavier ; Mujica no ayuda,descalifica"



 Haga clic en el enlace para escuchar el audio.

Moreira: la renuncia de Xavier generó una "acefalía política" en el FA



  La decisión del plenario del Frente Amplio (FA) de aceptar la renuncia
de Mónica Xavier como presidenta del partido de izquierda, generó "una
acefalía en todos los términos que puedan existir y una situación que no
es beneficiosa para el partido".

martes, 27 de enero de 2015

Derechos de autor CRISIS EN SECTOR(ES) DE CONSTANZA MOREIRA

La Diaria, 26 de enero 2015

Pedido de Constanza Moreira de no utilizar su nombre ni sus “íconos” generó molestia en agrupación que respaldó su candidatura.
La decisión de la senadora Constanza Moreira de respaldar la candidatura a la Intendencia de Montevideo del senador socialista Daniel Martínez no dejó indemne a Casa Grande, espacio conformado por la mayoría de las agrupaciones que respaldaron su candidatura al Senado en octubre. Si bien algunos grupos, como Magnolia y Alternativa Frenteamplista, se pronunciaron por Martínez al igual que Moreira, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) lo hizo por la candidatura de Lucía Topolansky, y otros, el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), Izquierda en Marcha y Lucrecia Barredes (LB), se inclinaron por una tercera candidatura, que se concretó en el nombre de la dirigente del PVP Virginia Cardozo.
La agrupación LB se conformó a partir del grupo de Facebook Redes por Constanza, que está actualmente integrado por casi 1.500 personas. De ellas, cerca de 60 resolvieron conformar una agrupación política y se pronunciaron por la candidatura de Cardozo.
Moreira declaró a Brecha que tanto el PVP como el PST estaban afuera de Casa Grande por opción propia y en forma “unilateral”. “El PVP tomó una decisión por sí y ante sí por Virginia Cardozo, nombre que nunca estuvo en las negociaciones. Así que ahora tienen una candidatura de partido, aunque se sumen otros grupos. No fue una decisión colectiva. Los que tomamos decisiones colectivas seguiremos trabajando juntos. Casa Grande sigue, pero ahora sin el PVP”, sentenció.
Por otra parte, la semana pasada Moreira escribió una carta que se publicó en el grupo de Facebook Redes por Constanza, titulada “No en mi nombre”. Allí, la senadora sostiene que como el grupo “proclama y promueve la candidatura de Virginia”, considera necesario “ir deslindando” su nombre de las Redes. “Es importante que usen ahora sus propias señales de identidad; y esto comienza por el pedido que les hago de no usar más mi nombre para promover lo que yo no promuevo: es una suerte de ‘falseamiento ideológico’ que perjudica a todos”, señala Moreira. Agrega que esto “se hace extensivo a un conjunto de íconos y símbolos que son de hechura propia: la canción de Samantha Navarro, las consignas -desde Ponte el alma, Ilumina tu parte, Yo me animo y vos también- que son patrimonio de Casa Grande”. “Tomar decisiones propias implica también crear sus propios íconos, sus propias consignas, sus propios liderazgos. No en mi nombre. El vínculo de representación es frágil, e implica un reconocimiento de las partes. Este vínculo, hoy, está roto. La autoridad sobre el propio nombre sólo la tiene su dueño/dueña vivo: yo, en mi caso. A partir de ahora, la página que administran no deberá usar más mi nombre, y les ruego oficialicen esta desvinculación lo antes posible”, solicita la senadora.
Isaura Fabra, de la agrupación LB, aclaró a la diaria que Redes por Constanza no se pronunció por ninguna candidatura, y que Moreira confunde ese grupo de Facebook con la agrupación LB. De todos modos, sostuvo que hay mucha gente de Redes por Constanza que está “muy enojada” porque entiende que no se le dio participación en el proceso de elección de la candidatura a apoyar en Montevideo. Dijo que se supo que Moreira apoyaba a Martínez cuando “muchos grupos” de Casa Grande aún no tenían una definición. “En Redes por Constanza la gente estaba muy enojada porque no quería lo de Daniel Martínez y muy enojada por cómo se decidió”, afirmó Fabra.
Respecto al cambio de nombre que solicita Moreira, Fabra consideró que es “atendible” y que ya se está pensando en otro nombre para “migrar el grupo de Facebook”. Además, Fabra sostuvo que “la gente se indignó” por el pedido de Moreira de no utilizar los íconos, porque éstos fueron “de hechura colectiva”. “La gente. se indignó porque reclamara como propias. cosas que son colectivas”, afirmó, y a modo de ejemplo, aseguró que el nombre “Casa Grande” lo inventó ella misma.

