Escritor y periodista Julio Dornel
Se cumplieron recientemente los primeros 73 años del vuelo inaugural realizado por un aparato de VARIG entre las ciudades de Porto Alegre y Montevideo, en lo que sería posteriormente una línea regular de la empresa entre ambos países. Se trataba de un aparato inglés Havillans Dragon, con el nombre de Chuí y cuya ruta de viaje incluía las ciudades brasileñas de Pelotas y Yaguarón en sus primeros años. Considerando que se estaba en plena guerra mundial, se debieron sortear innumerables obstáculos para lograr la autorización correspondiente, participando en las deliberaciones los Ministerios de Aeronáutica y Relaciones Exteriores de ambos países. En aquella oportunidad la empresa realizaba dos viajes semanales, saliendo de Porto Alegre los miércoles y sábados para regresar desde Montevideo los jueves y lunes. El “CHUI” cubría la distancia en cuatro horas, lo que para la época representaba una velocidad extraordinaria. Aquellos pequeños aparatos han quedado en la memoria de los primeros pasajeros como una experiencia inolvidable de los vuelos “internacionales” entre ambos países.”
Los primeros vuelos en Cebollatí
Si bien en la actualidad los viajes en avión representan un hecho cotidiano y hasta rutinario para algunos, en la década del 50 se trataba de un fenómeno de raras características y reservado a pocas personas.
Sin embargo por esos años un pequeño aparato piloteado por Alejo Rodríguez sobrevolaba el departamento y por la módica suma de $ 5 (cinco pesos) daba la oportunidad de compartir durante 10 minutos una aventura aérea a quienes nunca habían visto un avión y menos tripularlo. La pista improvisada estaba en las proximidades del secador de Jaime Serralta y salvo algunos tacuruses no presentaba mayores inconvenientes.
El día del espectáculo que era anunciado de boca en boca (único medio de comunicación) estaban hasta los enfermos que no querían perderse detalle de los “vuelos” anunciados.
El piloto Alejo Rodríguez y Gustavo Weiss que había sido el “contratista” para que el aparato llegara a Cebollatí, se habían convertido por algunas horas en los ídolos de la aviación civil. Apenas la hélice se ponía en movimiento generando un ruido infernal volaban los sombreros más próximos y la hierba del campo parecía arrancarse de raíz. El pueblo asistía con asombro a las maniobras previas y algunos desistieron del vuelo y sus deseos de desafiar las leyes de la gravedad. Sin embargo allí estaba Alejo con su tranquilidad habitual y sin tensiones cumpliendo con el despegue rutinario y maravillando a los pasajeros con los distintos panoramas que se contemplaban desde el aire. Fueron días memorables para los vecinos de Cebollatí que tuvieron la oportunidad de mantenerse durante algunos minutos entre la tierra y el espacio.
Para Alejo un día más en su vida de piloto, aunque nadie le pregunto si tenía brevet, horas de vuelo ni autorización para realizar las pruebas. Era la primea vez que “volábamos” y resultaba maravilloso contemplar el pueblo desde el cielo y superar con gran sacrificio un record de pulsaciones y un frío tremendo en el estómago cuando se producían los aterrizajes. Un panorama irrepetible al observar desde el aire el río Cebollatí los montes nativos y La Laguna Merín. La realidad actual despierta la nostalgia y va forzando la memoria para revivir aquellos momentos, cuando se podía volar durante 10 minutos por la módica suma de $ 5.
En la nota gráfica el piloto Alejo Rodriguez y Gustavo Weiss, los responsables de los primeros vuelos realizados en Cebollatí en la década del 50.