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domingo, 11 de octubre de 2015
FABRICA DE TABACOS. PATRIMONIO DE LA FRONTERA. Por Julio Dornel.
Escritor y periodista Julio Dornel
Las primeras construcciones de la frontera se levantaron a pocas cuadras del arroyo, separadas por la línea divisoria, que determinaba los límites entre ambos países.
Del lado brasileño, la histórica Posada de diligencias de don Joan Silva y el Club Social LUZ Y VIDA centralizaban la poca actividad que se desarrollaba por aquellos años.
En territorio uruguayo la Receptoría de Aduanas, la Escuela Nº 28 y algunos ranchos de barro y paja brava iban delineando senderos en la pequeña aldea. Sin embargo, el paso del tiempo fue marcando el comienzo de una nueva etapa en el desarrollo social y económico de este enclave fronterizo. Frente a la posada, pero del lado uruguayo se instaló el 18 de febrero de 1925 la primer industria del norte rochense; la fábrica de tabacos de don Silvio Fossati. Las conquistas logradas durante el siglo pasado estuvieron íntimamente ligadas con los primeros habitantes de la frontera, entre los que podemos señalar las casas de José Rodríguez, León Ventura, Juan Francisco Méndez y algún rancho de adobe y paja brava como el que ocupaba el guarda aduanero Isidoro Machado y los modestos edificios que correspondían a la aduana y la comisaría. Desde la llegada de los primeros “adelantados” la familia Fossati se fue transformando en un aporte importante para el desarrollo socio-económico de esta población.
Para referirnos a la corta historia de esta frontera romántica y generosa nada mejor que transcribir siquiera algunos párrafos de un trabajo del historiador local Wilkins Machado, donde extrae de su vasta producción, impresiones imborrables originadas en el paisaje cautivante y envolvente de este pueblo fronterizo. Es fácil comprobar en estos trabajos que la investigación de Machado denuncia una temática inspirada en los orígenes de Chuy, analizando en breves pantallazos la fisonomía, costumbres y evolución del rancherío inicial: “Arroyo Chuy…y en tus aguas el yaguareté sació la sed y el indio altivo refrescó sus heridas, con tus frutos calmó su apetito y en las sombras de tu monte gaucho, forjó la historia de tu nombre ausente. Chui te llamó porque el trinar de los chuis lo despertaron un día, el mismo día que empezaste a hacer tu historia con nombre, historia tan límpida como tus aguas, o quizás mientras ensimismado pensabas en la toldería lejana, se te ocurrió llamarlo chué por la cantidad de tortugas que observabas desde tu nostálgico silencio. Te visitó el español y el portugués, pero tenías alma y una historia de pájaro libre, tan libre como tu senda que se inicia en el Brasil y se confunde en el atlántico. Fuiste historia y lo eres; hiciste historia y la haces y como colofón fuiste padre de un Chuy tan libre como tus pájaros, tan perseverante como tus tortugas o tan altivo como el indio que el nombre te dio. 1888…policromía de azul y verde, cielo y campo. La vista perdiéndose en el infinito y el hombre confundiéndose y mezclándose en ideologías e idiomas, duro batallar diario para subsistir en un medio aislado y falto de recursos.
Mezcla de productos de mil revueltas, amalgamados con contrabandistas, y troperos por excelencia, enamorados del peligro, ocultos en los montes, fieros custodios de matutes que pretenden traducir en monedas. Un comercio, una comisaría, una aduana y cinco ranchos. Chuy 1888. Pasan los años, se amplían las sendas formando caminos, la diligencia trae a cuestas la civilización mientras nuevos vecinos asientan sus reales en esta zona trayendo el progreso. Llegó la diligencia, cita obligada de nuestros antepasados y la natural curiosidad por saber lo que pasa más allá, donde la vista se pierde buscando una razón para este acá. Domingo, una penca cuadrera da motivo a una reunión de categoría, se hacen negocios, se arregla un matute, a veces una reyerta pone la nota distinta. Pioneros de Chuy, hombres, mujeres y niños, conjunción de ideas en busca de superación, soñando quizás muchas veces con un viaje maravilloso, casi imposible, prometedor de mil aventuras.