martes, 30 de septiembre de 2014

El Uruguay: ese gran botín Escribe Contanza Moreira


30.Sep.2014

 

Si hay una constante en política, es el dinamismo, y esta campaña electoral no es la excepción a la regla. El Frente Amplio (FA), que semanas atrás, según las encuestas, parecía en retroceso, ahora pisa fuerte sin detenerse, mientras que el Partido Colorado (PC) aparece alicaído y con serias dificultades para disputarle votos a un Partido Nacional (PN) que, a su vez, sufre con cada declaración poco feliz de su candidato.
Hoy están planteados dos escenarios en movimiento. En primer lugar, la disputa entre un nuevo gobierno del FA y la vuelta a un gobierno inestable y precario conducido por blancos y colorados, en una coalición dominada por fracciones que en el pasado nunca consiguieron estabilidad, como sucedió con la coalición herrerista-quincista y su fracasada experiencia durante la administración de Luis Alberto Lacalle.
El segundo escenario que se presenta, es el de la disputa al interior de las derechas. La caída en intención de voto del PC se debe a un corrimiento de sus votos hacia el PN, y Bordaberry lo sabe. Por supuesto que la otra derecha ha elegido a una nueva cara dentro del espectro político, reemplazando a su antiguo favorito, por un nuevo favorito, y causando heridas a su paso. Por si fuera poco, al nuevo representante lo acompaña el aparato recaudador más importante del país: el herrerismo. Con sus viejas prácticas, su política de clientelas, sus antiguos liderazgos, y un modo de hacer política que está lejos de ser desterrado del Uruguay.
Las viejas prácticas de clientela, influencia y poder que guían todas las inequidades políticas, y que consolidan otras tantas inequidades sociales, están todavía desplegadas a lo largo y ancho del país, aún cuando la izquierda haya remado para ordenar la casa, de acuerdo a normas más universales y equitativas. Para muestra basta mirar el reclutamiento de los cargos administrativos y directivos en los gobiernos departamentales.

Cada gobierno departamental se administra en forma autónoma, lo cual está muy bien. Pero el día que desde el FA impulsamos que los ingresos a los gobiernos departamentales fueran regidos por las normas universales de la buena burocracia pública: los concursos de oposición y méritos, sin restricciones en el acceso, y contemplando las normas de transparencia y acceso a la información que deben guiar a la administración central, los votos blancos y colorados no estuvieron. La autonomía bien entendida no es, de ninguna manera, hacer lo que se quiere. Porque los gobiernos departamentales no son de los partidos que los ocupan, sino de toda la ciudadanía, son parte del Estado, y no un botín de los partidos.
En estos momentos en que las derechas están en disputa entre ellas, y también el próximo gobierno nacional, urge una reflexión. Las coaliciones blancas y coloradas de los últimos cincuenta años en la historia nacional, dejaron al país al borde de la quiebra. Cuando la crisis de estancamiento se pronunció durante los años sesenta, los gobiernos de coalición que ya existían, fueron ciegos y sordos frente a las demandas provenientes desde los sindicatos, desde los estudiantes, desde las clases medias. Toda esa energía confluyó luego en la construcción del Frente Amplio, mientras que, ante el avance de la represión y autoritarismo, la culminación del proceso de deterioro estuvo dada por la instauración de una cruenta dictadura. Y al cabo de diez años, el Uruguay estaba exhausto, pobre y sin más proyecto que su reconstrucción, como si hubiese salido de una invasión.

Tras la recuperación del Estado de Derecho, durante dos décadas, las coaliciones blancas y colorados ensayaron recetas para fabricar una torta que no crecía y que cuando creció, lo hizo de forma muy inequitativa. De nuevo volvieron a desoír a los sindicatos, a la Universidad, a las clases medias, y a cualquier voz "progresista". Exceptuando el primer gobierno postdictadura, y posteriormente, salvo la cooptación de alguna persona que otra, los partidos tradicionales nunca ofrecieron al FA que se integrara a organismos y a Entes del Estado. El FA era "el tercero excluido".
Y cuando el tercero creció y creció, inventaron una reforma constitucional destinada a hacerle tan exigente la llegada al gobierno como fuera posible. Atrasaron cinco años el triunfo del FA, y en esos cinco años volvieron a usar antiguas recetas que en lugar de salir de la crisis, la profundizaron.

