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sábado, 10 de enero de 2015

Cardenal Sturla Escribe Leopoldo Amondarain





Hacía más de cincuenta años que Uruguay había dejado de tener un Cardenal católico, Monseñor Antonio María Barbieri, único por añadidura. No faltaron en el ínterin intenciones y movidas a favor de llenar ese magisterio religioso. Pero había algunos elementos que impedían la concreción de esto, como fue un Estado que era no solamente laico sino manifiestamente ateo, era notorio que los sucesivos gobiernos batllistas eran ostensiblemente agresivos con todo lo que fuera religioso particularmente, lo católico. No solamente que redundó en la consecuencia hostil hacia la religión y sus feligreses. No era solo escribir Dios con minúscula sino que también existía toda una filosofía contraria a lo eclesiástico que iba desde la enseñanza a la salud e incluso lo filosófico. Hubo proyectos de retirar las cruces de los cementerios, dejar una mera lápida con nombre y fecha y fue tal la “polvareda” que se creó que fue imposible llevarlo a cabo. Las tumbas y los nichos eran propiedad privada y no se podía meter mano o disponer sobre cosas sagradas como era la privatización del descanso final de la familia. Sin embargo se prohibió la misa dominical en los cementerios (en cripta), costumbre muy vieja proveniente del siglo XIX. Se retiraron las hermanas de caridad o las monjas de los servicios sanitarios, hospitales, etc. siendo como eran un ejemplo de eficacia vocacional que atendían con su amor y efectividad, no cobraban, era gratuito. Se creó a principio del siglo pasado el instituto del divorcio, en franco enfrentamiento con la Iglesia Católica. Más recientemente se acaba de aprobar la legalización del aborto, atentado contra la vida misma de una criatura, principio fundamental de la Iglesia. Se atacó el matrimonio heterosexual estructura básica de toda sociedad sana. En materia de enseñanza los alumnos que tenían que dar exámenes provenientes de institutos católicos lo tenían que dar libre, ajenos a la posible persecución que sufrían si revelaban su origen. O sea todo se arrastraba en una franca oposición a la Iglesia y contra el catolicismo, hecho que hizo carne en mucha gente que creó un Estado bastante ateo si bien la ciudadanía siguió teniendo mayoría católica y cristiana, 44%, y un porcentaje similar, 40%, de ateos o agnósticos. Hecho que influyó, opino yo, en la designación de otro Obispo como Cardenal. El advenimiento del nuevo Cardenal encaja también en el hecho de una tendencia más bien conservadora que en ese ínterin tuvo la Iglesia desde el punto de vista administrativo y político, que cambió con el nombramiento del Sumo Pontífice Papa Francisco. Se ha dicho y lo creo que el nuevo Papa ha querido dar un giro diferente, más revolucionario y agresivo desde el punto de vista progresista. Y conocedor de todas las situaciones creó la nueva sede cardenalicia en el Uruguay, nominando a Daniel Sturla para el cargo de Cardenal. Integrar el cuerpo cardenalicio es de importancia gravitante. No sólo tiene derecho de elegir al Papa sino que y es fundamental, el asesoramiento político y administrativo de toda la política vaticana. Piénsese en la influencia y dimensión de la Iglesia en esta materia. Tal vez una de las más grandes que existen en el mundo. Baste señalar los servicios que la Iglesia presta a nivel mundial y nacional en cada patria, que resulta en inempardable, y donde es preciso justamente señalar y tener consideración de estas nuevas corrientes. Contemos desde nuestra propia “chacra”, el Uruguay, universidades, acá prácticamente dos, súmese colegios, liceos, y enseñanza en general, hasta jardín de infantes propiamente dichos, asilos de ancianos y de niños, hospitales, clínicas, sanatorios, mutualistas e incluso leprosarios, con sacrificio y prácticamente sin ayuda que la Iglesia se encarga de financiar a nivel mundial. Son un ejemplo de entrega y devoción por servir a los semejantes. Bibliotecas, talleres de oficios, e incluso a nivel rural, aquí mismo en el país tenemos ejemplos en el interior de la república, de escuelas agrarias. De todos estos salen una pléyade interminable de nuestra mejor juventud y nunca se pasó “factura” al Estado. No obstante eso otras religiones, grupos esotéricos, organizados en logias masónicas vinculadas al quehacer político, siguieron siendo opositores y lo serán. La designación de Sturla, hecho en la forja salesiana, y ubicado desde el origen de su vocación en colegios, en un medio que se prestaba para esa experiencia, director, profesor, en institutos de enseñanza. Sin perjuicio a todo esto su devoción y dedicación religiosa lo marcan como un verdadero talento que justifica con creces lo rápido de su nombramiento. El más joven Obispo nombrado Cardenal en América del Sur. Encajaría entonces, en la corriente renovadora que el Papa Francisco ha iniciado con tanto éxito. Y para nosotros es la inclusión que Uruguay sea ahora sede cardenalicia, al frente de una Iglesia progresista.


Leopoldo Amondarain
C.I. 950.556-0
Tel: 099 626 573