Hacía más de
cincuenta años que Uruguay había dejado de tener un Cardenal
católico, Monseñor Antonio María Barbieri, único por añadidura.
No faltaron en el ínterin intenciones y movidas a favor de llenar
ese magisterio religioso. Pero había algunos elementos que impedían
la concreción de esto, como fue un Estado que era no solamente laico
sino manifiestamente ateo, era notorio que los sucesivos gobiernos
batllistas eran ostensiblemente agresivos con todo lo que fuera
religioso particularmente, lo católico. No solamente que redundó en
la consecuencia hostil hacia la religión y sus feligreses. No era
solo escribir Dios con minúscula sino que también existía toda una
filosofía contraria a lo eclesiástico que iba desde la enseñanza a
la salud e incluso lo filosófico. Hubo proyectos de retirar las
cruces de los cementerios, dejar una mera lápida con nombre y fecha
y fue tal la “polvareda” que se creó que fue imposible llevarlo
a cabo. Las tumbas y los nichos eran propiedad privada y no se podía
meter mano o disponer sobre cosas sagradas como era la privatización
del descanso final de la familia. Sin embargo se prohibió la misa
dominical en los cementerios (en cripta), costumbre muy vieja
proveniente del siglo XIX. Se retiraron las hermanas de caridad o las
monjas de los servicios sanitarios, hospitales, etc. siendo como eran
un ejemplo de eficacia vocacional que atendían con su amor y
efectividad, no cobraban, era gratuito. Se creó a principio del
siglo pasado el instituto del divorcio, en franco enfrentamiento con
la Iglesia Católica. Más recientemente se acaba de aprobar la
legalización del aborto, atentado contra la vida misma de una
criatura, principio fundamental de la Iglesia. Se atacó el
matrimonio heterosexual estructura básica de toda sociedad sana. En
materia de enseñanza los alumnos que tenían que dar exámenes
provenientes de institutos católicos lo tenían que dar libre,
ajenos a la posible persecución que sufrían si revelaban su origen.
O sea todo se arrastraba en una franca oposición a la Iglesia y
contra el catolicismo, hecho que hizo carne en mucha gente que creó
un Estado bastante ateo si bien la ciudadanía siguió teniendo
mayoría católica y cristiana, 44%, y un porcentaje similar, 40%, de
ateos o agnósticos. Hecho que influyó, opino yo, en la designación
de otro Obispo como Cardenal. El advenimiento del nuevo Cardenal
encaja también en el hecho de una tendencia más bien conservadora
que en ese ínterin tuvo la Iglesia desde el punto de vista
administrativo y político, que cambió con el nombramiento del Sumo
Pontífice Papa Francisco. Se ha dicho y lo creo que el nuevo Papa ha
querido dar un giro diferente, más revolucionario y agresivo desde
el punto de vista progresista. Y conocedor de todas las situaciones
creó la nueva sede cardenalicia en el Uruguay, nominando a Daniel
Sturla para el cargo de Cardenal. Integrar el cuerpo cardenalicio es
de importancia gravitante. No sólo tiene derecho de elegir al Papa
sino que y es fundamental, el asesoramiento político y
administrativo de toda la política vaticana. Piénsese en la
influencia y dimensión de la Iglesia en esta materia. Tal vez una de
las más grandes que existen en el mundo. Baste señalar los
servicios que la Iglesia presta a nivel mundial y nacional en cada
patria, que resulta en inempardable, y donde es preciso justamente
señalar y tener consideración de estas nuevas corrientes. Contemos
desde nuestra propia “chacra”, el Uruguay, universidades, acá
prácticamente dos, súmese colegios, liceos, y enseñanza en
general, hasta jardín de infantes propiamente dichos, asilos de
ancianos y de niños, hospitales, clínicas, sanatorios, mutualistas
e incluso leprosarios, con sacrificio y prácticamente sin ayuda que
la Iglesia se encarga de financiar a nivel mundial. Son un ejemplo de
entrega y devoción por servir a los semejantes. Bibliotecas,
talleres de oficios, e incluso a nivel rural, aquí mismo en el país
tenemos ejemplos en el interior de la república, de escuelas
agrarias. De todos estos salen una pléyade interminable de nuestra
mejor juventud y nunca se pasó “factura” al Estado. No obstante
eso otras religiones, grupos esotéricos, organizados en logias
masónicas vinculadas al quehacer político, siguieron siendo
opositores y lo serán. La designación de Sturla, hecho en la forja
salesiana, y ubicado desde el origen de su vocación en colegios, en
un medio que se prestaba para esa experiencia, director, profesor, en
institutos de enseñanza. Sin perjuicio a todo esto su devoción y
dedicación religiosa lo marcan como un verdadero talento que
justifica con creces lo rápido de su nombramiento. El más joven
Obispo nombrado Cardenal en América del Sur. Encajaría entonces, en
la corriente renovadora que el Papa Francisco ha iniciado con tanto
éxito. Y para nosotros es la inclusión que Uruguay sea ahora sede
cardenalicia, al frente de una Iglesia progresista.
Leopoldo
Amondarain
C.I.
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