Después de diez años de gobiernos frenteamplistas, el Uruguay volvió a ser próspero: hay trabajo, se gana más, uruguayos que se fueron al exterior están retornando, se eliminó el latifundio improductivo, dejaron de verse a los niños mendigando en cada esquina, se multiplicaron las personas que vienen a invertir en el país, y el viejo pesimismo uruguayo se transformó en un moderado optimismo. La gente se volvió un poco más feliz.
Los blancos y colorados dejaron migajas. Y el Frente Amplio, volvió a hornear la torta, pero con otra receta. Una que dice que los países no salen con ajustes sino con inversión pública. Una que dice que lo mejor no es lo hecho afuera, sino que hay que aprender a hacer bien las cosas en casa. Una que dice que la gente no se domina con garrotes, sino que responde a zanahorias, deseos y confianza. Y la receta del nuevo Uruguay dio este pan abundante, que debemos repartir mejor, pero que le ha llenado la mesa a cientos de miles de uruguayos y uruguayas.

Ahora, ellos, los que nos dejaron las migajas, vuelven por el pan. Vuelven por el botín. Vuelven a por un país que duplicó su producto en sólo diez años, que generó miles y miles de empleos, que construyó decenas de miles de metros cuadrados y carreteras. Vuelven a por el país de la fibra óptica y los molinos, a por el país que puede elegir o rechazar tener actividad minera, seguir creciendo en agricultura del secano, o desarrollar más su capacidad logística como puerto regional. Vuelven a por un país no sólo integrado a la región y al mundo, sino reconocido por un presidente pobre que se volvió un modelo. Vuelven a por una celeste que no sólo duele, sino que genera identidades y alegrías. Vuelven a por el botín. Pero no los dejaremos.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