Como lo señalaba Machado, “un comercio, una comisaría, una aduana y cinco ranchos” integraban el rancherío inicial, sobre una línea divisoria que intentaba sin éxito separarnos del imperio vecino. Allí estaban las primeras autoridades destinadas a custodiar la seguridad y la economía, conjuntamente con los comerciantes que vislumbraban mejores años para sus actividades.
Los datos biográficos de don Silvio nos llevan de la mano a las raíces familiares de sus antepasados, en las postrimerías del siglo 19, cuando llegaron a la frontera en busca de la tierra prometida. De esta manera vamos transitando por páginas olvidadas de la historia local, cargadas de nostalgias y recuperadas en algunas oportunidades por el talento de algunos historiadores o de los propios familiares. Todo había comenzado en las últimas décadas del siglo 19. En nota que se remite a la Junta Administrativa de Rocha en el año 1888, los vecinos comunican que se había constituido una Comisión local que tendría como único cometido trabajar por el desarrollo zonal: “En el Chuy, el día 31 de enero de 1888, reunidas las personas nombradas por la Honorable Junta Administrativa del Departamento, resolvieron con arreglo a la nota Nº 50 de fecha 17 del mismo mes, proceder al nombramiento de los respectivos cargos de presidente y secretario , recayendo el primero en Antonio Fossati y el segundo en León Ventura”. Se trata del primer documento oficial que menciona a un integrante de la familia Fossati por estas latitudes. Hijo de Antonio Fossati, Juez de Paz, don Silvio nació el 21 de abril de aquel remoto 1890. La primera generación de los Fosatti en nuestra frontera nos presenta a don Antonio Fosatti como el primer integrante además de las actividades judiciales, que si bien no había culminado sus estudios jurídicos se había radicado en Chuy como Juez de Paz , actividad que desarrolló durante mucho tiempo.
Fue por aquellos años que los pioneros fueron hundiendo sus raíces en este enclave fronterizo, que ya necesitaba del ordenamiento poblacional para dar destino y oportunidades a los primeros núcleos familiares. Cuando las autoridades de Instrucción Primaria resolvieron trasladar hacia Chuy la escuela Nº 28 que funcionaba en Cebollatí, se formó una comisión que fue presidida por Antonio Fossati, quien cedió un amplio local de ladrillo y techo de paja para el funcionamiento de la misma. La ceremonia inaugural se celebró el 11 de setiembre de 1905 con 30 alumnos, entre los que se encontraban los tres hijos mayores de don Antonio; Silvio, Danton y María Laura.
Hace algunos años, con motivo del 1er. Encuentro de la Familia Fossati, realizado en Montevideo, la profesora Sonia Fossati, hija de don Silvio, se refería a su padre en los siguientes términos: “Casado con Juana Dolores Silveira, en 1919, se transformo muy pronto en padre de familia, mientras la turbulencia de su juventud lo llamo a sosiego. Aunque no por ello dejó de vibrar su pasión política y años más tarde, cuando la dictadura de Terra, blanco independiente y opositor, ayudaba a los batllistas perseguidos a cruzar la frontera. Ya con varios hijos, en 1923 sucedió en el pueblo un acontecimiento que le cambió su rumbo. Adquirió en un remate judicial una importante carga de tabaco requisada por la aduana y asesorado por un amigo brasileño, hijo y yerno de alemanes residente en Pelotas, le permitió hacer algunas experiencias y en 1925 instala su fábrica propia, poniéndole el nombre de su padre DON ANTONIO, que lucía en grandes letras blancas en el techo del edificio. Fabricaba un tabaco negro al que llamó Puritano, recordando al mejor pingo que había tenido, puesto que era muy aficionado a las carreras de caballos. Tuvo gran éxito comercial y su tabaco se vendía en todo el país. Amó a su pueblo desde el arraigo que yo heredé. Siempre predominó en él la modestia, estaba en todas las inquietudes que surgían por aquellos años. Construía casas a pagar con un modesto alquiler, fue factor importante en la construcción del Club Social y del primer edificio de la sucursal Chuy del Banco de la República. Amplió progresivamente el liceo, que había comenzado sus actividades en un local cedido por Samuel Priliac.
