Por Néstor Sabattino
La
llegada a la ciudad.
El
Presidente Brum y su comitiva habían llegado a la vecina ciudad de
San Carlos en ferrocarril.
Lo
recibió su población con muestras de alegría y regocijo.
Mientras
tanto una delegación de connotados rochenses del Partido Colorado,
entre ellos Juanche, Rivero, Pezzolo, Torres, Tisnes, se habían
adelantado para acompañar al Primer mandatario hasta Rocha. Hacia
allí salieron en una larga fila de automóviles que se movían no
sin dificultad en medio de los accidentes del camino; los viajeros
comenzaban a experimentar los avatares por los que habitualmente
tenían que pasar quienes se aventuraran por estos espacios del Este.
Por
lo pronto los esperaban los temidos pasos de cañadas y arroyos
traicioneros.
Pero
la organización lo tenía todo previsto y del otro lado de cada uno
de ellos, gente con botes y nuevos autos de repuesto, esperaban para
auxiliarlos cada vez que fuera necesario. El invierno lluvioso
colaboró para que, en más de una situación ello fuera necesario.
Brum
y su comitiva en San Carlos.
Mientras
tanto, en los aledaños, a la entrada de la ciudad de Rocha, un
inmenso clima festivo envolvía a una multitud que se aprestaba a
recibir a Baltasar Brum.
Sobre
las cuatro de la tarde del 16 de agosto hacía rato que la Av.
Artigas desde el Paso Real al Bosque Municipal estaba repleta.
Distintos
cuerpos militares se habían adelantado luciendo vistosos caballos;
Bandas Musicales con sus trajes de gala ejecutaban marchas,
aumentando el espíritu de fiesta y creando una expectativa
indescriptible.
La
gente estaba realmente sorprendida, pero contenta y feliz disfrutando
de un espectáculo nunca visto.
Pasadas
la cinco de la tarde, llegó por fin la delegación de autoridades.
Hoy
en día, vendría precedida de motocicletas, sirenas, autos
oficiales, etc,
en
esta circunstancia era la música de las Bandas, el movimiento
incesante de caballos y policías a pie, más un redoble de tambores
lo que anunciaba el arribo.
Al
momento, se adelanta la Comisión de Recepción y demás autoridades
a darle la bienvenida al ilustre visitante y demás Ministros que
descendían de los autos.
Fue
entonces que se produce una situación tan sorprendente como
inesperada: el público se lanza en avalancha hacia la figura del
Presidente con el deseo de verlo de cerca, tocarlo, demostrarle su
afecto, de una forma tal, que tomó desprevenido a quienes tenían la
función de control.
En
determinado momento, el grupo viajero quedó literalmente “aislado”
de las figuras locales que salían a su encuentro.
Nadie
pudo prever una reacción colectiva así, en una población no
acostumbrada a recibir gente ni a participar de este tipo de
manifestaciones colectivas.
Una
vez que se restableció el orden, el Dr. Antonio Lladó, dijo su
discurso de bienvenida.
Luego
de las presentaciones de rigor, comienza un pequeño desfile en honor
del Presidente, encabezado por la Banda Militar del Comandante Chávez
que deslumbraba a todos a través de sus instrumentos y vistosos
uniformes de gala. Era seguida por las distintas Sociedades de la
ciudad y por una Comisión de jóvenes, más otras autoridades,
ataviados todos para la ocasión.
Entre
aplausos se desarrolló el mismo y cuando ya la luz comenzaba a
escasear y la lluvia se anunciaba en un cielo gris con espesa
neblina, todo estaba dispuesto para emprender la larga cuesta hacia
el centro de la ciudad.