EL canto de la sirena Constanza Moreira



En las próximas elecciones, los uruguayos y uruguayas deberemos elegir entre dos modelos de país. Y dentro de esas dos visiones, los abordajes sobre la educación, distan enormemente. Como buena hija de la educación pública, este tema me preocupa especialmente.
Al revisar el Programa de Gobierno del Partido Nacional para el período 2015-2020, saltan a la vista las desprolijidades e imprecisiones de un programa cerrado apresuradamente para obviar la brecha entre dos alas dentro de un mismo partido, con diferencias insalvables en varios temas –para empezar, el No a la Baja.
Lo que más me alarmó de lo que leí, es lo que se propone para la educación. El programa no pasa de generalidades, ninguna de las cuales siquiera sugiere una “reforma estructural” de la educación. La “nueva idea” de moda que se plantea –no sólo entre filas del Partido Nacional, y no precisamente surgida desde allí-, consiste en extender el ciclo primario de educación hacia la secundaria, para evitar el trauma que sufrirían los y las estudiantes al pasar de una sola maestra a varios profesores. Esta idea, denominada la primarización del ciclo secundario, tiene unas cuantas bibliotecas en contra, y como señala el Maestro Soler en la última edición del Semanario Brecha, siempre será mejor coordinar las instituciones, que hacer ensayos desmantelando lo que ya existe en búsqueda de soluciones poco probadas.
Paradojalmente, el programa propone una “profunda reforma del sistema de formación docente, dándole rango universitario”, es decir, que maestras y profesores pasen a tener nivel universitario. Ahora bien, eso se llama “Universidad de la Educación". Y este miércoles 10 de setiembre, en el Senado, votaremos el proyecto de ley que refiere a la misma. La pregunta es si el Partido Nacional, que tiene esta propuesta en su programa, acompañará el proyecto ¿O el Partido Nacional, junto con el Partido Colorado, so pretexto de que la ley “no les convence”, porque no la elaboraron ellos, optarán por no votarla? ¿Dejarán sin votos lo que dicen defender en sus programas?
Fuera de ello, el programa nacionalista abunda en lo que ya hay: las escuelas de tiempo completo, la enseñanza del inglés (que temerariamente se sugiere sea tan importante como aprender la propia lengua, o las matemáticas), el fortalecimiento del Instituto Nacional de Evaluación, que fue una iniciativa del Frente Amplio (FA), o apoyar la Universidad Tecnológica, también impulsada por el FA.
Pero el programa del Partido Nacional “lava” lo que aparecía más nítido en el programa original de Lacalle 2do: el desmantelamiento de la reforma educativa iniciada en 2006 con el FA.  
Para empezar: la eliminación de la participación de los trabajadores en el gobierno de la educación, seguido de la eliminación de la obligatoriedad de convocar al Congreso de la Educación. La lectura de ambas eliminaciones (que no tienen nada de “por la positiva”), conduce a una conclusión muy clara: al parecer, el enemigo para la oposición son los trabajadores de la educación. A cambio de ello, prometen en forma muy vaga, que habrá un “control ciudadano” de la educación. ¿Qué quiere decir esto? ¿Control de las familias, de los padres, de la comunidad? No, en realidad, lo que buscan es entregarle la educación al Poder Ejecutivo, quitándosela al Codicen, a la Anep, a los organismos de la educación, y pasar a controlarla directamente desde los partidos políticos. El “control ciudadano” es en el fondo, el control de los políticos sobre la educación.
El control político-partidario no resolverá los problemas de la educación; sólo los agravará, porque la educación pasará a ser una suerte de “botín”, donde cada partido querrá emplear su propio libro de recetas, y el conjunto de los estudiantes y trabajadores quedará a merced de esta disputa.
Lo que sigue a esto es la subvención de la educación privada (que ya está subvencionada). El botín en este caso, son los estudiantes y el Estado. Un sistema de proveedores privados y públicos “compitiendo” por los estudiantes, todo pago por el bolsillo del Estado, que es el Sr. Pueblo. Y eso es lo que asoma los dientes detrás de esta propuesta.