En esta oportunidad ofrecemos a nuestros lectores una síntesis muy abreviada de la trayectoria de la mayor industria que ha tenido esta ciudad, en un sector de fuerte competencia como lo es el tabaco. En años de esplendor comercial pasaron por la empresa más de 2.000 funcionarios, destacándose además la calidad de los productos comercializados, que eran distribuidos en todo el territorio nacional. Recordando la trayectoria de la “fabrica” algunos vecinos que integraron distintas áreas de la empresa señalaron que la misma basaba su actividad en tres pilares que resultaron fundamentales para el éxito de la misma; mejoras en la tecnología, abaratamiento de costos y capacitación del personal en todas sus áreas. No pretendemos magnificar hechos comunes, sino reconocer el esfuerzo y la trayectoria de una familia que ha contribuido durante un siglo al desarrollo zonal. Entre datos biográficos y fechas discutibles que nos acercan los lectores van surgiendo algunos nombres que merecen evocarse por su activa participación en este emprendimiento industrial. Entre muchos obreros que pasaron por la fabrica podemos recordar a Rosa Santurio, Bartolo, el “Mulato” Mello, el “Jubilado” Noguera, Ulpiano Da Costa, el “Negro” Amaral, el “Comadreja”, el “Indio” Castillos, “Pelopincho” , Golobí y José Acevedo entre muchos otros. El edificio de la fábrica en sus primeros años, contaba con las siguientes dependencias; un depósito, donde se preparaba la materia prima, una sala de máquinas para el picado del tabaco y otra para el horno, limpieza y envasado. El mantenimiento de esta industria se consideraba como un verdadero milagro al subsistir frente a los intereses económicos de poderosas organizaciones. Por las puertas de su edificio pasaron durante 62 años miles de obreros que de generación en generación fueron cimentando sus hogares con el trabajo diario. Sin embargo la dinámica impuesta por los cambios monetarios fue acorralando lentamente la pujante industria, generando desocupación, hasta que llegó el cierre definitivo en el año 1987. Fueron más de 60 años a la vanguardia del desarrollo fronterizo, generando fuentes de trabajo para varias generaciones que nacieron, crecieron, estudiaron y formaron sus hogares, cumpliendo diversas actividades en la “fábrica” de Don Silvio. Corresponde señalar que la familia Fossati estuvo ligada permanentemente al deporte, con activa participación en el fútbol a través del equipo de San Vicente y también en el kart defendiendo al equipo rojo, donde Armando y Alem lograron títulos nacionales. En el año 1965 el representativo fronterizo alcanzó su máxima consagración con el triunfo nacional logrado por Armando en categoría individual y el triunfo por equipo al ubicar 5 competidores en los 10 primeros puestos.
Irineo Alves, uno de sus amigos, evocaba en la prensa local el 21 de abril de 1989, la personalidad y la trayectoria de don Silvio:” Hijo de don Antonio Fossati, Juez de Paz, nació el 21 de abril de 1890, siendo su madre la señora María Ventura Rodríguez. Con algunos años ingresó en la primera clase fundadora de nuestra escuela Nº 28, hoy denominada “República Federativa de Brasil, siendo su director Elías Lizardo. Inició en forma experimental su fabrica de tabacos, la que fue inaugurada oficialmente el 18 de febrero del año 1925. Su inteligencia, dedicación, carácter y tino comercial, lo llevaron a imponer en todo el país el desarrollo de esta iniciativa con la venta masiva de los tabacos fabricados en Chuy; DON ANTONIO, PURITANO Y SAN LUIS. Su fabrica fue factor preponderante para el desarrollo comercial, económico y social de la frontera. En la década del 30 surgió otra iniciativa relacionada con el empadronamiento de calles y terrenos de nuestra incipiente población de acuerdo a un plano ejecutado por el agrimensor Facundo Machado. De esta manera nuestro pueblo fue tomando otra fisonomía. Años mas tarde donó el terreno para la construcción del Club Social y construyó el edificio para lograr la instalación de la Sucursal del Banco de la República, inaugurada el 14 de abril de 1951. Conocí a don Silvio cuando éramos todavía un chiquilín y él amigo personal de mi padre y aparcero en el deporte de las riendas. Era propietario del caballo PURITANO, respetado en todas las competencias hípicas del país”. Hoy todo es historia, el 27 de junio de 1987 se detuvieron las máquinas, el personal se fue lentamente como queriendo quedarse y las puertas se cerraron para siempre, marcando el final de una época. Don Silvio falleció el 7 de febrero de 1975, dejándonos un recuerdo imborrable de su personalidad.
(Nota publicada en la REVISTA HISTORICA ROCHENSE nº 4 Año 2.011.
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