La elección de Pablo da Silveira como Ministro de Educación y Cultura de un eventual gobierno blanco, en lugar de Daniel Corbo, que hoy integra los organismos de la educación, muestra a las claras la verdadera estrategia en materia de educación que se propone.
De más está decir que si todas estas iniciativas fueran llevadas a cabo en una dupla Lacalle-Bordaberry, que sin duda dejarían sus diferencias y se pondrían de acuerdo, el sistema educativo, simplemente colapsaría. Los profesores y docentes de la educación se sentirían expulsados, y muy difícilmente participarían en reformas de este tipo (como sucedió en el pasado, con reformas incluso más amigables que éstas). Se sucederían conflictos interminables, no habrían “acuerdos nacionales” de ningún tipo, y sin planes para la educación hechos por las instituciones respectivas, el sistema político y los “expertos” se pondrían a hacer ensayos curriculares. En el mejor de los casos, tendríamos un compás de espera, durante otros cinco años, gastando mucho más dinero.
En estos días, han finalizado diez de los mejores años de la Universidad de la República, de la mano de ese gran Rector que fue Rodrigo Arocena. El, sus colaboradores, sus pro Rectores, han llevado a cabo una profunda reforma de la Universidad pública. Han creado los Centros Regionales Universitarios en el interior del país, han impulsado carreras nuevas, tecnicaturas y formaciones tecnológicas del más diverso tipo. La matrícula universitaria se ha incrementado sin cesar. Hoy, más de la mitad de los estudiantes de la Udelar, proviene de padres que nunca llegaron a la Universidad. Y esto es un verdadero salto cuántico en el Uruguay.
El Rector merece un reconocimiento. Y así como le damos la bienvenida a Roberto Markarian, el nuevo rector, creo que la Universidad en su conjunto, y Rodrigo Arocena, merecen nuestro reconocimiento público.
En estos años, se ha hecho un esfuerzo enorme por mejorar en la educación pública. Y lo más importante que ha hecho la derecha, es hacer que el canto de sirena se cuele en el pensamiento de la izquierda, llegando a hacernos creer que todo está mal en el campo de la educación. Ahora bien, se mejoraron los salarios, se construyeron y recuperaron escuelas y liceos, se multiplicó el número de niños y niñas en la educación preescolar, aumentó notoriamente el número de estudiantes que terminan tercero de liceo, y gracias a diferentes programas, se ha ido reduciendo la brecha entre la educación de los más ricos y los más pobres, que es el explicación última de los malos resultados en la educación.
Claro, ha mejorado más el ingreso promedio de los hogares, que su nivel educativo. Pero si queremos tener un país “de avanzada”, tenemos que ser al menos tan ilustrados como pudientes. Creo que somos más ricos hoy que antes, pero aún no logramos ser más inteligentes que antes.  
La única verdadera sabiduría de una sociedad, está determinada por la inteligencia de los más humildes, no de las clases ilustradas y pudientes. No por una tecnoburocracia eficiente y “de primera”, aun cuando esa tecnoburocracia seamos nosotros. Apostar a la Universidad de la República, apostar a la educación pública, a los maestros, a los profesores, a los educadores, a los funcionarios no docentes que también están al pie del cañón haciendo todo lo posible, es la marca de la izquierda y su destino. La derecha no entiende nada de educación, pero siembra su canto de sirenas en nuestros oídos. Pedirle a la derecha que entienda de educación, es como pedirle a una persona que todos los días circula en auto, que entienda la vida cotidiana de quienes circulan en ómnibus, y planifique una estrategia para ellos. Así de simple.
En estos meses, hay que defender la educación pública con todos los argumentos que tenemos. Y no escuchar más los cantos de sirena. Es en la educación, siempre, donde se mide el destino de las verdaderas izquierdas. 

miércoles, 20 de agosto de 2014

"La estrategia del salmón" por Constanza Moreira


Las últimas encuestas de opinión pública y el rumbo que está tomando la campaña electoral.
En estos días, nos hemos visto sacudidos por la encuestas de opinión pública: que el Frente baja, que el No a la Baja sube. ¡Qué panorama dispar! Pareceríamos estar ganando unas luchas (la cultural, la simbólica, la comunicacional del “no a la baja”), pero perdiendo terreno en una batalla crucial: la del gobierno, que es la base y la estructura de muchas otras luchas (la del 6 % para la educación, la de los Consejos de Salarios, la de la agenda de derechos).
El Frente Amplio (FA) se declara en estado de “admirable alarma”, como ha señalado el periodista Ricardo Scagliola desde el Semanario Brecha. Y hace muy bien. Cuando se es de izquierda, cuando se lucha contra el poder económico, mediático, financiero, cuando se libra una batalla comunicacional todos los días, se debe estar siempre en estado de “admirable alarma”. No creo que podamos estar de otra manera.
Ahora bien, las encuestas de hoy, como las de ayer, no pueden reemplazar a la reflexión política. Y la pregunta ya célebre de “qué hacer”, pergeñada por Lenin, viene después, y sólo después de conocer “qué pasa”. Sobre todo, es necesario saber “leer” las encuestas, porque todas las lecturas son políticas, y porque la lectura del “qué pasa” será la que determinará el “qué hacer” después.
La historia de las encuestas de opinión pública es relativamente reciente en nuestro país, ya que data de los últimos treinta años. Bienvenidas las encuestas: son un instrumento particularmente útil. Pero son eso: un instrumento. Lleno de complejidades y muy utilizable políticamente, a pesar de que todos los encuestadores muestran “cautela” y “prevenciones” en relación a sus números, como forma de impedir que una tendencia registrada en una encuesta se transforme en un hecho político sin más.
Las encuestas son parte de la construcción política, primero, porque señalan cuáles son los problemas que debieran ser considerados prioritarios, y cuáles debieran ser considerados secundarios, en función de la perspectiva de la ciudadanía. Así, desde hace un tiempo, las encuestas vienen registrando que la seguridad ciudadana se ha transformado en el principal tema del país. Sin embargo, esto no significa que para las personas el asunto más importante sea la seguridad, ya que las encuestas consultan a los entrevistados y entrevistadas “cuáles creen, a su juicio, que son los principales problemas del país”, no cuáles son “sus problemas”. Cada uno conocerá cuáles son sus problemas, pero ¿los problemas de todo un país?
¿Qué responderá alguien sensato, sin demasiada información, y tratando de salir del paso a una situación incómoda? (si no contesta la pregunta, podría parecer un ignorante). Contesta lo que “cree” que es el problema del país: o, peor aún, lo que “le dicen” que es. Y esta respuesta la encuentra a mano: los medios masivos de comunicación le dicen a la población qué es importante y qué no, así como le dicen que la inseguridad es un problema central, que la educación anda mal o que el gobierno gestiona peor.
Cuando nos abocamos a la inseguridad como la prioridad de un país que aún no encuentra su senda de desarrollo y debiera dedicarle a eso toda su energía, cuando construimos gobierno tratando de “darle” a la opinión pública lo que necesita, cuando intentamos comprar amigabilidad en los grandes constructores de opinión pública, renunciamos a hacer política.
Es necesario dar cuenta de los problemas de inseguridad, sí, pero esa no puede ser la principal prioridad del Uruguay, no debemos caer en la trampa represiva de la derecha, con su demanda infinita de control policial y militar sobre la ciudadanía. Los problemas de inseguridad, han de atenderse realizando una gestión eficiente, reconociendo las dificultades, y sobre todo, evitando que la inseguridad sea la gran mancha de opinión sobre la que se cimentan las preocupaciones del planeta.
Hasta no hace mucho, las encuestas pronosticaban al FA como seguro ganador de la próxima elección nacional. Sin embargo, hoy, los logros de una década de progresismo –la política material, la del bolsillo- no nos permitirán sin más ganar la batalla simbólica con una derecha que aparece casi impoluta, predicando “por la positiva” por un lado, mientras por el otro, siembra el negativismo contra el país y su futuro todos los días del año, de todos los años.
Los números nos están diciendo que el FA no crece, y que el Partido Nacional (PN) sí lo hace. No obstante, desde una perspectiva politológica, resulta muy improbable que los votos frenteamplistas se estén volcando hacia el PN. ¿Debiera el FA cambiar la estrategia de su campaña? Yo diría que mucho más que hacer campaña, hay que hacer política. No una política para ganar las elecciones, y menos aún para intentar seducir a la “escurridiza” opinión pública. Hay que hacer política con nuestras convicciones y nuestras ideas. Y esa es, hoy y siempre, nuestra mayor fortaleza.
Cuando las encuestas indicaban que la propuesta para bajar la edad de imputabilidad parecía triunfar, muchas voces se alzaron para sostener que “la baja” había ganado mentes y corazones. La demanda por mano dura que parecía constatarse en las encuestas, llegó incluso a encontrar asidero en nuestras filas: “hay que aumentar los controles policiales”; “hay que aumentar las penas”, “hay que ser implacables con el delito porque eso es lo que la sociedad quiere”, se escuchó decir a algunos frenteamplistas. Sin embargo, hoy las encuestas registran un declive en la intención de apoyo al plebiscito por la baja, y sus principales impulsores, con el Senador Bordaberry a la cabeza, miran estos nuevos números con suma atención, tomando recaudos ante la eventualidad de que el plebiscito se termine transformado en algo antipático y ocasione una pérdida de votos para los dirigentes tradicionales que lo promovieron.
El “No a la Baja” sube y el “Sí a la Baja” cae. ¿Cómo sucedió esto, cuando lo que más le preocupa a la gente, dicen las mismas encuestas, es la inseguridad?
Desde hace mucho (la política se hace con paciencia, todos los días, durante mucho tiempo), se fue instalando entre la juventud, la política del resistir al “No a la baja”. Tímidamente primero, un poco más ardientemente en los últimos meses, la “Comisión Nacional del No a la Baja” fue conquistando adeptos. Son, en su mayoría jóvenes. Hacen política en todo el país. Y ahora ven sus primeros frutos.
Si esos jóvenes hubieran tomado interpretado las encuestas como si éstas fueran el oráculo de Delfos, jamás se hubieran comprometido por el “No a la Baja”. Y si los cientos de miles de frenteamplistas nos hubiéramos dejado llevar por el canto de sirenas de “ir a favor” de la corriente, hubiéramos dejado de hacer política y de construir izquierda. Porque el “ir a favor” de la corriente, diría un marxista, siempre es ir a favor de la ideología dominante, que es la ideología de la clase dominante. No es necesario ser marxistas ni realizar un razonamiento tan sofisticado para entender que ser de izquierda implica ir “contra” la corriente.
Hemos titulado esta columna “La estrategia del salmón”, en homenaje a nuestro entrañable amigo Marcelo Jelen, a quien extrañamos todos los días. Marcelo escribió una vez sobre nuestro movimiento por la “candidatura alternativa” aludiendo a que nadábamos contra la corriente. La juventud que milita por el “No a la baja” nada contra corriente como el salmón. Y contra corriente nadamos quienes defendemos los derechos humanos, la memoria, la búsqueda de verdad y justicia, cuando “el sentido común” dice que esos temas están irremediablemente en el pasado.
Si las encuestas no nos dan con viento a favor, tal vez sea un buen momento para que los salmones recuperen su audacia, porque en esta elección hay más cosas que un gobierno en disputa: está en disputa, nuestra visión del mundo.